Hoy es su fiesta. Tiempos difíciles en Francia, de desprecio de lo cristiano. Juan María quiere ser sacerdote; es muy torpe para aprender, casi a los treinta años no sabe suficiente latín. Algunos de sus superiores piensan que no debe ser sacerdote. Pero es un hombre de fe, que reza, que se sacrifica. Acabará siendo un santo con sus clases de catecismo, la Misa, la predicación sencilla y muchas horas en el confesionario, perdonando los pecados. Necesitamos curas que no esperen en casa a ver quién viene, que salgan a la calle y con ellos cambiará el mundo. El pueblo cristiano sabe valorar a sus sacerdotes para que sean santos y para ayudarles en sus necesidades espirituales y materiales.
He leido en el post del hombre del cromagnon que alguno te da por acabado. ¡Ni se te ocurra!. Se necesitan blogs como este que son un chorro de aire fresco o por lo menos una redijita de aire en medio de un mundo demasiado agobiante.
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