jueves, febrero 28, 2013

Informa del Vaticano, que algo queda.





Magnífico artículo de Ignacio Aréchaga, en su blog el Sonar. http://blogs.aceprensa.com/elsonar/informa-del-vaticano-que-algo-queda/#comment-347


Si algo ha demostrado la renuncia del Papa, desde el punto de vista mediático, es el interés que suscita el gobierno de la Iglesia Católica. Hasta los medios que habitualmente consideran que la Iglesia es una institución superada por los aires del tiempo, se han apresurado a enviar corresponsales, colocar las cámaras de televisión en la plaza de San Pedro y solicitar entrevistas a cardenales que estén a mano. Y así, los mismos que aseguran que la base ya no hace caso a lo que diga el Papa, atribuyen una importancia excepcional a la elección del que se sentará en la cátedra de San Pedro.


Para responder al interés de los lectores, se han publicado estos días buenos trabajos periodísticos, con informaciones y análisis. Pero también han surgido bastantes muestras de ese género de ficción disfrazado de reporterismo, tan peculiar en la “información” sobre el Vaticano.



No hace falta estar bautizado para escribir sobre la Iglesia. Pero, como para informar de cualquier organización, hay que tener en cuenta cómo se ve a sí misma, con qué criterios se rige, cuáles son sus objetivos. Aunque uno no los comparta, debe pensar que influyen en las acciones y las decisiones de sus dirigentes, de lo contrario no se entiende nada. Algunos periodistas son incapaces –o no quieren– hacer este esfuerzo mental, y acaban aplicando claves interpretativas que lo que realmente explican es su propio pensamiento.



Para calentar motores ante el cónclave, algunos han creado un thriller donde las pautas explicativas son las clásicas del género: poder, dinero y sexo. La renuncia del Papa se debería a su incapacidad para poner orden en las luchas de poder que desgarran la Curia, y que se habrían puesto de manifiesto en el Vatileaks. El famoso informe al Papa de los tres cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi, nadie lo ha leído, pero algunos invocan una anónima fuente vaticana para asegurarnos que revela forcejeos por el poder, turbios manejos financieros y algo de sexo por exigencias del guión.



Ciertamente, la Curia tiene también un componente humano, con lealtades y debilidades, espíritu de servicio y ambiciones. No siempre los que deberían ser buenos colaboradores del Papa aciertan a serlo. Como en toda organización, hay distintos puntos de vista y algún eclesiástico puede pensar que la Iglesia iría mejor si él ocupara determinado puesto para aplicar sus ideas. Esto sucede en la Curia, … y en un periódico y en un hospital. Pero lo que en otras organizaciones se interpretaría como pluralismo, en la Curia Romana revela disgregación, luchas de poder y puñaladas traperas. Sin embargo, el mero hecho de que el Papa pueda renunciar y que su sucesor sea elegido conforme a un procedimiento establecido y sin dramas, es señal de buena salud en la Iglesia.



El foco mediático se centra también sobre el banco vaticano, presentado siempre como origen de oscuras maniobras financieras. Sin duda, se podrá mejorar tanto la gestión como la trasparencia, como en cualquier otro banco. Pero no está de más recordar que, en el deseo de adecuarse a los estándares internacionales, las finanzas vaticanas se sometieron por primera vez el pasado año al escrutinio de Moneyval, organismo del Consejo de Europa que evalúa las medidas contra el blanqueo de dinero. El informe dice: “Aunque ha habido recientemente en la prensa acusaciones no probadas de corrupción, no hay pruebas empíricas de que haya corrupción en el estado de la Ciudad del Vaticano”. En concreto, el informe consideró que el Vaticano estaba “conforme” o “en buena parte conforme” –las más altas calificaciones– en 9 de los 16 criterios principales. Estos resultados colocan a las finanzas vaticanas en el tercio superior de las naciones europeas en lo que se refiere a trasparencia financiera, con notas similares a las de Alemania o Italia.



No podía faltar el ingrediente del sexo, que siempre ayuda a vender. ¡Y luego dirán que la Iglesia siempre está hablando de sexo! Se menciona a un “lobby gay” que por sus relaciones con altos jerarcas podría someterlos a chantaje. No hay por qué excluir cualquier debilidad humana. Lo curioso es que en el Vaticano son tan retorcidos que hasta los gays pueden ser malos. Está uno tan acostumbrado a que últimamente los gays son siempre los buenos de la película que cuesta trabajo pensar que los haya aprovechados y chantajistas, y que alguien se atreva a decirlo sin ser descalificado como homófobo.



Pero es que en la información sobre el Vaticano la exigencia de los estándares de calidad está muy rebajada en comparación con otros campos. Con fuentes anónimas, rumores no verificados y mezcla de algunos datos ciertos con interpretaciones forzadas, puede armarse un reportaje y despachar tus opiniones como si fuesen noticias. La tradicional “opacidad vaticana” lo justifica todo. Luego le pones un titular como “Los escándalos enturbian el cónclave” y te vas a casa con la satisfacción del deber cumplido.

¡Hasta siempre, Santo Padre Benedicto XVI!







Hasta siempre Santo Padre, y Gracias.





Pablo Cabellos Llorente


HASTA SIEMPRE, SANTO PADRE

Pablo Cabellos Llorente

¿Cómo se despide a un padre que, sin haber fallecido, promete estar siempre cerca de nosotros, pero escondido para el mundo? Es tan fiel a su conciencia que muy posiblemente apenas lo veamos. ¡Qué poco entiende a ese Padre quien lo sospecha vigilante del heredero! Aunque sin los parámetros de la fe y de un serio conocimiento del Papa, con los... esquemas usuales, no se comprende apenas a Benedicto XVI, ni antes ni ahora. ¿Alguien ha pensado en el martirio de la humildad?, ¿en el sacrificio de no ver más a quienes ama intensamente?

Con mirada cristiana -o simplemente de hombre honrado- nunca calibraremos la hondura de su aseveración al comparecer tras la fumata blanca: un simple y humilde trabajador en la viña del Señor. Como tal ha vivido su pontificado y de igual modo se aparta. Pero hay que subrayar con Machado que es un hombre bueno en el buen sentido de la palabra, es decir, un simple y humilde trabajador, porque ha servido sencillamente a un nivel altísimo. No podemos pensar en un siervo gris, descolorido, sin valor, sino en un hombre tierno y fuerte, sencillo e inteligente, amable y riguroso, paciente y valeroso. Así son los grandes hombres, así son los limpios de corazón.

Cervantes señaló: el agradecimiento que sólo consiste en el deseo es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras. Nuestro reconocimiento a su figura frágil y gigante no puede ser mero recuerdo entrañable, sino el hondo aprovechamiento de su espiritualidad profunda, de su doctrina lúcida, de su gobierno paternal, de su apertura al mundo manifestada, desde los años de perito conciliar, en su empeño por el diálogo Razón-Fe, Ciencia-Revelación, Iglesia-Mundo. También en su trato con las confesiones cristianas, otros creyentes e increyentes. El conocido coloquio con Habermas es buena muestra del acercamiento de distancias procurado con todos. Su honradez estudiando propuestas controvertidas es ejemplar. No desdeñó los opuestos: escuchó y estudió y respondió.

Como corresponde al sucesor de Pedro, sin cesiones doctrinales, sin temblarle la mano ante problemas muy desagradables que afrontó. Pero no sólo intramuros de la Iglesia, sino cuando ha plantado cara al relativismo o al laicismo, al uso de la religión para utilidad temporal e incluso como alegato para matar: así lo formuló de modo magistral en Ratisbona. Ha planteado a los católicos con especial ahínco el tema de la unidad el pasado Miércoles de Ceniza y en otras muchas ocasiones. Evocando constantemente que la misión de la Iglesia es esencialmente santificadora -servicio de la Caridad incluido, siempre en relación con la verdad-, ha reafirmado también su papel de ayuda para purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos, como indicó en Westminster Hall.

Porque no sé cómo se despide a un padre que no ha muerto, ni adivino el dolor de ese padre, ni si estas líneas son certeras. No obstante, quedarían cojas si no recordara su insistencia para invitarnos a releer y vivir el Concilio Vaticano II sin las convulsiones del denominado postconcilio. En la reunión del pasado día 14 con los sacerdotes romanos, en improvisada y paternal tertulia, se refirió largamente a distintos aspectos del concilio, pero realzó el concepto de comunión -ahí está el cimiento de la unidad- que se ha convertido progresivamente en expresión de la esencia de la Iglesia, comunión en las diversas dimensiones: con el Dios Trinitario -Él mismo es comunión entre Padre, Hijo y Espíritu Santo-, comunión sacramental, comunión concreta en el episcopado y en la vida de la Iglesia.

Trató de otras herencias del concilio, pero bastaría vivir hondamente esta misteriosa comunión, un concepto íntimo, capital y difícil de expresar. Cimenta la unidad, pero es más. Expresado en modo no técnico e imperfecto, es la realidad de los vasos comunicantes en su más alto grado, una especie de fusión, de entrelazamiento misterioso entre todo el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, un organismo vivo del que todos somos parte. Escribió san Pablo: nosotros, que somos muchos, formamos en Cristo un solo cuerpo.

