Dad gratis, lo que gratis recibísteis. Los hombres y las mujeres estamos hechos de mala pasta, de barro malo y qué difícil es querer sin esperar nada a cambio: ni prestigio, ni reciprocidad, ni asentimiento, ni favores. Dios se nos da hasta la muerte gratuitamente. Nos pide permiso, a veces no , para querernos locamente y no se cansa de querer. Ese debería de ser el modo de querer a Dios y a los demás. Cuando somos duros en nuestros juicios con los demás, vemos sus fallos manifiestos (paja en su ojo y una o dos vigas en el propio ojo), aunque queramos hacer las cosas bien ( por cierto es mejor quererlas hacer bien que mal), podemos estar siendo muy orgullosos espiritualmente. Por eso el Papa Bendicto nos recordaba el domingo que hemos de ser intransigentes con el pecado, con el mal, pero comprensivos y amables con las personas. Cuántas veces he de perdonar?, preguntó Pedro, hasta siete veces?. Hasta setenta veces siete. Uff.
Estás en un blog espumoso, intimista, paradójico; de lo humano y de lo divino. No soy mejor que tú... Me propongo hablar a la cara y que me hables a la cara, sin caretas, sin retorno, a quemarropa... blog del Profesor Tirapu
martes, marzo 23, 2010
Gratis.
Dad gratis, lo que gratis recibísteis. Los hombres y las mujeres estamos hechos de mala pasta, de barro malo y qué difícil es querer sin esperar nada a cambio: ni prestigio, ni reciprocidad, ni asentimiento, ni favores. Dios se nos da hasta la muerte gratuitamente. Nos pide permiso, a veces no , para querernos locamente y no se cansa de querer. Ese debería de ser el modo de querer a Dios y a los demás. Cuando somos duros en nuestros juicios con los demás, vemos sus fallos manifiestos (paja en su ojo y una o dos vigas en el propio ojo), aunque queramos hacer las cosas bien ( por cierto es mejor quererlas hacer bien que mal), podemos estar siendo muy orgullosos espiritualmente. Por eso el Papa Bendicto nos recordaba el domingo que hemos de ser intransigentes con el pecado, con el mal, pero comprensivos y amables con las personas. Cuántas veces he de perdonar?, preguntó Pedro, hasta siete veces?. Hasta setenta veces siete. Uff.
Jesús murió por nosotros, para salvarnos de nuestros pecados. Miremos al crucifijo y en silencio empapemonos de ese Amor que nos transmite, de su misericordia. Abrámosle el corazón al Señor y a nuestros hermanos.
ResponderEliminar... hasta setenta veces siete.
Me da la impresión de que la pregunta de San Pedro y la respuesta de Jesús están en dos niveles distintos. San Pedro -como la mayoría de nosotros- habla del perdón como de algo que uno puede dar con mucho esfuerzo hasta siete veces. Jesús, en cambio, habla del perdón como de algo que Dios da con mucho gusto siempre. Para nosotros es un esfuerzo, para Dios es un placer. Al mismo Cristo perdonar no le cuesta tanto como hacerse entender por quienes no perdonan jamás.
ResponderEliminarSinretorno: Hoy me he quedado con un buen sabor ene esta magnífica reflexión. Me la llevo a mi rincón de oración. Gracias
ResponderEliminar"Por eso el Papa Bendicto nos recordaba el domingo que hemos de ser intransigentes con el pecado, con el mal, pero comprensivos y amables con las personas."
ResponderEliminarYo no tengo intención de ser comprensivo con los pederastas, SinRetorno. ¿Usted sí?
El Chico del Amanecer
Le remito al post anterior de Navarro Valls y al artículo 16.2 de la Constitución:"Nadie debe ser interrogado acerca de su ideología, religión o creencias".
ResponderEliminarLa carta del Papa dice que cometen un pecado gravísimo, que han traicionado la confianza de la Iglesia y de las víctimas, que deben comparecer ante tribunales penales.
ResponderEliminarEste es un tema que a mi me produce mucha desazón. Porque en este mundo en el que impera el subjetivismo, y el sentimentalismo es la medida de todo, se hace realmente complicado distinguir entre el pecado y el pecador (en el sentido de que criticar el pecado casi siempre es interpretado como juicio contra el pecador).
ResponderEliminarY lo que más me rechina es que se acuda tan fácilmente al sambenito del ser cristiano para intentar anular esa capacidad de crítica, particularmente cuando la reconvención viene de un hermano en Cristo.
En mi entorno apostólico vivo esto casi de continuo, y es para mí bastante agobiante.
Ser retorcido es una forma de ser. En el evangelio hay abundantes muestras de ese retorcimiento de quienes se asomaban al blog de Jesús con la intención de pescar al blogmaster en alguna incorrección política o en algo más liviano. ¡Pobres!
ResponderEliminarSí que hay mucha soberbia a veces en la vida espiritual del que se cree "justificado" y da gracias "por no ser como los demás".
ResponderEliminarLa caridad, dicen, más que en dar está en comprender.
Por cierto, espero que esta sea una Semana Santa para todos.
Un cordial salu2
Tinta