Ver un defecto propio en otro es terrible. Dicen que la vida te ajusta las cuentas y que antes o después encuentras la horma de tu zapato. Gracias a la formación que recibí y recibo en la Obra, el Opus Dei, me hablaron de ser moderado en aperitivos, cócteles públicos, etc. Ciertamente es penoso en reuniones académicas o sociales, cómo personas que parecen tener una posición o inteligencia pierden los papeles después de la conferencia, persiguiendo una croqueta con una mano y con la otra unos frutos secos. Recuerdo a un famoso canonista italiano, que me hablaba con la boca llena en la copa posterior a su intervención, mientras me preguntaba si además de la copa se serviría después la cena. También en el mismísimo Vaticano, ví cómo un Cardenal hacía valer su posición frente a un Obispo, para acceder al lunch vaticano. No te digo nada cuando uno o dos asistentes copan una zona y avisan a sus amigos o amigas porque hay abundante material comestible y bebible. De eso te das cuenta cuando lo ves en los demás. Es como el famoso y bello faisán, que se pavonea, pero que a la hora de la pitanza acaba desplumado por las gallinas que ven como su belleza se torna en avidez alimenticia. Que conste que quien les escribe tiene un apetito envidiable, pero es mejor despedirse amablemente que pelear por una croqueta. Otro día hablamos de los bufetes libres.
Estás en un blog espumoso, intimista, paradójico; de lo humano y de lo divino. No soy mejor que tú... Me propongo hablar a la cara y que me hables a la cara, sin caretas, sin retorno, a quemarropa... blog del Profesor Tirapu
miércoles, diciembre 30, 2009
Sobriedad y mesura social.
Ver un defecto propio en otro es terrible. Dicen que la vida te ajusta las cuentas y que antes o después encuentras la horma de tu zapato. Gracias a la formación que recibí y recibo en la Obra, el Opus Dei, me hablaron de ser moderado en aperitivos, cócteles públicos, etc. Ciertamente es penoso en reuniones académicas o sociales, cómo personas que parecen tener una posición o inteligencia pierden los papeles después de la conferencia, persiguiendo una croqueta con una mano y con la otra unos frutos secos. Recuerdo a un famoso canonista italiano, que me hablaba con la boca llena en la copa posterior a su intervención, mientras me preguntaba si además de la copa se serviría después la cena. También en el mismísimo Vaticano, ví cómo un Cardenal hacía valer su posición frente a un Obispo, para acceder al lunch vaticano. No te digo nada cuando uno o dos asistentes copan una zona y avisan a sus amigos o amigas porque hay abundante material comestible y bebible. De eso te das cuenta cuando lo ves en los demás. Es como el famoso y bello faisán, que se pavonea, pero que a la hora de la pitanza acaba desplumado por las gallinas que ven como su belleza se torna en avidez alimenticia. Que conste que quien les escribe tiene un apetito envidiable, pero es mejor despedirse amablemente que pelear por una croqueta. Otro día hablamos de los bufetes libres.
jajajajajajaja, y que me dice de las colas cuando se reparte roscón gratuito o callos en la puerta del Sol.
ResponderEliminarHabría que preguntarse el origen del subsconciente que hace se comentan estas casi cómicas situaciones y que ud. ha sabido plasmar perfectamente.
ResponderEliminarMis uvas serán comidas dicho sea de paso en mi lugar de trabajo. Soy uno de esos españolitos que les toca hacerlo fuera de casa. Brindo por toda esta familia bloguera
Je, je, muy buena observación. Y lo peor es que cuando van a un acontecimiento y no hay un "piscolabis" al final parece que al acto le falta seriedad.
ResponderEliminarPienso que es muy bueno que haya copa de vino o piscolabis, lo malo puede ser la sicosis. Feliz año.
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