Repasó ampliamente el Vaticano II, subvertido por lo que calificó de concilio virtual, el del maltrato de la liturgia y los sacramentos, del intento para mudar la moral, etc. Afirmaba que nos corresponde continuar cambiando aquel concilio virtual por el real, para ejecutar, con la fuerza del Espíritu Santo, la verdadera renovación de la Iglesia, la tarea de todos, "para que nadie se vuelva perezoso en la fe". Su última audiencia pública ha sido a corazón abierto, con la emoción contenida, pero aportando su fe y agradecimiento porque la Barca de Pedro está gobernada por Dios. Hemos visto su conmovedora paternidad con todos.

Estas palabras no son un adiós, sino un hasta siempre, Benedicto XVI, con la disposición valiente de ser fieles a un Papa que -como sus predecesores, gracias a Dios- lo ha dado todo por la Iglesia. Parafraseándole su declaración de renuncia, bien podemos decirle: Queridísimo Santo Padre, te damos las gracias de todo corazón por el peso que has llevado con tu ministerio, y te pedimos perdón por nuestros defectos.

Publicado en Las Provincias el 28.02.13Ver más— con Manuel Murillo Garcia.

miércoles, febrero 27, 2013

Es delito creer????




Magnífico artículo de Santiago Cañamares, colega y amigo.






¿ES DELITO CREER?



Hace pocos días L´Osservatore Romano se hacía eco de la presentación en la Biblioteca del Senado, en Roma, de un volumen colectivo en el que participaron veintitrés autores que lleva por título “Credere é reato? Libertà religiosa nello Stato laico e nella società aperta”. Es un libro con múltiples enfoques sobre las creencias religiosas, aunque predomina el jurídico y el sociológico.



Desde mi punto de vista el título resulta enormemente sugerente y se presta a poner en relación --sobre todo a la luz del subtítulo del trabajo- la “libertad de religión” y la “libertad frente a la religión”. La libertad religiosa es, desde un punto de vista jurídico, un derecho fundamental que hunde sus raíces en la dignidad de la persona, que le faculta para decidir autónomamente su relación con Dios. Al igual que ocurre con otros derechos fundamentales no tiene un carácter absoluto, esto es, puede ser restringido en sus manifestaciones exteriores cuando así lo aconseje la tutela de otros bienes jurídicos.



“Libertad frente a la religión” y “libertad de religión”



Siendo esto cierto, llama la atención una decidida tendencia en el mundo occidental a afirmar la “libertad frente a la religión” por encima de la “libertad de religión” propiamente dicha. Esto es, a poner el acento en la dimensión negativa de la libertad religiosa, o, si se quiere, a concebirlo como un derecho a resistir cualquier presión de terceros paraadherirse a una determinada creencia o para practicar determinados ritos. En todo caso, no hay duda de que esta dimensión negativa -no creer, no practicar, etc.- constituye también una parte esencial de la libertad religiosa internacionalmente garantizada. Ahora bien, lo llamativo está en que los derechos fundamentales suelen reconocerse y afirmarse en su dimensión positiva y no en la negativa, como de hecho ocurre, con cierta frecuencia, en el caso de la libertad religiosa. Dicho de una manera más gráfica, no suele ponerse el acento en la libertad a no expresarse, sino en la libertad de expresión.



Una muestra de esta tendencia se encuentra en la sentencia Lautsi v. Italia, (2009) de la Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde se acogieron los planteamientos de la parte demandante en relación con la protección de su libertad religiosa negativa frente a la presencia del crucifijo en las aulas de los colegios públicos italianos. El Tribunal sostuvo -en un planteamiento que finalmente fue revisado por la Gran Sala en 2011- que, cuando entra en juego la libertad religiosa negativa, la protección del individuo debe proporcionarse de un modo prácticamente automático sin entrar en mayores disquisiciones. Así al menos parece deducirse de la fundamentación jurídica de dicha decisión.



Hacia la laicidad positiva



Joseph Weiler, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Nueva York, ha tratado de encontrar una respuesta a este fenómeno. Por una parte, lo vincula con un prejuicio social hacia la religión, conectado de alguna manera con los planteamientos de John Rawls (Liberalismo político, 1993) para quien el argumento religioso debe quedar al margen del debate público en tanto que no es estrictamente racional y, por tanto, no puede ser compartido y consensuado por quienes no comparten determinadas creencias religiosas. De otra, lo conecta con las tensiones históricas entre poder político y religión vividas en el viejo continente hasta el final del Antiguo Régimen y que trataron de ser conjuradas con los principios en que cristalizó la Revolución francesa que, en materia religiosa, impusieron una separación estricta entre estado y religión.



Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que en la actualidad parece que el ejercicio de la libertad religiosa se hace depender, en un significativo número de casos, de su compatibilidad con una visión muy estricta de la separación entre religión y estado que demanda el confinamiento de las creencias al ámbito privado. Cabe citar al respecto algunos casos de la Corte de Estrasburgo (Dec. Ad. Karaduman, 1993 y Sentencia Leyla Shaín, 2005) que prohibieron la utilización del velo islámico a alumnas universitarias por el temor a que corrientes fundamentalistas perturbaran el orden público en la enseñanza superior y afectaran a las creencias de los demás. Lo paradójico es que en estos casos nada indicaba que las estudiantes formaran parte de grupos fundamentalistas, o que hubieran actuado de forma intolerante frente a quienes no compartían su misma visión o que pretendieran imponerles sus creencias religiosas. En otros, más directamente (Kervanci, 2008) se afirmó que la prohibición del velo islámico en el colegio resultaba justificada por la protección de la laicidad francesa, que había sido elevada, en la Constitución de 1958, a principio fundador de la República, de modo que una actitud personal que no respetara este principio no podía quedar amparada por la libertad religiosa.



Por ello no es arriesgado afirmar que a día de hoy la llamada “laicidad positiva” se encuentra, todavía, en trance de consolidación, y así se mantendrá hasta que se asimile que su verdadero papel no es el de actuar como límite al ejercicio de la religión sino todo lo contrario, esto es, garantizar que los individuos y las iglesias puedan ejercer su libertad religiosa en las mismas condiciones, sin interferencias por parte de los poderes públicos. La citada neutralidad -conviene matizarlo- no responde a una actitud de indiferencia o abstencionista del Estado frente a la religión, sino que demanda un comportamiento activo de los poderes públicos, que deben remover todos aquellos obstáculos que impidan el ejercicio en plenitud de esta libertad.



Un nuevo fundamentalismo



Esas obligaciones positivas de los estados frente a la religión se proyectan también en la resolución de conflictos entre la libertad religiosa positiva de unos individuos y la libertad religiosa negativa de otros. Weiler apostaba en su intervención ante la House of Commons británica por aplicar, en estos casos, un criterio de tolerancia que acomode la libertad religiosa positiva y negativa de unos y otros. A efectos ilustrativos ponía el ejemplo de Mary, una alumna atea en un colegio británico contraria a que al inicio de las clases se entonara el “God save the Queen”. En estos casos -sostiene Weiler- el criterio de tolerancia exige acomodar recíprocamente las demandas religiosas de unos y otros de modo que la comunidad escolar permita a la alumna no participar -total o parcialmente- en la citada práctica, al mismo tiempo que ésta debe respetar las tradiciones escolares renunciando a imponer su propia cosmovisión sobre el conjunto del colegio.



La aplicación de este criterio exige, a mi juicio, vencer la inercia actual, detectable en algunos casos, de que la libertad religiosa negativa debe tener prevalencia frente a quienes hacen un ejercicio positivo de la religión, ya que ambas dimensiones son dos caras de la misma libertad y, por tanto, deben aplicarse los mismos criterios para su protección. Para ello se debe reconocer que ni una ni otra dimensión protegen al individuo frente a aquellas manifestaciones que considera incómodas, inadecuadas o cuya doctrina no comparte, sino sólo frente a aquellas situaciones que le fuerzan a abjurar de su religión o tomar parte en ritos que no comparte.



Para que esta equivalencia de tratamiento sea posible, se debe tener claro que el verdadero enemigo de la sociedad no lo constituye la religión sino el fundamentalismo tanto de tipo religioso como irreligioso, que pretende imponer sobre el individuo -y a la postre sobre el conjunto de la sociedad- una particular visión de la realidad mancillando la dignidad de los demás. Es este fenómeno el que debe ser combatido por los Estados, distinguiéndolo perfectamente de un ejercicio legítimo de la religión, esto es, aquel que se ajusta al contenido y límites jurídicamente prefijados. Como ocurre con cualquier otro derecho fundamental, su ejercicio también puede generar tensiones en determinados contextos que, como se ha observado, no son necesariamente nocivas pues no es infrecuente que a través de su resolución ajustada a Derecho se abran nuevos espacios de libertad para los individuos

martes, febrero 26, 2013

Aitatxo, papaíto en vascuence.


El aita con su nieta María. In pace, hace un año hoy.





Frases sobre Dios, ciencia y fe / God, science and faith: El espíritu vino de Dios

Frases sobre Dios, ciencia y fe / God, science and faith: El espíritu vino de Dios


Excelente blog, lo estoy disfrutando.

Guiño del Papa a las redes.





UN GUIÑO DEL PAPA AL CARIÑO DE LAS REDES SOCIALES

Eran las palabras más esperadas. Benedicto XVI se asomaba por última vez como Papa al balcón desde el que, en tantas ocasiones, ha dirigido el rezo del Ángelus, ha regalado a los fieles una de sus catequesis, y se ha referido en diversas lenguas al mundo. En esta ocasión, esa imagen en el balcón iba a ser la última y miles de personas quisieron ir a Roma para compartir ese peculiar momento.

