Limosnas.

Esperaba a mis sobrinos, se me acercó una pareja de búlgaros,eso dijeron. Querían llegar a Vitoria y necesitaban ayuda, no demasiada mala pinta. Les dí algo. Asaltaron a otra señora y acabó dándoles. Me dijo, no sé si he hecho bien, pero también tiene mérito pedir. Algunos son partidarios de no dar, hay suficientes servicios sociales para atenderles y seguramente te timan o se lo gastan en vino o droga. Yo me conmuevo,y a veces doy, sabiendo que lo querrán para algo. Algunos son muy pesados pidiendo y se les ve con buenas condiciones para trabajar. Una vez una rumana me pidió leche para su hijo, no le dí dinero, entré en una tienda y compramos tres litros y alguna chocolatina que también le gustaba. No sé que hacer, pero da mucha pena elproblema de los sintecho. En Canadá hablé con uno, alcohólico desde la muerte de su mujer, tenía historia, hijos, a su modo era feliz y con la cerveza que le invité vibraba. Mereció la pena. También doy a los del metro que cantan o tocan algún instrumento, se lo curran al menos.