Es la mejor parábola para mí. Injusta, divina, misericordiosa, la parábola del Padre más que la del hijo, ha señalado más de un autor. Caín y Abel, paganos e israelitas, justos y pecadores, romanos y cartagineses. El hijo se portó mal, muy mal, pero la vida le ajustó; se conformaba con llenar el buche de algarrobas, trátame al menos como jornalero...el Padre le esperaba a distancia, se le echó al cuello,le abrazó, organizó una fiesta, le puso el mejor vestido, el anillo...una gran fiesta. El otro llegó, muy molesto, se ve que aunque estaba con su padre añoraba paraísos lejanos,probar el mal, no está a gusto y no entra a la fiesta. Escrivá nos animaba a hacer de hijos pródigos a diario,sí a diario, seas uno u otro,o como los dos. Y como decía Juan Pablo II, en cuaresma hay que llenar todos los confesonarios del mundo de confesores y de penitentes.
Pues si Sinret, no importa el hijo que nos toque ser, ambos necesitan confesión. Yo hecho de menos mas sacerdotes en los confesionarios, no siempre estan libres de otros quehaceres para cuando una necesita el sacramento de la confesión.
ResponderEliminarAquí no hay despedicio,el cuadro,la parábola,las mil meditaciones-distintas-que podemos hacer entrando,en oración,en ella.Confieso que a veces me identifico con el mediocre hijo "bueno".Crees que estás cumpliendo,las cosas salen mal y añoras una "caricia" del Padre.No llega,no la sentimos.Seguimos a la espera,Señor.Un abrazo de Janusa
ResponderEliminarMadreJ!
ResponderEliminarPero si usted está acariciada constanmente por el Señor!
No se acuerda de Santa Teresa?
Por eso tienes tan pocos amigos Señor!
Gracias D. Noreturn! por su cariñosa sabiduría.
Jyy
es una parábola de una intensidad dramática suprema, muy bella, muy honda, muy desasosegante. La has ambientado en tu post de lujo.
ResponderEliminarsaludos blogueros, Sinret
De acuerdo Menticuchi contigo. Y Tía Janusa, como dices nos hay desperdicio a la meditación.
ResponderEliminarJosé antonio , eres muy amable.
ResponderEliminarTanto cuando ejerzo de un hijo como del otro, es un alivio sentir el abrazo del Padre
ResponderEliminarY es curioso como, a pesar de que siempre salgo contenta, antes de arrodillarme siempre voy como con miedo y cobardía.
En eso no aprendo de las experiencias anteriores. O quizás es que hay "alguien" a quien no le interesa q pida perdón.
Feliz tarde de domingo
que bien dicho Miriam, también he notado eso,gracias
ResponderEliminarEs extraordinaria esta parabola.....me he visto en los dos...y siento mas compasion del prodigo que del otro.....me ayudan estos prodigos muchisimo.....Gracias , la entrada estupenda.
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