Entonces, cuando se iba a referir en español a los millones de fieles de Hispanoamérica y de España, no solo se acordó de los allí presentes sino de los muchos que estaban siguiendo el momento por los medios de comunicación social. Y fue un paso más allá porque expresó claramente su agradecimiento por los muchos mensajes de cariño que había recibido a través de estos medios.

Y es que el papa Benedicto XVI, a pesar de su avanzada edad, ha sido el artífice de la explosión evangelizadora en el terreno digital. El mismo Papa que ya en su visita a México se planteaba la renuncia -según se ha sabido casi un año después- porque las fuerzas le fallaban literalmente a cada paso, no dudó en poner en marcha su propia cuenta de Twitter para comunicarse con un mundo que lo siguió en masa.

Quizá por esa presencia en el Continente Digital, sus habitantes, los internautas seguidores de Cristo, en particular los de habla hispana, se dispusieron a agradecer al Santo Padre sus ocho años de pontificado. Y han surgido emotivas iniciativas, como la de grabarle el aplauso más largo que se le regalará en Twitter, la de convertir su adiós en Trending Topic y alguna más que está por llegar.

En un mensaje de estos días un sacerdote se preguntaba si alguien habría pasado al Papa la explosión de cariño que la gente le manifestaba en las redes. No cabe duda de que así ha sido porque lo ha dicho, muy claro, en su último Ángelus desde el balcón de San Pedro. Ese puñado de palabras son el mejor espaldarazo para mantener viva esa nueva evangelización que ha encontrado en la red una vía de multiplicación.

domingo, febrero 24, 2013

Gracias Santo Padre.





Tengo, tenemos que darle muchas gracias a Dios. Mis años de juventud se remontan al Beato Juan Pablo II, el atleta de Dios, un ciclón del Espíritu Santo, que como Cristo en la tierra salió a todos los caminos del mundo; y el mundo cambió. He visto caer el muro del comunismo; estuve en la Beatificación  y en la canonización de San Josemaría Escrivá. Me confesé en el paseo del perdón del Retiro de la JMJ de Madrid 2011. He vibrado con orgullo ante la cabeza brillante del Papa  Benedicto, su humildad, su confianza en Jesús. Gracias, por tantas cosas, Santo Padre.




24 de febrero, 2013. (Romereports.com) Esta es la última vez que Benedicto XVI se asomará a la ventana de los Papas para dirigir el ángelus como Sucesor de Pedro. Para acompañarle y despedirle han llegado hasta la plaza de San Pedro y los alrededores del Vaticano unos 200 mil peregrinos que con pancartas agradecían a Benedicto XVI sus casi ocho años al frente de la Iglesia.




En este último ángelus, Benedicto XVI habló claramente de su retiro, y dijo que es algo que Dios le pide “servir a la Iglesia de un modo más adecuado” a su edad y fuerzas.





BENEDICTO XVI

“El Señor me pide que “suba a una montaña” para dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia. Es más, si Dios me pide esto es precisamente para poder seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más adecuado a mi edad y a mis fuerzas”.



Fuertes aplausos interrumpieron en varias ocasiones el discurso de Benedicto XVI y antes de terminar el Papa volvió a agradecer la cercanía y el apoyo que ha recibido en los últimos días de su pontificado. Por eso, sus últimas palabras fueron este emocionado saludo.



BENEDICTO XVI

“Muchas gracias, estaré siempre cerca de vosotros”.



Este ángelus es la primera aparición pública tras la semana de ejercicios espirituales y el último que hará como Papa. El lunes se reunirá con algunos cardenales de la Curia romana y el miércoles tendrá lugar su última audiencia general, el último encuentro público como Benedicto XVI.

sábado, febrero 23, 2013

Mamá y papá.





10 lecciones del Papa benedicto.





Por Rafael Domingo Oslé, especial para CNN




Nota del editor: Rafael Domingo Oslé es catedrático de Derecho Romano de la Universidad de Navarra y profesor visitante del Centro para el Estudio de la Ley y Religión de la Facultad de Derecho de la Universidad de Emory en Atlanta.





No es mi intención analizar en estas reflexiones el pontificado de Benedicto XVI, quien dejará de ser Papa el 28 de febrero a las 8 de la tarde tras una renuncia histórica cargada de simbolismo.



Los papas gustan de mover sus fichas pensando a largo plazo, a larguísimo plazo, sabedores de que gobiernan una institución milenaria, llena de goteras y grietas, achacosa a veces, pero siempre viva y pujante pues la muerte no está pensaba para ella.



Joseph Ratzinger no es excepción. El Papa es plenamente consciente de que en estos momentos está haciendo historia, marcando una nueva pauta en la Iglesia con esta última decisión suya tan audaz y valiente. Por eso, tiempo al tiempo. Ya llegará la hora de valorar objetivamente un Pontificado que, con sus luces y sus sombras, acabará enalteciendo la figura de Benedicto XVI.



Mi objetivo hoy es más modesto. Tan solo pretendo referir lo que me ha aportado personalmente este gran intelectual alemán que decidió colgar la sotana blanca para encerrarse a rezar y escribir entre cuatro paredes junto a un pequeño huerto ecológico.



Para mí, hablar de Benedicto XVI es hablar de un maestro, en el sentido más clásico y noble del término, del que he aprendido algunas lecciones inestimables. Algunas de ellas son fruto de su comportamiento, las más, de su magisterio. Todas: expresión de su extraordinaria honradez intelectual y profunda humildad.



Un maestro es la persona capaz de grabar a fuego en tu alma una idea. Un maestro es quien atraviesa intelectualmente tu vida, como una flecha atraviesa un cuerpo. Un maestro es quien va siempre por delante de ti dando respuesta a tus inquietudes intelectuales. Un maestro es quien te obliga a mantenerte de puntillas para estar a su altura intelectual. Por eso, la conversación con el maestro es rayo de luz, abre horizontes, crea nuevas expectativas, despierta sensibilidades. La presencia del maestro estimula la inteligencia, alienta la creatividad, despierta la imaginación.



El maestro te cautiva, como me cautivó a mí Joseph Ratzinger, cuando le conocí en febrero de 1998 en la Universidad de Navarra con ocasión de su visita para recibir un doctorado honoris causa. Fueron unos días memorables en los que pude tratar de cerca al entonces cardenal Ratzinger. El galardonado quiso residir unos días en el Colegio Mayor Belagua con el fin de vivir intensamente el ambiente universitario de la Universidad de Navarra. Enseguida me di cuenta de que, a pesar de dedicarse él a la Teología y yo al Derecho, compartíamos las mismas preocupaciones intelectuales, y de que, en realidad, estábamos subiendo el mismo monte por diferentes laderas. Eso sí, él iba muy por delante de mí en ese empinado ascenso.



Benedicto XVI dejará de ser Papa el 28 de febrero, pero no de ser uno de los intelectuales más perspicaces de nuestro tiempo. Un maestro puede dejar de ser Papa, pero no de enseñar. Por eso, quiero compartir las diez lecciones más importantes que he aprendido de Benedicto XVI. No son las mejores aportaciones de Ratzinger a la Teología; tampoco se derivan necesariamente de sus principales hitos como Pontífice. Son sencillamente lecciones de un maestro.



1. La universidad es hogar de nuevas ideas y de diálogo

La universidad es un lugar privilegiado para el nacimiento de nueva ideas y el diálogo interdisciplinar es el método más fecundo para que estas ideas florezcan. De ahí la importancia de que existan campus aislados cuyos profesores y alumnos vivan totalmente inmersos en un debate intelectual estimulante y crítico, una idea que siempre impulsó Ratzinger desde sus comienzos como profesor en la Universidad de Bonn.



2. El mundo necesita el diálogo entre creyentes y no creyentes

El mundo de hoy demanda un diálogo abierto, sereno y equilibrado entre creyentes y no creyentes. Este diálogo será en beneficio de todos. A los creyentes les servirá para purificar el argumento religioso; a los no creyentes, para advertir los límites de la razón positiva, cuya exclusividad enclaustra al ser humano. Su conversación con Jürgen Habermas, otro gran maestro, fue un ejemplo del camino que debe emprenderse para poder dar pasos en esta dirección.



3. La recuperación del "eros"

La necesidad de recuperar para el Cristianismo el genuino concepto de "eros", con el fin de poder aplicarlo a Dios cuyo amor es no sólo donacional, sino también posesivo. Esta sincera reflexión, explicada en su primera encíclica Deus caritas est, ha abierto nuevos derroteros en el campo de la vida contemplativa y en la consideración de la filiación divina, o la consideración de que somos hijos de Dios, como núcleo esencial del mensaje cristiano. Se puede formular de una manera más directa: cuando Dios se empeña en vivir cerca de ti, se le palpa y la fe sobra.



4. El derecho debe abrirse a la transcendencia

Esto no significa que los ordenamientos jurídicos hayan de reconocer la existencia de Dios -¡ese no es su cometido!- pero sí que han de ver en la religión un valor en sí mismo, capaz de dar respuesta a ciertos interrogantes que la razón científica no puede resolver.



5. No existe un ordenamiento jurídico cristiano

Para Benedicto XVI, no hay un sistema legal cristiano, revelado por Dios, sino que lo único que demanda el cristianismo a los ordenamientos jurídicos es que se remitan a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho.



