Paco Sánchez
No me canso de mirar la foto de Rosalía Mera, que publicó ayer La Voz, en la que aparece con otras cinco dependientas del comercio La Maja. Es la última de la fila, la más lejana al fotógrafo, una de las dos que no mira a cámara, y la única que escapa a la pose: su brazo no descansa sobre el mostrador del cristal, no sonríe y parece incómoda, como si aquel no fuera su sitio. Y no lo era.
Tampoco Gibraltar es lo que era. Ha perdido cualquier valor para los británicos (que tampoco pueden aprovechar ya su otro gran logro del Tratado de Utrech: el derecho a comerciar con esclavos en las colonias españolas), pero a Cameron le viene bien simular una cosa tipo Malvinas que le dé un aire de liderazgo a lo Thatcher del que carece. El viejo recurso del enemigo exterior.
Y a Rajoy, bueno, a Rajoy esa historia le viene de maravilla para ir tapando este extraño agosto, tan lánguido, pese a que mandaron todo el lío Bárcenas al Congreso y a los juzgados precisamente en este mes, mientras los votantes se desparraman por las carreteras, los aeropuertos y las playas, huyendo de Gibraltar, sin tertulias radiofónicas que saquen punta al bla, bla, bla de Arenas y De Cospedal, de Rajoy y Cameron mintiendo la verdad, como diría Arendt.
En esto se muere de repente Rosalía Mera y la gente entendió que era una noticia real. Algo perceptible de inmediato en las visitas a las páginas web de los periódicos: esas visitas que no tenían ni Bárcenas ni Gibraltar. Porque la gente lee cuando le importa.
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