sábado, agosto 26, 2006

Hikimori


No es una bella historia oriental.Parece que así se llaman los adolescentes suicidas japoneses. Ya se han contabilizado más de seis mil. Chicos y chicas, sin hermanos, con padres que no ven, con móvil,microondas, play station y sobre todo ordenador. En los chats descubren amigos, amigas maravillosos, que no tocan, que no ven más que por cámara. LLegan a la conclusión de que esta vida no tiene sentid, que no se les quiere demasiado y deciden suicidarse juntos, con un buen plan, para ver si en la otra vida les va mejor. Saben hacer bombas, suicidarse sin llamarla atención, sin dolor.Se conocen, no para vivir, sino para morir. Que triste. Nada que ver con esos negrazos que llegan en Cayucos y se aferran a la vida con sus dientes de marfil. Que no cunda el ejemplo. La virtud de la esperanza es la gran olvidada a veces.

3 comentarios:

  1. ¡Qué distintos estos dos últimos post!
    ¡Gracias por los dos!
    Uno, el primero, anima y alegra. El segundo... nos ensancha el espacio del corazón, y exige un ahondar de la mirada.

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  2. La felicidad, ese anhelo que siempre tenemos presente en nuestra vida, que cuando lo conseguimos resulta tan fugaz; y si no conseguimos hacemos lo posible por obtenerlo. Unos optan por las pateras; otros por suicidios colectivos... Resulta sorprendente ver hasta donde es capaz de llegar el ser humano.
    Sin pretender soltar ningún tronco, una cosa parece evidente: los bienes materiales no dan la felicidad. Caraacara nos mostraba el ejemplo nipón. Recordar el ejemplo de los países nórdicos, donde Finlandia está a la cabeza en número de suicidios al año, y nos precisamente una sociedad atrasada económicamente, aunque quizás si desde un punto de vista moral.

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