Estás en un blog espumoso, intimista, paradójico; de lo humano y de lo divino. No soy mejor que tú... Me propongo hablar a la cara y que me hables a la cara, sin caretas, sin retorno, a quemarropa... blog del Profesor Tirapu
sábado, enero 21, 2023
martes, enero 17, 2023
Compendio de fe cristiana.
https://opusdei.org/es-es/article/sintesis-doctrina-fe-catolica/
36 textos que sintetizan la fe católica
Libro electrónico «Síntesis de la fe católica», que aborda algunas de las principales verdades de la fe. Son textos preparados por teólogos y canonistas con un enfoque primordialmente catequético, que remiten a la Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica, las enseñanzas de los Padres y el Magisterio.
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Sumario del libro «Síntesis de la fe católica»
Este libro electrónico desea ser un recurso más para facilitar el conocimiento del mensaje evangélico. Contiene resúmenes breves de las principales enseñanzas de la Iglesia católica.
Son textos preparados por teólogos y canonistas con un enfoque primordialmente catequético. De ahí que la fuente principal sean la Sagrada Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica, así como las enseñanzas de los Padres de la Iglesia y del Magisterio.
En el fondo del espíritu humano encontramos una nostalgia de felicidad que apunta a la esperanza de un hogar, de una patria definitiva.
Tema 2. El porqué de la Revelación
En el hombre existe un deseo natural de alcanzar un conocimiento pleno de Dios, que no es capaz de conocer sin la ayuda de Dios.
Tema 3. El desarrollo de la Revelación
Dios se ha revelado poco a poco al hombre y ha culminado su revelación con la encarnación.
La creación es a la vez un misterio de fe y una verdad accesible a la razón.
Tema 5. La Providencia de Dios
Es lícito preguntarse por la posibilidad y la efectividad de las intervenciones divinas en nuestro mundo.
Tema 6. El ser humano, imagen de Dios
El hombre es la única criatura capaz de conocer y de amar más allá de lo material y finito.
La Iglesia considera que la libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre.
Tema 8. El dominio sobre la creación. El trabajo. La ecología.
Dios otorga al hombre el señorío sobre el mundo y le manda ejercerlo. La tutela del medio ambiente es una obligación moral que incumbe a cada persona y a toda la humanidad.
Tema 9. El hombre creado por Dios como varón y mujer
El ser humano es persona por ser humano. La igualdad de las personas debe expresarse en el respeto a cada uno y a los colectivos.
Tema 10. El pecado y la misericordia de Dios
La pérdida del sentido del pecado ha llevado a la pérdida de la necesidad de salvación, y de ahí al olvido de Dios por indiferencia.
Tema 11. El testimonio evangélico
Jesús envió a los apóstoles al mundo entero para «predicar el Evangelio a toda criatura». El contenido de ese Evangelio era lo que dijo e hizo Jesús en su vida terrena.
Jesús es el Hijo Único de Dios que se ha hecho hombre por nuestra salvación. Es perfecto Dios y perfecto hombre.
Tema 13. Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo
Jesús aceptó libremente los sufrimientos físicos y morales impuestos por la injusticia de los pecadores.
Tema 14. El Espíritu Santo y su acción en la Iglesia
La acción del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia por medio de los sacramentos. Solemos decir que el Espíritu Santo es como el alma de la Iglesia.
Tema 15. La Iglesia, fundada por Cristo
La Iglesia es la comunidad de todos los que han recibido la gracia regeneradora del Espíritu por la que son hijos de Dios.
Tema 16. La constitución jerárquica de la Iglesia
La Iglesia es una sociedad estructurada donde unos tienen la misión de guiar a los otros.
Tema 17. La Iglesia y el mundo
La Iglesia es inseparablemente humana y divina. Vive y actúa en el mundo, pero su fin y su fuerza no están en la tierra, sino en el Cielo.
Tema 18. La Doctrina Social de la Iglesia
La buena nueva de la salvación exige la presencia de la Iglesia en el mundo. El Evangelio constituye de hecho un anuncio de transformación del mundo de acuerdo con el designio de Dios.
Tema 19. La resurrección de la carne
El enigma de la muerte del hombre se comprende solamente a la luz de la resurrección de Cristo y de nuestra resurrección en Él.