6. Actuar contra la razón, es actuar contra Dios

La lección sexta la constituye el núcleo de su controvertido discurso en Ratisbona, quizás el más importante discurso del Papa, es que el no actuar con el "logos" es contrario a la naturaleza de Dios. Por tanto, no hay incompatibilidad alguna entre razón y fe. " Se trata del encuentro entre fe y razón, entre auténtica ilustración y religión. Partiendo verdaderamente de la íntima naturaleza de la fe cristiana y, al mismo tiempo, de la naturaleza del pensamiento griego ya fusionado con la fe, Manuel II podía decir: No actuar «con el logos» es contrario a la naturaleza de Dios", dijo en su famoso discurso.



7. Rectificar es de sabios

Por eso, cuando uno se equivoca lo reconoce, aunque sea el Papa. Esta lección la dio el Benedicto con su famosa carta de 2009 con ocasión del caso del obispo Richard Williamson, al que se levantó la excomunión pocos días después de que, en una entrevista con una cadena de televisión sueca, cuestionara la existencia de las cámaras de gas en los campos de concentración nazis, lo que generó una enorme controversia en Internet . En la carta, Ratzinger lamentó los errores de gestión por parte del Vaticano al no haber hecho el uso adecuado de internet. "Me han dicho que seguir con atención las noticias accesibles por Internet habría dado la posibilidad de conocer tempestivamente el problema. De ello saco la lección de que, en el futuro, en la Santa Sede deberemos prestar más atención a esta fuente de noticias", escribió entonces.



8. El valor del silencio

El valor positivo del silencio como punto de encuentro con Dios. En su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales de 2012, Benedicto XVI escribió que "el silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena".



9. Austeridad en uno de los lugares más lujosos

Dentro del Vaticano, uno de los lugares más lujosos y espectaculares del mundo, Benedicto XVI demostró que se puede llevar una vida sencilla, sobria y austera, desprendida de las riquezas materiales, con comidas frugales, largos ratos dedicados a la oración y al silencio, la escritura y el estudio, y una cama de pequeñas dimensiones.



10. No ser más papista que el Papa

La décima y última lección no es la más importante, pero sí la que ha sobrecogido al mundo por inesperada. La opinión pública la ha formulado de la siguiente manera, siguiendo el propio discurso de renuncia papal: el espíritu de servicio es el único fin que ha de buscarse en el desempeño de cualquier cargo público. Por eso, cuando por motivos justificados este servicio pueda quedar deslustrado, es recomendable dejar paso a otros que desempeñen el cargo con más competencia. Me parece, sin embargo, que hay una formulación mucho más sencilla y castiza: No se puede ser más papista que el papa. Por eso, el papa Benedicto XVI no ha querido ser más papista que Benedicto XVI. Y él tenía la profunda convicción moral, desde hace mucho tiempo, de que para la Iglesia era muy conveniente que un papa renunciara. Se dieron las circunstancias. Y lo hizo. ¡Como un campeón!



(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Rafael Domingo Oslé)

viernes, febrero 22, 2013

Joaquín Navarro Valls.





www.religioenlibertad.com


Luigi Accattoli / Il Corriere della Sera




«Que Benedicto XVI considerase posible, realística y no sólo teóricamente, la renuncia de un Papa, lo sabíamos bien: lo había dicho más veces, tanto de cardenal como después de su elección. Personalmente, lo comprendí después una broma que sucedió, con ocasión de su último cumpleaños cuando hizo 85 años, y que ahora me viene a la mente de repente: Hubo quien dijo: ´Santidad, ad multos annos´, y él respondió, con una sonrisa esquiva y casi irónica: ´Verdaderamente no querría que fueran muchos´. Así que, en cierta manera ya se preparaba». Es el comentario de Joaquín Navarro-Valls, español, que fue portavoz del Vaticano desde 1984 hasta 2006, es decir, durante 21 años con el Papa Wojtyla y durante 14 meses con el Papa Ratzinger.



— ¿Cómo valora el evento? ¿Qué consecuencias podrá tener un hecho así de inédito?



— Es inédito para la modernidad, pero no para la entera historia de la Iglesia. Lo veo como una decisión que estaba destinada a madurar, con un Papa o con otro. El cambio de los tiempos, su velocidad y la prolongación de la vida humana plantean la cuestión de la sucesión de un Papa debilitado por la edad. Benedicto XVI ha tenido el coraje de tomar esta decisión. No podemos más que estarle agradecidos.



— ¿Habrá sido un proceso dramático tomar esta decisión?



— Grave sí, pero no dramático, creo yo. Considerando el dominio intelectual y espiritual que todos sabemos que tiene, debemos pensar que ha sido de ahí donde ha surgido el coraje para decidir. Seguro que no podía ser una decisión tomada a la ligera. Él sabía bien, por conocimiento directo, lo que habían pensado y dispuesto sus dos predecesores, Juan Pablo II y Pablo VI. Por tanto, aunque se haya tratado, como es evidente por sus propias palabras, de una decisión solitaria, no ha sido tomada sin consultar. Creo que se podría decir que ha consultado con sus predecesores.



— ¿En qué términos ve esta consulta?



— Pablo VI y Juan Pablo II, cuando se vieron en dificultad con la edad y la salud, confiaron a sus colaboradores dos cartas, una de renuncia al Pontificado y otra sobre cómo hacerla pública. En sustancia, eligieron someterse a la voluntad de Dios y a la valoración de los demás. El Papa Benedicto, por el contrario, ha asumido la responsabilidad de decidir, con plena conciencia, siendo perfectamente dueño para comunicar personalmente su voluntad. Aquí veo un elemento de alcance histórico: ésta es una decisión que no atañe solamente a la biografía de Joseph Ratzinger, sino a la historia de la Iglesia Católica.



—Existía una espiritualidad -en la tradición- que insistía sobre la unicidad de la figura papal o sobre el serlo «de por vida». «Un padre lo es para siempre», se decía. A esta espiritualidad no se había sustraído ni siquiera un hombre nuevo en muchos aspectos como lo era el Papa Wojtyla...



—Es verdad, en esta decisión del Papa Benedicto XVI se manifiesta una postura innovadora respecto a la de la tradición. Creo que haber estado al lado del predecesor, como estrecho colaborador, también en los últimos meses, los más difíciles, le ayudó a elegir. Pero, sobre todo creo que le ha sido útil su seguridad en materia doctrinal, la fuerza de la formación teológica que le ha permitido distinguir eficazmente entre el alcance de la tradición y el contenido de los cánones y de la doctrina.



— ¿No existe un elemento psicológico, del hombre Ratzinger, que desea reencontrar un mínimo de paz después del trabajo de estos años?



— Existe eso también. Mirando hacia atrás, nosotros vemos un cardenal que no se esperaba el papado, sino que, por el contrario, esperaba poder volver a su país y a los estudios. Podría narrar varias anécdotas sobre esto. Aquel cardenal fue elegido y acepta rápidamente, con acto total y completo de confianza en la Providencia. Como Papa ha afrontado problemas graves, uno tras otro, casi sin tregua. Pero he aquí que las fuerzas se debilitan y aquel hombre toma una decisión. Me mantengo sobre esta línea de interpretación, sin ir a buscar motivos oscuros. Una renuncia de acuerdo con los cánones, cuando uno ve que «no puede más», como había dicho en un libro-entrevista.



Abusos.





Una historia que define al cardenal Dolan*








“Para conocer cómo es realmente este cardenal cabe recordar una anécdota que el propio Arzobispo de Nueva York contó en su blog en 2011 y que recogió Libertad Digital. Fue en la crisis de los abusos sexuales de algunos sacerdotes de la Iglesia.


En el aeropuerto de Denver, mientras esperaba un vuelo, un hombre se le acercó y le dijo: "¿Es usted sacerdote católico?". Éste respondió: "Sí, claro, mucho gusto" y le tendió la mano, algo que su interlocutor ignoró. El hombre continuó diciéndole: "Crecí en un hogar católico y ahora soy padre de dos chicos, y no puedo mirarle a usted ni a ningún otro cura sin pensar en un abusador sexual". El Arzobispo neoyorquino se quedó sorprendido. "¿Qué responder? ¿Chillarle? ¿Ofrecer disculpas? ¿Expresar comprensión?", se preguntaba.


Tras recobrarse de esta acusación, le dijo: "Sin duda, lamento que lo sienta así. Pero, déjeme preguntarle...¿automáticamente cree ver un abusador cuando ve un rabino o un ministro protestante?". El hombre respondió: "En absoluto". El Arzobispo siguió y le volvió a preguntar si "cuando ve un entrenador, un líder scout, un padre de acogida, un consejero o médico" opina lo mismo. Enfadado, este hombre indicó: "Por supuesto que no" y le preguntó "qué tenía que ver con esto".


"Mucho", dijo Timothy Dolan, quien añadió que "cada una de estas profesiones tiene un porcentaje de abusadores tan alto, quizá más, que los sacerdotes". Poco convencido, este señor se defendió diciendo: "Pero la Iglesia es el único grupo que sabía lo que pasaba, no hizo nada, y se limitó a pasar los pervertidos de un lado a otro". El prelado católico continuó: "Parece obvio que usted nunca vio las estadísticas sobre los profesores de colegios públicos. Sólo en mi ciudad de Nueva York, los expertos dicen que la proporción de abusos sexuales entre profesores de la escuela pública es diez veces más alta que entre los sacerdotes, y esos abusadores, simplemente, fueron transferidos de un sitio a otro".


El hombre no contestó, por lo que Dolán siguió y le dijo: "Perdone que sea tan contundente, pero usted lo fue conmigo, así que permítame preguntar: ¿cuando usted se mira al espejo, ve un abusador sexual?". Sobresaltado, este hombre le preguntó: ¿De qué demonios me habla?" y el Arzobispo de Nueva York le explicó que "Es triste, pero los estudios nos dicen que la mayoría de los niños abusados sexualmente son víctimas de sus padres o de otros miembros de la familia".

