Un amigo , ayer, contaba una anécdota. Una mujer va hasta Ars para pedirle un milagro, que cure a su hija de una enfermedad de la que no sale. Cuando llega al cura de Ars, éste le dice que ya sabe lo que le va a pedir, pero que sepa que esa enfermedad es la escalera que su hija tiene para ir al cielo. A veces, pensamos que la oración es como echar dinero en una máquina de refrescos: pongo tanto merezco el refresco. Pues no, de los millones de enfermos que van a Lourdes muy pocos curan, pero entonces por qué van tantos? Seguramente salen convertidos, con la fe y la esperanza mayores, dando un sentido a sus vidas limitadas. Es verdad que el señor nos anima a pedir, a pedir hasta que se nos conceda ( si conviene). Con el tiempo se va pidiendo menos por uno y mucho más por los demás, ese ya es un fruto de la oración. Me asombra, cómo una criatura como Abrahan o Moisés dialogan con Dios, incluso chalanean. Si encuentro diez justos los perdonarás...vale...y si fuesen cinco...vale.
PD: gracias por los avisos de widget y gracias a quien lo ha solucionado.
Entiendo perfectamente el texto y comparto lo que dice. Yo, con la enfermedad de mi hermana, lo veo a diario.
ResponderEliminarEn la planta de onocología había muchas estampitas, para pedir a Dios, que no es malo, claro.
Pero luego llegaba una monja para dar de comulgar a quien quisiera, y salvao dos o tres en la planta, nadie le hacía caso.
Luego, si por desgracia llega la muerte, se enfadan con Dios, y dejan de creer.
Yo, tocaré madera, es una de las cosas más claras que tengo.
Le hablo a Dios, le rezo a Dios, pero pedir cosas imposibles ¿para qué? Si Dios hiciera eso, a ti te curo, a ti no, tu mueres joven, tú no, no sería un Dios justo.
Yo creo que esto es mucho más profundo.
Entiendo a Dios padre como alguien que me escucha y está conmigo y me entiende. Yo soy el que no comprende muchas cosas, pero claro, si lo comprendiera todo, sería demasiado listo, o como Dios mismo. Y eso, no puede ser.
La oración nos hace humildes, eso es verdad. Si oras, llegas a un día, que te llevas más tiempo pidiendo por los demás, que por ti mismo. O cambio la palabra pidiendo, 'hablándole' a Dios de los demás más que de a ti mismo.
Rezo por tu hermana y un abrazo muy fuerte para ti y ella.
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