Los sacramentos son signos eficaces de la Gracia. La Gracia santificante es una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios.
Tema 21. Bautismo y Confirmación
Un cristiano bautizado y confirmado está destinado a participar en la misión evangelizadora de la Iglesia en virtud de estos sacramentos.
La Eucaristía hace presente a Jesucristo: Él nos invita a acoger la salvación que nos ofrece y a recibir el don de su Cuerpo y de su Sangre como alimento de vida eterna.
La Santa Misa hace presente en el hoy de la celebración litúrgica de la Iglesia el único sacrificio de nuestra redención.
Tema 23. La Penitencia y la Unción de los enfermos
La Penitencia es un sacramento específico de curación y salvación.
Tema 24. El matrimonio y el Orden Sacerdotal
El matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor. Mediante el sacramento del orden se confiere una participación al sacerdocio de Cristo.
Tema 25. La vida cristiana: la ley y la conciencia
La ley eterna, la ley natural, la Nueva Ley o Ley de Cristo, las leyes humanas políticas y eclesiásticas son leyes morales en un sentido muy distinto, aunque todas ellas tienen algo en común.
Tema 26. El sujeto moral. La moralidad de los actos humanos
Solo las acciones voluntarias son objeto de una valoración moral propiamente dicha. Es parte fundamental de la formación y de la vida cristiana la educación del complejo mundo de los sentimientos.
Tema 27. La acción del Espíritu Santo: la gracia, las virtudes teologales y los mandamientos
La vida cristiana es la vida del hombre como hijo de Dios en Cristo por medio del Espíritu Santo.
Tema 28. Primer y segundo mandamientos
El primer mandamiento del Decálogo tiene una importancia existencial: es el único fundamento posible para configurar una vida humana lograda.
Tema 29. El tercer mandamiento
El hombre, que está llamado a participar del poder creador de Dios perfeccionando el mundo por medio de su trabajo, debe también cesar de trabajar el día séptimo, para dedicarlo al culto divino y al descanso.
Tema 30. Cuarto mandamiento. La familia
El cuarto mandamiento es un punto de enlace y tránsito entre los tres anteriores y los seis posteriores: en las relaciones familiares se continúa en cierto modo aquella misteriosa compenetración entre el amor divino y el humano que está en el origen de cada persona.
Tema 31. El quinto mandamiento
Nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente.
La sexualidad afecta al núcleo íntimo de la persona humana. La verdadera educación a la castidad ayuda a reflexionar sobre los valores personales y morales que entran en juego en las relaciones afectivas con las demás personas.
Tema 33. El séptimo y octavo mandamientos
La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo. Son importantes tanto la templanza, como la justicia y la solidaridad.
Tema 34. El noveno y el décimo mandamientos
El noveno y décimo mandamientos se refieren a los actos internos correspondientes a los pecados contra el sexto y el séptimo mandamientos. Los pecados internos pueden deformar la conciencia.
Tema 35. La oración en la vida cristiana
El Catecismo distingue entre oración vocal, meditación y oración de contemplación. Las tres tienen en común un rasgo fundamental: el recogimiento del corazón.
Tema 36. La oración del Padre Nuestro
Con la oración del Padre Nuestro, Jesús quiere hacer conscientes a sus discípulos de su condición de hijos de Dios.
jueves, enero 12, 2023
viernes, enero 06, 2023
Ocáriz y el papa Benedicto.
Mons. Ocáriz: “Demos gracias a Dios por Benedicto XVI, un humilde trabajador de la viña del Señor”
El prelado del Opus Dei colaboró con el cardenal Ratzinger desde que, en 1986, fue nombrado consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En este artículo, Mons. Fernando Ocáriz recuerda la figura del difunto Papa emérito.
Con el fallecimiento de Benedicto XVI nos deja un sacerdote, un teólogo, un obispo, un cardenal y un Papa que se veía a sí mismo como “un humilde trabajador de la viña del Señor”. Junto al dolor, es natural que demos gracias a Dios por su vida y sus enseñanzas. La última lección del pontífice alemán ha sido la discreción y sobriedad con que ha vivido desde 2013, en actitud de oración.