En ese momento, Dolan pensó que ya había sido bastante duro e intentó suavizar su argumento. "Le diré que, cuando le veo a usted, yo no veo un abusador, y apreciaría la misma consideración por su parte", agregó. Ambos ya estaban en la zona de equipajes y salieron de ahí juntos.

Ese hombre le preguntó a Dolan: ¿Por qué sólo oímos toda esa basura acerca de ustedes los curas?". El prelado le indicó que "Lo mismo nos preguntamos nosotros. Tengo una serie de razones, si le interesa".
Mientras andaban, le dijo: "Por un lado, los curas merecemos un escrutinio más intenso porque la gente confía más en nosotros, ya que osamos afirmar que representamos a Dios, así que si uno de nosotros hace esas cosas, aunque sólo una diminuta minoría lo haya hecho, es más desagradable. Segundo, me temo que hay muchos por ahí que no aman a la Iglesia y hacen lo que pueden por dañarnos. Éste es un tema con el que adoran azotarnos sin descanso. Y tercero, y odio decirlo, se puede sacar mucho dinero denunciando a la Iglesia Católica, mientras que apenas vale la pena denunciar a alguno de los grupos que comenté antes".



Ya en la calle, fuera de la terminal, este hombre sí le quiso tender entonces la mano. "Gracias, encantado de haberle conocido", dijo. Y añadió: "Pienso en los grandes sacerdotes que conocí de niño. Y ahora, que trabajo en IT (Information Technology) en la Regis University, conozco algunos jesuitas devotos. No deberíamos juzgarles a todos ustedes por los horribles pecados de unos pocos".

jueves, febrero 21, 2013

El testimonio de Peter Seewald.





Peter Seewald, el periodista alemán que ha conversado muchas horas con Benedicto XVI para sus libros de entrevistas, cuenta en un artículo publicado en la revista alemana Focus y traducido en Corriere della Sera (18-02-2013), sus impresiones de su último coloquio con el Papa hace diez semanas.



Seewald, que se entrevistaba con el Papa para preparar una biografía, advirtió que su salud se había deteriorado: “Había perdido oído; no veía por el ojo izquierdo; había adelgazado tanto que el sastre tenía dificultades para ajustarle los trajes. Se mostraba muy delicado, todavía más amable y humilde, muy reservado. No parecía enfermo, pero no se podía ignorar el cansancio que se había apoderado de toda su persona, cuerpo y alma”.


“Nunca le había visto tan exhausto, casi postrado. (...) Mientras dos años antes, a pesar de los primeros problemas de la edad, aparecía todavía ágil, casi juvenil, ahora cada vez que llegaba de la Secretaría de Estado un nuevo dossier, lo sentía como un golpe”. “Soy un hombre anciano y las fuerzas me abandonan”, le dijo Benedicto XVI. “Pienso que basta con lo que he hecho”.



En un encuentro anterior, el pasado agosto en Castel Gandolfo, Seewald le preguntó cómo le había afectado el asunto Vatileaks. “No me dejo llevar por una especie de desesperación o dolor universal, simplemente me parece incomprensible. Aun considerando a la persona (Paolo Gabriele), no puedo entender qué se espera. No logro penetrar en su psicología”, dijo Benedicto XVI. Sin embargo, “sostenía que el suceso no le había hecho perder el rumbo ni le había hecho sentir el cansancio de su puesto, ‘porque siempre puede suceder’”.


En el artículo Seewald hace algunas reflexiones sobre Joseph Ratzinger. “Los años le han puesto a dura prueba. Era descrito como un perseguidor, cuando realmente era un perseguido, el chivo expiatorio acusado ante cualquier injusticia”. Pero “nadie le ha oído lamentarse”, ni “nadie le ha oído un comentario negativo sobre otras personas”.



A juicio de Seewald, Ratzinger es “un penador radical y un creyente radical, que en la radicalidad de su fe no empuña una espada, sino otra arma mucho más poderosa: la fuerza de la humildad, de la sencillez y del amor. Joseph Ratzinger es el hombre de las paradojas. Lenguaje moderado, voz fuerte. Mansedumbre y rigor. Piensa a lo grande, pero presta atención a los detalles. Encarna una nueva inteligencia para reconocer y revelar los misterios de la fe, es un teólogo, pero defiende la fe del pueblo contra la religión de los profesores, fría como las cenizas”.

martes, febrero 19, 2013

El Papa.



De Alfonso Ussía, genial en este artículo.

Soy un cristiano católico de seis Papas. Pío XII, vilipendiado. Juan XXIII, vilipendiado. Pablo VI, vilipendiado. De Juan Pablo I, al que no tuvieron tiempo para vilipendiar. De Juan Pablo II, vilipendiado y escarnecido porque su sola palabra, su resistencia y su fuerza nacida de la humildad y el... espíritu, derribó el Muro y la mentira que gobernaba al mundo oprimido. Y Benedicto XVI, vilipendiado por su hondura teológica, su espiritualidad y su amor por los más humildes y necesitados. No he entendido nunca la importancia que conceden a los representantes de Cristo en la tierra los que no creen en Cristo ni en sus representantes. Una obsesión que devora sus argumentos para que terminen en convertirse en meros peleles de su animadversión. El Papa ha anunciado su renuncia porque le faltan fuerzas físicas y espirituales para seguir sirviendo a Jesucristo. Y los que más critican al Papa son los que desprecian a Jesucristo, al Papa y a la Iglesia. Se lo tendrían que ver.


Pío XII fue un gran Papa, inmerso en los años más duros y sangrientos de Europa. Era como un junco sabio y fuerte. Se le ha acusado de todos los crímenes morales y éticos. De ser partidario de los nazis. Hoy, los historiadores reconocen su incansable labor en pro de los judíos, de los perseguidos, de los desheredados. Juan XXIII representó la simpatía, la espontaneidad. Promovió el Concilio Ecuménico Vaticano II. Fue el Papa popular, amigo, sonriente, bueno, sencillo. Dios ante todo. Pablo VI, la bondad arrancada de la Curia. Más político, inteligente, pero siempre amparado en su condición de Padre de todos. Juan Pablo I, tan breve que hasta los más adversos le mantienen la simpatía del olvido. Se topó con un mes de borrascas imprevistas. Falleció con el susto del buen párroco que de golpe se topa con la inmensa responsabilidad de su roca. No le dio tiempo para nada. Cuando supe de su muerte, llamé a mi madre, muy religiosa. – Mamá, el Papa se ha muerto -; y mi madre, sorprendida respondió: - ¿Otra vez? -.

Juan Pablo II, el gran creyente de la Iglesia perseguida, alejado de la curia, el viajero, el ser humano que más amor ha recibido de cuantos han viajado por la piel de la tierra. Su palabra derribó el Muro, venció al comunismo sin más armas que su fe. El Papa viajero, herido , perseguido por la KGB, atormentado por el dolor físico que siempre superaba. Llegó de la tortura y nos enseñó a todos cómo el mejor Papa puede ser también el más valiente de los hombres.

Y Benedicto XVI. El intelectual, el hombre del saber profundo y grandioso. Siempre Dios antes que la música, a la que ensalzó como vehículo imprescindible de la serenidad que se precisa para alcanzar las nubes del infinito. El Papa de la espiritualidad y la inteligencia. Vilipendiado por nacer alemán en tiempos en los que ser alemán no se consideraba aceptable. El Papa del amor a los necesitados, del reclamo a la revolución de las conciencias, de la elementalidad suprema ante el Misterio. Se nos marcha, que no nos abandona, el Padre admirado que convierte en sencillez toda la grandeza de su sabiduría y su caridad. Se refugia, después de ser el jefe espiritual de miles de millones de personas diseminadas en todo el mundo, en un humilde y solitario sacerdote que reza en su soledad por todos nosotros, y por la paz. Por todos, he escrito, con especial amor, por los que lo desprecian. El Papa ha decidido, por su cansancio, que rezar por el mundo desde el amor de Dios es más importante que ser el Papa.

Un Papa excepcional.



De un amigo y compañero.

Ángel López-Sidro López. Profesor Titular de Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad de Jaén.- Benedicto XVI ha anunciado su renuncia como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica para finales de febrero. Tras ella se abrirá un periodo de sede vacante en el que se convocará el cónclave de los cardenales para elegir un nuevo Papa, como ha ocurrido siempre. Lo novedoso en este caso es que, si Dios lo permite, quien ha ocupado el cargo antes, que ya será otra vez solamente Joseph Ratzinger, seguirá vivo, aunque apartado de las altas funciones que le han ocupado durante los últimos años.






Se han hecho comparaciones con el caso de Juan Pablo II que, como siempre, son odiosas. El antecesor de Benedicto XVI, de venerada memoria, fue un Papa titánico, en todos los sentidos, también, de forma sobresaliente, en el físico, aspecto que formó parte inseparable de su ministerio, tanto cuando aparecía como “el atleta de Dios” como cuando, al final de su vida, casi pudimos asistir a su agonía en directo, después de un progresivo proceso de envejecimiento y enfermedad. Juan Pablo II puso su privilegiada naturaleza y su espíritu deportista al servicio de su cargo, sabiendo adaptarse a los tiempos de plenitud física tanto como a los de deterioro: siempre enseñó con su cuerpo y su férrea voluntad, dando así el ciento por uno de los talentos que Dios le había concedido.







