De Juanjo Romero....
Cuentan que, en su época de Nuncio, Juan XXIII a los postres de la cena de una recepción oficial ofreció una manzana a una señora que iba inapropiadamente vestida –o desvestida, según se mire–. Dicen que lucía un exagerado escote y que Roncalli le dijo: «por favor, acéptela, sólo después de comer la manzana Eva descubrió que iba desnuda»
Una anécdota que llama la atención por dos aspectos. Primero la sutileza, la delicadeza, el no acostumbrarse «porque es lo normal, porque no hay que parecer raros». Una actitud que choca del modo más brutalmente salvaje con un paseo por la calle en verano, no sólo en una playa nudista. No sólo.
Y en segundo lugar lo poco que se predica sobre virtudes tan básicas (de base) como son la modestia o el pudor. Es como si diese vergüenza. Una las principales consecuencias es dejar sin fundamento a otras virtudes como la pureza, la castidad, o el amor.
Unas virtudes que dignifican a la persona (por cierto, son virtudes unisex, para todos). Hay ambientes tan embrutecidos que son impermeables a cualquier planteamiento ético y para los que quizá sólo fuesen eficaces enfoques estéticos. Casi me atrevería a decir que una ley como la que rige en la localidad italiana de Tropea sería un grandísimo paso. Ley que permite cierto destape siempre y cuando lo que se vaya a enseñar merezca la pena verse.
Lógicamente es broma, aunque la ley exista y tenga el íntimo convencimiento de que la simple posibilidad de que se te acerque una pareja de la policía, y te diga «tápate feo/fea», tendría un efecto positivo más inmediato que recordar los motivos de la «santidad de tu cuerpo»
En cualquier caso, no tiro la toalla, y como el verano no es temporada de manzanas os recomiendo dos lecturas con dos enfoques:
- «Elogio del pudor» de José María Iraburu para una visión más trascendente
- «Retorno al Pudor» de Wendy Shalit para una fundamentación más de moral natural, para esos que creen equivocadamente que es «un tema de católicos»
Y si no tenéis mucho tiempo, podéis empezar por un buena entrada de Javier Trigueros: «El misterio de María Magdalena: la pureza, el pudor y la modestia»
Lo de Juan XXIII me parece buenísimo. Eso son reflejos.
ResponderEliminarla historia de Juan XX III es muy buena, ya lo creo. Hoy al pudor ya casi nadie sabe siquiera lo que significa.
ResponderEliminarUn gran abrazo, Sinret.