Desde que le conocí personalmente en 1986, cuando comencé a colaborar como consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, me llamó la atención su disponibilidad para escuchar a todos. Tuve la oportunidad de estar a solas con él en bastantes ocasiones, tanto por asuntos de la Congregación como por otras cuestiones. En esos encuentros nunca era él quien daba por terminada la conversación, o hacía notar que le esperaban otros asuntos. Edificaba percibir la gran consideración que le merecían las opiniones de los demás, aunque en ocasiones fueran distintas a las suyas. Se le podían exponer con toda tranquilidad pareceres contrarios y no se molestaba, a pesar de que vinieran de un interlocutor de menor edad, preparación o experiencia. Lo que realmente le importaba era la verdad; así llevaba grabada en su lema episcopal unas palabras de san Juan: Cooperatores veritatis (3 Juan, v. 8).
Era ejemplar su amor a la Iglesia y al Papa, que iba más allá de lo afectivo. Recuerdo, por ejemplo, cuando Mons. Lefebvre aceptó lo que se le propuso y poco después se echó para atrás. Ante este hecho, al cardenal Ratzinger le salió del alma exclamar con pena: “¡Cómo no se dan cuenta de que sin el Papa no son nada!”.
Su humildad y su amor al Señor le hicieron capaz de responder con un “sí” a lo que el Señor y la Iglesia le pedían. Es conocido que, en varias ocasiones, presentó su renuncia a san Juan Pablo II, para que lo sustituyera por otra persona más joven y con más vitalidad física. Ante la petición del Papa de que siguiera en el cargo, el cardenal Ratzinger no dudó.
Al poco de ser elegido para la sede de Pedro, contó que cuando falleció san Juan Pablo II pensó que ya podría retirarse a su Alemania natal para dedicarse a la oración y al estudio. Pero el Señor tenía otros planes, y tuvo que escuchar, referidas a sí mismo, las palabras del capítulo 21 del evangelio de san Juan: “Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”.
De la misma manera, supo hacerse a un lado cuando, en la presencia de Dios, vio que ya no podría ejercer de manera adecuada las exigentes responsabilidades que conlleva la misión de sucesor de Pedro. Como todos, recibí la noticia de su renuncia con una mezcla de pena y de cariño hacia este gran sucesor de san Pedro. En los últimos meses se veía cómo iban disminuyendo sus fuerzas físicas, pero no así su lucidez mental y su serenidad de espíritu, su sencillez y su amabilidad.
Ese saber desaparecer, sirviendo a la Iglesia con su oración silenciosa, ha sido la nota característica de estos últimos años después de su renuncia. He tenido la oportunidad de visitarle en algunas ocasiones en su residencia en los jardines vaticanos: se le notaba interesado por los demás y centrado en la oración. Como él mismo dijo, se sentía un peregrino en camino a la casa del Padre, hacia el abrazo de Cristo, objeto de su amor y de sus largos años de estudio.
En sus casi ocho años de pontificado, Benedicto XVI nos ha dejado un gran patrimonio espiritual y doctrinal, formado por las encíclicas, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate; además de abundantes exhortaciones apostólicas y homilías. Es enormemente rico el magisterio realizado a través de las audiencias de los miércoles, como el referido a la Iglesia, a los Apóstoles y a los Padres de la Iglesia, o el ciclo de audiencias sobre la oración, que constituye un tratado de gran belleza y profundidad sobre el diálogo con Dios.
Toda su vida podría recapitularse en una preciosa frase que pronunció en la misa de inicio de su ministerio petrino: “No hay nada más bello que dejarse alcanzar por el Evangelio, por Cristo”. Para él, la felicidad “tiene un nombre, tiene un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía”.
Benedicto XVI condujo la barca de la Iglesia por el mar de la historia con los ojos puestos en Jesucristo, en los “días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante y momentos en los que las aguas se agitaban, el viento era contrario, y el Señor parecía dormir”. Pero sabía que la barca era de Cristo.
Benedicto XVI ha sido “una de esas luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo orientación para nuestras vidas”, como tan bellamente expresaba en la encíclica Spe Salvi.
Su trabajo en la viña de la Iglesia le habrá hecho merecedor de las amorosas palabras de Cristo: “Ven, siervo bueno y fiel, entra en la casa de tu Señor”.