Benedicto XVI nunca ha sido un hombre físicamente fuerte, su constitución y capacidades son las de un estudioso de carácter tímido. Cuando accedió a la sede de Pedro ya había sufrido episodios cardiovasculares que le obligaban a una continua vigilancia. Su mayor cualidad, fuera de la santidad que a buen seguro comparte con Juan Pablo II, ha sido la profundidad de su pensamiento y la claridad para exponerlo. Se ha destacado por todos su inteligencia, pero no se puede reducir a una cuestión de cociente o de conocimientos. Joseph Ratzinger ha gozado de una brillantísima capacidad intelectual, que ha bruñido con el esfuerzo reflexivo e investigador más intenso, y la ha puesto al servicio de la Verdad, identificada con Dios, para estar más cerca de él. Como San Agustín, con quien se le ha comparado, cree para entender y entiende para creer mejor. Pero además, como un profesor universitario auténticamente maestro, ha desplegado su sabiduría para iluminar la mente y el corazón del mundo acerca de las verdades fundamentales, tanto a los cristianos como a los no creyentes, pues todos se han beneficiado y le han reconocido esa capacidad de enseñar de manera accesible y siempre en torno a las cuestiones, por espinosas que fueran, de más necesaria dilucidación en nuestro tiempo.







Aparte de lo anterior, hay muchos motivos para considerar que este Pontífice dejará una honda huella en la Historia –encíclicas, resolución de conflictos, diálogo interreligioso–. Pero además ahora nos deja su renuncia, hito rarísimo, que confirma el carácter de un hombre bueno donde se aúnan de forma extrema la sabiduría y la humildad. Fiel a su conciencia, y con la libertad de los hijos de Dios, deja un cargo que nunca quiso al límite de sus fuerzas humanas y habiendo cumplido sobradamente su función. Para quienes lo dudaban, después de Juan Pablo II ha habido otro Papa excepcional.

Corrupción, transparencia, justicia, secularización.





De salvador Bernal en religión confidencial.

Traigo este tema a mi columna semanal, aunque no es asunto en sí religioso, porque es una de las grandes cuestiones éticas del momento en España. No faltan quienes piensan que, en la espiral de la corrupción, influye mucho la exigua formación cristiana de políticos, líderes sindicales y periodistas: o su olvido o deterioro...




No tendría por qué ser así, a tenor de la realidad que periódicamente analiza la ONG Transparency International, domiciliada en Berlín, con delegaciones en muchos países. De hecho, el 1 de febrero la "contra" de La Vanguardia entrevistaba a Manuel Villoria, miembro de la junta directiva de esa ONG. Afirma que España es el país más corrupto en la Europa de los Quince, después de Grecia e Italia. Y sugiere que "la diferencia esencial entre los políticos de los países menos corruptos, los nórdicos [anoto: menos creyentes que los mediterráneos], y los nuestros es que allí se sienten servidores públicos y aquí se sienten los amos".



El viernes pasado, Máximo publicaba una viñeta en ABC con este texto: "todos los hombres y mujeres corruptos son iguales". Mi osadía llega a criticarle por haberse sometido a esa corrupción de la lengua castellana, derivada de lo políticamente impuesto, que obliga a alargar innecesariamente las frases para reiterar lo obvio, por exigencia de los géneros... Aparte de eso, me permitiría añadir una coletilla orwelliana: "todos los corruptos son iguales, pero unos más que otros".



En ese contexto, no sé si es ingenuidad o cinismo la apelación a confiar en la justicia que repiten tantos líderes y tantos comentaristas. Hace unos días la prensa destacaba el indulto de una joven madre de familia que había usado una tarjeta de crédito ajena para dar de comer a sus hijos. La cuantía apenas superaba los doscientos euros. Para unos hechos sucedidos en 2007, los jueces dictaron sentencia ¡en 2012!, y el indulto llegaría en 2013. Con estos datos, ¿puede alguien confiar en que la administración de justicia española vaya a contribuir a la ética pública? Desde luego, yo no. Más aún, porque los procesos anticorrupción son muy complejos, y se eternizan.



Y eso sin contar la aparente politización de algunos jueces, y del empleo de lo que no sé si seguirá llamando "uso alternativo del derecho". Porque tiene bemoles que las ostensibles coacciones físicas y psíquicas de líderes sindicales puedan ser amparadas como manifestación del derecho de huelga o de expresión: y no es porque vayan contra una cadena de supermercados que se caracteriza por la ejemplaridad de sus relaciones laborales.



El fenómeno se agrava porque aquí nadie dimite, a diferencia de otros países: basta pensar en los casos recientes de un ministro británico (por una mentira en cuestión de tráfico, cuando algún condenado por hechos más graves sigue en la política española activa), o de una ministra alemán (por un plagio académico). A falta de ese abandono –temporal o permanente‑ de la vida pública, se traslada el enjuiciamiento a la prensa, que nunca ofrecerá la garantía jurídica de los jueces. Y tiene efectos "perversos" de incalculables consecuencias: la mayor credibilidad que el ciudadano tiene hoy en los periodistas, arrumba la presunción de inocencia; por otra parte, se tiende a valorar injustamente la dimisión como reconocimiento de culpa, sin distinguir entre responsabilidad política y jurídica.



Mucha culpa tienen los partidos políticos, que vienen haciendo oídos sordos a los informes del Tribunal de Cuentas que suele publicar el BOE. ¿Cuándo se convencerán de que sólo serán creíbles en esta materia cuando renuncien a la subvención pública? Entretanto, al menos, deberían practicar una seria transparencia. También en la concesión de los millares de licencias y subvenciones que pigmentan el mapa administrativo español. Ante el déficit de ética personal –lo único que resuelve de verdad los problemas, no estaría de más reducir las ocasiones de beneficiarse o beneficiar a los próximo con tanto dinero público, que es de todos.

lunes, febrero 18, 2013

Camino .











La Iglesia · Punto 524


¡Hay que romper a cantar!, decía un alma enamorada,

después de ver

las maravillas

que el Señor obraba

por su ministerio.

—Y yo te repito

el consejo: ¡canta!

Que se desborde en armonías tu agradecido entusiasmo por tu Dios.



sábado, febrero 16, 2013

Ideas madre del pontificado de Benedicto XVI.




A lo largo del pontificado, Benedicto XVI ha dejado una serie de líneas maestras, enseñanzas y hasta expresiones que han calado en la vida de la Iglesia. Destacamos algunas de estas contribuciones.








“Fe y razón se reencuentran de un modo nuevo”



La idea de que fe y razón se necesitan ha sido una de las más recurrentes en el magisterio de Benedicto XVI, de modo especial en su discurso en la Universidad de Ratisbona en 2006. Allí abogó por “ampliar nuestro concepto de razón y de su uso”, para evitar la ceguera de la razón ante los criterios que le dan sentido. “Sólo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir sus horizonte en toda su amplitud”. A su vez, la fe necesita el diálogo con la razón moderna.







“La dictadura del relativismo”



En la homilía que pronunció en la Misa al comienzo del Cónclave, como Cardenal Decano, apareció ya esta expresión “dictadura del relativismo”, que luego se haría célebre.







“Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última media solo el propio yo y sus ganas”.







“Nosotros, en cambio, tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo. ‘Adulta’ no es la fe que sigue las olas de la moda y la última novedad; adulta y madura es la fe profundamente radicada en la amistad con Cristo. Es esta amistad que nos abre a todo aquello que es bueno y nos da el criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre engaño y verdad”.







El problema hoy día es que “en nombre de la tolerancia se elimine la tolerancia”. Por ejemplo, declaraba en el libro Luz del mundo, “cuando en nombre de la no discriminación se quiere obligar a la Iglesia católica a modificar su postura frente a la homosexualidad o a la ordenación de mujeres, quiere decir que ella no debe vivir más su propia identidad y que, en lugar de ello, se hace de una abstracta religión negativa un parámetro tiránico al que todo el mundo tiene que adherirse”.







Vaticano II: “La hermenéutica de la reforma”



El modo de entender el Concilio Vaticano II ha sido uno de los temas cruciales de las tensiones en la Iglesia. El Papa quiso aclarar la “justa interpretación del Concilio”, su hermenéutica, en un importante discurso que dirigió a la Curia en su primer año de pontificado.







Contrapuso allí la “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura” y la “hermenéutica de la reforma”.Según la primera, “no habría que seguir los textos del Concilio, sino su espíritu”, ya que “los textos reflejarían sólo de manera imperfecta el verdadero espíritu del Concilio y su novedad, sería necesario ir audazmente más allá de los texto”. Para el Papa esto “deja espacio a toda arbitrariedad”.







En cambio, la hermenéutica de la reforma se basa en lo que proponía Juan XXIII al comienzo del Concilio: “Es necesario que esta doctrina cierta e inmutable, que debe ser respetada fielmente, se profundice y presente de manera que corresponda a las exigencias de nuestro tiempo”. Para Benedicto XVI, el Concilio buscaba esta “síntesis de fidelidad y de dinamismo”, de manera especial en tres ámbitos: definir de manera nueva la relación entre fe y ciencia moderna; entre la Iglesia y el Estado moderno; entre la fe cristiana y las religiones del mundo.







