Una buena mujer, ya mayor y bastante sorda se acercó al confesonario . Repitió varias veces el ave María purísima,e incluso empezó con su confesión. Era consciente de su sordera, pero es que no oía nada, hasta que comprobó que no había nadie al otro lado de la rejilla. La mujer tenía muy buen humor y se levantó con una amplia sonrisa, riéndose un poco de sí misma, lo que es muy sano. Al día siguiente fue a Misa y se le acercó una chica joven de unos 25 años que le dijo que le quería dar las gracias. La señora no entendía mucho el porqué de ese agradecimiento, pues acababa de llegar . La chica le dijo: llevaba tiempo queriendo confesar pero me daba miedo, reparo...pero ayer al verle a usted salir tan contenta del confesonario me animé, y estoy feliz de haberlo hecho. Dios se sirve hasta de la sordera y siempre de la alegría.
Estás en un blog espumoso, intimista, paradójico; de lo humano y de lo divino. No soy mejor que tú... Me propongo hablar a la cara y que me hables a la cara, sin caretas, sin retorno, a quemarropa... blog del Profesor Tirapu
domingo, noviembre 15, 2009
Coincidencias.
Una buena mujer, ya mayor y bastante sorda se acercó al confesonario . Repitió varias veces el ave María purísima,e incluso empezó con su confesión. Era consciente de su sordera, pero es que no oía nada, hasta que comprobó que no había nadie al otro lado de la rejilla. La mujer tenía muy buen humor y se levantó con una amplia sonrisa, riéndose un poco de sí misma, lo que es muy sano. Al día siguiente fue a Misa y se le acercó una chica joven de unos 25 años que le dijo que le quería dar las gracias. La señora no entendía mucho el porqué de ese agradecimiento, pues acababa de llegar . La chica le dijo: llevaba tiempo queriendo confesar pero me daba miedo, reparo...pero ayer al verle a usted salir tan contenta del confesonario me animé, y estoy feliz de haberlo hecho. Dios se sirve hasta de la sordera y siempre de la alegría.
Pero y la señora sorda se confesó o no? Los renglones torcidos de Dios, muy bueno.
ResponderEliminarCaraacara, genial anecdota. Te la cogere prestada. Te sigo de cerca. Muchas gracias.
ResponderEliminarLa señora sorda no se confesó. Es decir, no recibió el Sacramento de la Reconciliación. En todo caso la persona que se arrepienta sinceramente de sus pecados, lo que se denomina "contrición perfecta" es perdonada. Claro, tendría que acudir al sacramento en el caso de haber cometido pecados graves en otro momento. La contrición es un acto de amor, de manera que el que se arrepiente de sus pecados lo hace en virtud del amor a Dios, pues de da cuenta de que no ha respondido a ese amor y se propone remediar esta situación. Por eso, entre otros motivos, el sacramento no incluye solamente la confesión de los pecados, sino ante todo el arrepentimiento, el propósito de enmienda y también el cumplimiento de la "penitencia". En el caso de esta última tiene que haber una cierta correspondencia entre la penitencia y el pecado perdonado. No bastarían los tradicionales tres Aves Marías para un pecado de adulterio por ejemplo.
ResponderEliminarCáspita un teólogo moralista, muy bien y agradecido.
ResponderEliminarEsta anécdota la he escuchado hace unos dias:)
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