Hoy en la tercera de ABC, Olegario González de Cardenal, teólogo, humanista y pensador, acuña este término en relación con ciudadanía. Es un magnífico artículo. Resalta, entre otras cosas, el serio empeño de Benedicto XVI por adecuar Ilustración y Evangelio: así como Kant afirmaba " que una religión, que sin escrúpulos, declara la guerra a la razón, a la larga no se sostendrá frente a ella"; la inversa es válida también , "una razón que sin escrúpulos declara la guerra a la religión a la larga no se sostiene contra ella". El Estado defiende y parte de la libertad de los ciudadanos, el derecho de libertad religiosa e ideológica, no es confesional, pero tampoco es ateo, ni agnóstico; ni debe competir, ni sustituir al ciudadano en su Fe y el desarrollo vital de la misma. La eutanasia, el aborto no es un problema para católicos o musulmanes, es un problema de derechos humanos y de ciudadanía.
Lo que me asusta es que la libertad de los ciudadanos, que debiera ser la piedra angular de la sociedad, como dice el artículo, es cada vez más avasallada por el Estado y, lo que es peor, cada vez más rendida por aquellos a quienes pertenece, deseosos de que el poder estatal asuma todas las responsabilidades y enmiende todos los problemas. Si no se puede dar carta blanca a nadie, menos aún al Estado.
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