Nueva evangelización: “Redescubrir la alegría de creer”



Ante las dificultades que encuentra la fe en una sociedad secularizada, Benedicto XVI ha lanzado una propuesta audaz de nueva evangelización, para lo cual ha creado un dicasterio especial en el Vaticano y ha convocado un Año de la Fe. “El término ‘nueva evangelización’– dijo en el discurso dirigido a este organismo– recuerda la exigencia de una modalidad renovada de anuncio, sobre todo para aquellos que viven en un contexto, como el actual, donde los desarrollos de la secularización han dejado graves huellas incluso en países de tradición cristiana”.







“También para quien sigue vinculado a las raíces cristianas, pero vive la difícil relación con la modernidad, es importante hacer que comprenda que ser cristiano no es una especie de vestido que se lleva en privado o en ocasiones particulares, sino que se trata de algo vivo y totalizante, capaz de asumir todo lo que de bueno existe en la modernidad”.







En el documento en que convocaba el Año de la Fe, Benedicto XVI hacía un llamamiento a favor de “una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”.







La religión contribuye al debate ético en las democracias



En su visita histórica al Parlamento británico en 2010, Benedicto XVI pronunció un discurso que constituye un punto de referencia para analizar las relaciones entre religión y política. Frente a quienes confían en el mero consenso social como criterio suficiente para aprobar unas leyes, el Papa señaló que hay unas reglas éticas que son anteriores y superiores a la vida política, y que la democracia se debilita cuando las ignora.







“Sin la ayuda correctora de la religión –advirtió Benedicto XVI–, la razón puede ser también presa de distorsiones, como cuando es manipulada por las ideologías o se aplica de forma parcial en detrimento de la consideración plena de la dignidad de la persona humana”. Pero también es necesario el papel corrector de la razón “frente a expresiones deformadas de la religión, tales como el sectarismo y el fundamentalismo”.







Así pues, “se trata de un proceso en doble sentido”. El Papa quiso dejar claro que en el proceso político no debe haber una lucha entre la mentalidad secular y la religiosa en competencia para aplicar sus propias normas en el ámbito civil. “El mundo de la razón y el mundo de la fe –el mundo de la racionalidad secular y el mundo de las creencias religiosas– necesitan uno de otro y no deberían tener miedo de entablar un diálogo profundo y continuo, por el bien de nuestra civilización”.







Derecho: “¿Cómo sabemos lo que es justo?”



En su discurso en el Bundestag alemán en 2011 Benedicto XVI se preguntó sobre los fundamentos del Derecho:”¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente?”.



“Para gran parte de la materia que se ha de regular jurídicamente, el criterio de la mayoría puede ser un criterio suficiente. Pero es evidente que en las cuestiones fundamentales del derecho, en las cuales está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad, el principio de la mayoría no basta”.







La idea del derecho natural fue rechazada por el empeño de encerrar a “la razón en una visión positivista, que muchos consideran como la única visión científica”. Benedicto XVI reconoció que “la visión positivista del mundo es en su conjunto una parte grandiosa del conocimiento humano”, pero añadió que no es suficiente.







Para reconocer lo que es justo, el Papa propuso volver a “escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente”. “El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo”.







“La religión es una fuerza de paz”



Frente a quienes piensan que las creencias religiosas llevan dentro de sí un germen de fanatismo y de violencia, Benedicto XVI ha subrayado el valor de la religión como una fuerza positiva y promotora de la construcción de la sociedad civil y política.







El Papa siempre ha condenado cualquier intento de justificar la violencia por motivos religiosos. En la Jornada Mundial de la Paz de 2011 recordó con firmeza que “el fanatismo, el fundamentalismo, las prácticas contrarias a la dignidad humana, nunca se pueden justificar y mucho menos si se realizan en nombre de la religión. La profesión de una religión no se puede instrumentalizar ni imponer por la fuerza”.







Unos meses después, en su encuentro en Asís con los representantes de las religiones del mundo, volvió a insistir en la necesidad de “purificar constantemente la religión” para evitar un uso abusivo y distorsionado de la fe.







Frente a los extremos de la religión distorsionada y la anti-religión, Benedicto XVI clama que “la orientación del hombre hacia Dios, vivida rectamente, es una fuerza de paz”. Los creyentes contribuyen a reforzar la cohesión social cuando tienen presente que “el Dios en que nosotros los cristianos creemos es el Creador y Padre de todos los hombres, por el cual todos son entre sí hermanos y hermanas y forman una única familia”.







Necesidad de conversión en la Iglesia



Su amor a la Iglesia no le ha impedido reconocer los males que era necesario rectificar, como lo demostró su postura inflexible contra los abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Tuvo que enfrentarse al estallido de los casos de pederastia, que en su mayor parte se remontaban varias décadas atrás. Benedicto XVI reconoció el dolor de las víctimas, se reunió con ellas en diversas ocasiones, pidió perdón y dio normas estrictas para sancionar y prevenir estos casos, sin ocultarlos. Su carta a los católicos de Irlanda es una buena síntesis de su actitud.







Frente a los que piden más reformas estructurales en la Iglesia, Benedicto XVI ha destacado siempre que ninguna reforma será eficaz en la Iglesia si no hay una conversión interior, a la que están llamados todos los fieles. Por eso, indicaba que la convocatoria de el Año de la Fe “es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor”.







Dialogar con todos



Aunque Benedicto XVI se ha mostrado siempre firme en su defensa de la fe, ha procurado limar asperezas y tender puentes dentro y fuera de la Iglesia. Movido por un afán de unidad, ha intentado atraer a quienes por un motivo u otro se habían apartado de Roma.







Respondiendo a peticiones de sectores anglicanos, no ha tenido inconveniente en ofrecerles dentro de la Iglesia católica un Ordinariato en el que pueden conservar sus tradiciones litúrgicas. Ha intentado atraer a los lefebvrianos, permitiéndoles la liturgia anterior al Vaticano II y levantando la excomunión a los obispos que han aceptado la autoridad del Papa, pero no ha logrado obtener una respuesta definitiva a su oferta de unidad. En la misma línea, ha intentado superar las divisiones en la Iglesia en China, levantando la excomunión a los obispos que reconocen el primado del Papa, aunque hayan sido nombrados por el gobierno.







Hacia fuera de la Iglesia católica, ha seguido el empeño ecuménico y mejorado las relaciones con otras confesiones. Como botón de muestra, el arzobispo ortodoxo Hilarión, responsable de las relaciones exteriores del Patriarcado de Moscú, ha dicho respecto a sus encuentros personales con el Papa: “me asombró su actitud sosegada y reflexiva, su sensibilidad ante las cuestiones que planteábamos, su deseo de resolver juntos los problemas que surgen en nuestras relaciones”.







También ha sabido dialogar con los no creyentes, invitándoles a hablar en encuentros como el de Asís o en la iniciativa del “Atrio de los gentiles”, algo que ha movido a decir a la escritora francesa Julia Kristeva: “Hemos comprendido que se ha terminado el tiempo de la sospecha” entre creyentes y no creyentes.







Enlace a la noticia: http://www.aceprensa.com/articles/ideas-madre-del-pontificado-de-benedicto-xvi/

viernes, febrero 15, 2013

Es lo mismo convivir que casarse????



Zenit entrevista al secretario del Pontificio Consejo para la Familia




Mons. Laffitte: «Cuando dos jóvenes se quieren y conviven, creen tener algo que solamente el matrimonio podría ofrecer»

San Valentín se festeja en todo el mundo. En la ciudad italiana de Terni, tierra de este santo, se congregan miles de enamorados que se juran fidelidad sobre la tumba del santo, y matrimonios que celebran sus bodas de plata y de oro. Más allá de las promesas y la ocasión para intercambiarse regalos hay algo muy profundo. La agencia católica Zénit se lo pregunta al secretario del Pontificio Consejo para la Familia, monseñor Jean Laffitt



(Zenit/InfoCatólica) –¿Cuál es el sentido más profundo del noviazgo?



Mons. Laffitte: El noviazgo tiene un sentido muy profundo, comienza cuando dos jóvenes que sienten amor el uno por el otro, que se han declarado y que experimentan el deseo de vivir juntos por toda la vida, quieren casarse.



Empieza así para ellos un cierto tiempo de preparación y la Iglesia lo prevé antes del matrimonio. Entretanto es un tiempo que tiene un particular sentido, porque es el tiempo de la promesa y no el de vivir juntos.



–¿Hay diferencia entre ser novios y convivir, como sucede muchas veces en Occidente?



Hay una buena diferencia, la promesa no es aún el compromiso definitivo, por lo tanto no crea un derecho absoluto para la vida común futura. Significa caminar juntos para que el compromiso se realice en las mejores condiciones posibles. Indica un tiempo de preparación, de crecimiento, profundización y maduración. El sentimiento tiene que transformarse en una decisión libre de empeñarse por toda la vida, porque el noviazgo no es donarse si mismo, sino que prepara para el don de si mismo.



–¿Hoy cuál es el problema?



La falta de conciencia que existe entre la promesa y el gozar de los bienes propios del matrimonio, o sea la convivencia. Cuando dos jóvenes se quieren y conviven, creen tener algo que solamente el matrimonio podría ofrecer. El don de si mismo al otro significa que el futuro de uno le pertenece al otro, y el otro entra en mi libertad y en mi futuro. En cambio cuando no se convive, cuando aparece una dificultad uno puede decir: hemos pasado un bonito tiempo juntos, quedémonos como amigos.



–¿Y cuáles son las consecuencias de una convivencia pre matrimonial?



Es doble. Primero porque uno no se prepara debidamente al don de si mismo y se ha apropiado de la disponibilidad del otro de manera indebida. Y el segundo problema es una situación –y las madres de familia me entenderán bien– que es más desfavorable para las jóvenes que para los muchachos. Porque no dan la misma cosa, mientas que en el matrimonio ambos tienen que dar. No hay igualdad de expectativas.



