viernes, mayo 11, 2007

Maestros y discípulos.
















Tengo la suerte de conocer y tratar a Pepe Morales, jurista y teólogo, el mejor experto del mundo en Newman e historia y teología de las religiones. Jubilado, pero en plena forma mental y laboral , ha escrito sobre verdaderos maestros y verdaderos discípulos. Lo primero que debe enseñar el maestro, si verdaderamente lo es, es humanidad. Esa es la enseñanza trascendental, entendido este término en un sentido último, que distingue lo que es categorial o predicamental. Categoriales serían los contenidos concretos y detallados de educación, la docencia y las transmisión de un materia determinada. Humanidad es lo trascendente en la educación, lo que hace válidas y justifica la enseñanza de las cuestiones particulares. Agassi, no el tenista sino un destacado discípulo de Popper se refiere a éste así: "de él aprendí cómo hay que escribir y cómo no hay que escribir,cómo hay que argumentar y cómo no debe hacerse, que es importante y qué no lo es, y cómo hacer uno su trabajo lo mejor posible". A su vez el Maestro descubre poco a poco al discípulo como persona. No puede tratarle con simple condescencia, ni adoptar modos y estilos que se tienen con un sirviente o secrataria, llevar el café, darle diez minutos de egolatría. Se descubre que en el dicípulo hay mucho más de lo que él es capaz de comprender y de captar en la más aguda de las suposiciones. Su discípulo es un mundo en sí mismo y debe entrar en ese mundo con suavidad y delicadeza,que no excluyen la decisión y la firmeza. Así han sido mis maestros y procuro ser con mis discípulos.

2 comentarios: