Mi hermana tiene cinco hijos muy majos. La ministra invisible, no ha hecho ni el huevo, más que acuñar el término familia unipersonal y solución habitacional, la de vivienda, sugería 30 m cuadrados por persona. Mi hermana , su marido y cinco niños equivalen a 210 m2 y al menos cuatro baños. Haz algo ministra . Odón Elorza es el alcalde de San Sebastián, le felicito porque la ciudad mejora, pero a la vez es muy dependiente de la moda y aparte de bodas gay, qué avalancha una en Sevilla, que necesidad social, lo de la vivienda sí que es serio. Pues decía que Odón se ha plegado al nacionalismo, abandona a su partido, a sus votantes del Psoe y Pp y además regala casas a quince millones de pesetas por sorteo, una de éstas le tocó a una chica, hija de farmaceútico, pero que figura sin trabajo. Por qué no fomentas la natalidad e incluyes niños, discapacitados,ancianos y otras cuestiones. La otra gemela llamó desde Colonia, llorando, nunca se vio tan emocionada por estar con el Papa. Viva Benedicto.
¿Qué, Dani, andas por Sanse? ¡Qué suerte! Otros con el calorcillo andalú... y otros en Colonia, con la fresquita.
ResponderEliminarEn fin, seguimos vivos en la blogosfera ¿eh? Que no decaiga.
Un saludo profesor , fin de vacaciones .
ResponderEliminarAunque no va con el tema,
ResponderEliminarNúmero 897 II época BUSCAR en ESD BUSCAR en Internet sábado, 20 de agosto de 2005
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19 de agosto de 2005. El pasado 16 de agosto moría Roger Schutz, el "Hermano Roger", un sacerdote protestante que desde los años cuarenta vivía entregado a la oración en Taizé, aldea francesa donde había fundado un centro de espiritualidad internacionalmente reconocido. Roger de Taizé tenía 90 años. Sin embargo, la suya no ha sido una muerte apacible: fue asesinado por una perturbada rumana que le asestó varias puñaladas. De algún modo, es como si no se le hubiera querido ahorrar el trance del martirio.
La singularidad de la comunidad ecuménica de Taizé reside en que se trata de una orden monástica informal e inter-cristiana, es decir, compuesta por miembros de las distintas iglesias –católica romana, ortodoxa, calvinista, luterana, etc.- nacidas del Evangelio. Con el tiempo, la comunidad de Taizé se convirtió en un centro internacional de oración y peregrinación que todos los años recibe a millares de personas, especialmente jóvenes, y no sólo cristianos. La obra del Hermano Roger siempre ha despertado muchas más simpatías en Roma que entre los "reformados": Juan XXIII le invitó al Concilio Vaticano II; sus meditaciones son seguidas muy de cerca por grupos como los marianistas; Juan Pablo II alabó su trabajo por la unidad de los cristianos y le recomendó que siguiera fiel a su origen luterano; en los funerales de Juan Pablo II, Roger tomaba la comunión de manos del cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI. En unos tiempos en los que la unidad de los cristianos se ha convertido en horizonte mayor de la Iglesia, Roger representaba una vía de abrazo a través de la oración y el espíritu. Esto otorga a su vida una relevancia muy particular. Y hace que su muerte cobre dimensiones trascendentales.
En el obituario del monje, casi todas las voces se han entregado a interpretaciones de carácter polémico, con eso que se llama "segunda intención". Básicamente, se trata de presentar a Roger como un disidente enfrentado con Roma, como un espejo de virtudes elementales –sencillez, pobreza, etc.- por oposición al boato litúrgico romano, como un ejemplo de tolerancia y apertura a todas las creencias frente al cerril dogmatismo papal. Se trata de tópicos que no resisten la confrontación con la realidad, pero nada de eso importa en unas redacciones demasiado acostumbradas a juzgar el mundo según sus propios prejuicios. Uno lee ciertas páginas y se diría que acaba de morir el santo patrón de lo políticamente correcto; ese mismo santo patrón del que en España, curiosamente, nadie, ningún periódico, ninguna cadena de televisión, había dicho una palabra jamás, y cuya obra sólo era bien conocida dentro de los círculos más activos del compromiso religioso y concretamente en el ámbito católico. Digamos simplemente esto: el Hermano Roger había escogido su tipo de vida, monástica, pura oración, precisamente para elevarse sobre todas esas miradas humanas, demasiado humanas, como las que ahora la prensa deposita sobre él. Miradas que, con toda seguridad, habrían sido mucho menos ruidosas si Roger Schutz hubiera fallecido de muerte natural, y no asesinado por una perturbada.
Verdaderamente, el periodismo es malo para la fe.
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La singularidad de la comunidad ecuménica de Taizé reside en que se trata de una orden monástica informal e inter-cristiana, es decir, compuesta por miembros de las distintas iglesias –católica romana, ortodoxa, calvinista, luterana, etc.- nacidas del Evangelio. Con el tiempo, la comunidad de Taizé se convirtió en un centro internacional de oración y peregrinación que todos los años recibe a millares de personas, especialmente jóvenes, y no sólo cristianos. La obra del Hermano Roger siempre ha despertado muchas más simpatías en Roma que entre los "reformados": Juan XXIII le invitó al Concilio Vaticano II; sus meditaciones son seguidas muy de cerca por grupos como los marianistas; Juan Pablo II alabó su trabajo por la unidad de los cristianos y le recomendó que siguiera fiel a su origen luterano; en los funerales de Juan Pablo II, Roger tomaba la comunión de manos del cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI. En unos tiempos en los que la unidad de los cristianos se ha convertido en horizonte mayor de la Iglesia, Roger representaba una vía de abrazo a través de la oración y el espíritu. Esto otorga a su vida una relevancia muy particular. Y hace que su muerte cobre dimensiones trascendentales.
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