–¿El invierno demográfico es favorecido por esta convivencia prematrimonial?



Seguramente, porque esto atrasa mucho el nacimiento del primer hijo y además porque se toma la costumbre de vivir la sexualidad sin apertura a la vida, por lo tanto con métodos anticonceptivos, por no decir nada peor. Y usar la propia sexualidad en la modalidad contraceptiva hace que las personas no se preparen al don de acoger la vida.



Es curioso además ver que las parejas que convivieron por un cierto número de años, cuando se casan tienen una tendencia a la separación y al divorcio en los dos primeros años. Es raro...



–Las relaciones pre matrimoniales con efectos colaterales pesados...



Mientas se presenta a la convivencia como una manera inocente para que se conozcan bien, en verdad no lo es. Y cuando se casan descubren que no tienen ya la libertad que existía antes. En cambio tuvieron la totalidad del gozo o de la retribución afectiva de la persona del sexo opuesto. Los estudios demuestran que hay más hipofertilidad en esos casos, quizás un fenómeno psicológico, o relacionado con la edad o porque cuesta más.



–¿Cómo vivir bien la fiesta de San Valentín?



Más allá del lado festivo, uno se debe preguntar, ¿que espero de la relación amorosa que tengo? ¿cuál es el verdadero deseo de mi corazón? Y los adultos y otras personas que siguen a los jóvenes que se van a casar les tienen que ayudar a entender cuál es la expectativa más profunda.



–¿Hay una dimensión del amor y de la fidelidad que está en la naturaleza humana?



Juan Pablo II decía que el mayor de los deseos es el de amar y ser amado, y él se refería a la dimensión fundamental de la vida. No existe por ejemplo, ningún adolescente del mundo que cuando se enamora por primera vez, digamos a los 16, 17 años, no tenga el deseo de que lo que está viviendo dure toda la vida. El deseo de un amor para siempre es enteramente natural en el hombre.



Cuando se ayuda a los jóvenes a interrogarse qué quieren realmente, entonces se dan cuenta que el flirteo en una noche en la discoteca o en la universidad pudo ser divertido pero no sació el deseo que existe en su corazón.

Ser bueno....






Los poderes del Estado.






jueves, febrero 14, 2013

Qué maravilla.











En homenaje a mis hermanas gemelas.


La foto es de un artículo llamado “El Abrazo Salvador”. El artículo detalla la primera semana de vida de una pareja de gemelas prematuras. Cada una estaba en sus respectivas incubadoras, pero sólo una tenía expectativas de poder vivir, pues de la otra no se esperaba que sobreviviera. Una enfermera del hospital luchó por conseguir, contra las reglas del hospital, que ambas pudieran ser colocadas en la misma incubadora. Cuando se colocan juntos, la más sana de las dos, pasó un brazo por encima de su hermana en un abrazo entrañable. El corazón del bebé más pequeño se estabilizó y la temperatura se elevó a la normalidad, logrando salvarle la vida.

Razón de amor.



Escrito por Paco Sánchez


12 de febrero de 2013 a las 10:23h





Era libre para aceptar y libre para renunciar. Hizo ambas cosas: aceptó en el 2005, con 78 años, y renunció ayer, con 85. Dos decisiones tremendas: dudo que nadie sea capaz de ponerse en la cabeza y en el corazón de un hombre que sueña con retirarse a descansar y escribir, pero de pronto deviene papa, oficio poco compatible con tales aspiraciones, especialmente a los 78 años. Y luego, ya con 85, la duda tremenda de conciencia: «¿Debo seguir?», «¿renuncio porque quiero descansar, porque no puedo más o porque es lo que Dios pide, el mismo Dios ante el que pronto tendré que rendir cuentas?».



Benedicto XVI escribió tres encíclicas en siete años: dos sobre el amor y una sobre la esperanza, como si esas dos fueran a la vez las grandes dolencias de nuestro mundo y sus grandes remedios: amor y esperanza contra las plagas de desamor y desesperación. De ahí su empeño en volver a explicar a Jesús de Nazaret, que es Dios y es amor -como dice el título de su primera encíclica- y es hombre. Quizá su pontificado pueda resumirse en esto, en volver a Jesús. Frente a la percepción simplificada de la Iglesia como un conjunto casposo de normas morales, principalmente de carácter sexual, Ratzinger propone al mismo Cristo. Y frente al sentimentalismo relativista, tan inseguro como angustioso, reivindica el papel decisivo de la razón: Caritas in Veritate se titula su tercera encíclica.



Joseph Ratzinger pasará a la historia como uno de los más grandes teólogos de nuestra época, pero también como uno de los intelectuales que mejor supo entender y diagnosticar las crisis de nuestro tiempo. Crisis de la inteligencia y del amor. Justo las dos claves que explican la grandeza de su generosa aceptación en el 2005 y de su renuncia ayer.



Publicado en La Voz de Galicia, 12.febrero.2013

miércoles, febrero 13, 2013

Un artículo de Messori sobre el Papa.



Messori explica el sentir del Papa: «Somos siervos inútiles; Cristo es el que salva a la Iglesia»




El periodista que mejor conoce a Joseph Ratzinger-Benedicto XVI responde al interrogante que muchos se han hecho: "¿No era más «cristiano» seguir el ejemplo del beato Juan Pablo II?".





Actualizado 13 febrero 2013

Vittorio Messori, el famoso periodista italiano autor de la entrevista a Juan Pablo II "Cruzando el umbral de la esperanza", y del libro-diálogo "Informe sobre la fe" al entonces cardenal Ratzinger, ha escrito un extenso análisis en el Corriere della Sera, que reproduce en exclusiva en español Religión en Libertad.



Messori responde al interrogante que muchos se han hecho: "¿No era más «cristiano» seguir el ejemplo del beato Wojtyla, esto es, la resistencia heroica hasta el final, en vez del ejemplo de san Celestino V? Gracias a Dios, son muchas las historias personales, muchos los temperamentos, los destinos, los carismas, las maneras de interpretar y vivir el Evangelio. Grande, a pesar de lo que piensen quienes no la conocen desde dentro, grande es la libertad católica".



"Le toca a Él dirigirla"

"Muchas veces, -señala Messori- el entonces cardenal me repitió, en las entrevistas que tendríamos a lo largo de los años, que quien se preocupa demasiado por la difícil situación de la Iglesia (¿cuándo no lo ha sido?) demuestra no haber entendido que ésta pertenece a Cristo, es el cuerpo mismo de Cristo. Por tanto, le toca a Él dirigirla y, si es necesario, salvarla. «Nosotros», me decía, «solamente somos palabra del Evangelio, siervos, y por añadidura inútiles. No nos tomemos demasiado en serio, somos únicamente instrumentos y, además, a menudo ineficaces. No nos devanemos demasiado los sesos por el futuro de la Iglesia: realicemos hasta el final nuestro deber, Él pensará en lo demás».



La humildad de pasar el testigo

"Existe también, por encima de todo quizás, esta humildad, en la decisión de pasar el testigo: el instrumento va a desaparecer, el Dueño de la mies (como le gusta llamarlo, con términos evangélicos) necesita nuevos operarios, que, por tanto, lleguen, conscientes eso sí, de ser sólo servidores. En cuanto a los ancianos ahora ya extenuados, den el trabajo más valioso: el ofrecimiento del sufrimiento y el compromiso más eficaz. El de la oración inagotable, esperando la llamada a la Casa definitiva".



Un nuevo servicio a la Iglesia

"Decían las últimas palabras del anuncio de ayer: «También en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria». En los años de pontificado ha repetido a menudo: «El corazón de la Iglesia no está donde se proyecta, se administra, se gobierna, sino donde se reza»".



"Por tanto, su servicio a la Catholica no sólo continua, sino que, en la perspectiva de la fe, se hace aún más relevante: si no ha elegido un monasterio lejano —quizá en Baviera o el de Montecassino, que el Papa Wojtyla había pensado como último recurso—, es posiblemente para dar testimonio, también con la cercanía física a la tumba de Pedro, cuánto desea permanecer junto a la Iglesia, a la que quiere donarse hasta el final".



El Día Mundial del Enfermo

Messori recuerda que el Papa ha elegido la fecha del 11 de febrero, aniversario de la primera aparición de la Virgen en Lourdes, por ser el Día Mundial del Enfermo.

"Ha dicho Ratzinger, en el latín de la breve y sorprendente declaración: «He llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino»".



"Por tanto, ¿qué día podía ser más adecuado para tomar conciencia delante del mundo de su propia infirmitas de anciano que el dedicado a la Virgen de Lourdes, protectora de los enfermos? En el fondo, también en esto se da un signo de solidaridad fraterna para todos aquellos que, por enfermedad o por edad, no pueden contar más con sus propias fuerzas".



No hará sombra al nuevo Papa

Por último, el periodista italiano subraya que "si la permanencia en el Vaticano fuese permanente, la discreción proverbial de Joseph Ratzinger asegura que no existirá ninguna interferencia con el gobierno del sucesor. Estamos convencidos de que rechazará incluso el papel de «consejero» lleno de años, pero también de experiencia y de sabiduría, incluso aunque hubiera peticiones explícitas del nuevo papa reinante. En su perspectiva de fe, el único verdadero «consejero» del pontífice es el Espíritu Santo que, bajo la bóveda de la Sixtina, le ha señalado con el dedo".