Cuando escribo estas líneas están
a punto de sonar en toda América las campanas de las iglesias estadounidenses,
conmemorando el discurso de Martin Luther King del que hoy se cumplen 50 años.
Como suele ocurrir con las
notables piezas oratorias, el discurso de King fue inicialmente celebrado, luego casi olvidado, y al final mitificado. El destino de las
grandes palabras es muy incierto: pueden prender como fuego en las conciencias,
o pueden llevar una vida lánguida hasta que despiertan. Esto ocurrió con el “I
have a dream” del discurso de Martin Lutero King. Inicialmente, los redactores
del borrador– incluido el Dr. King- habían decidido no incluir la referencia,
ya que el recurso retórico lo había ya utilizado el pastor baptista en
otras intervenciones. Al parecer, fue la cantante de gospel Mahalia Jackson
quien, comenzado ya el discurso, gritó;
«Tell them about the dream, Martin!». Entonces. MLK improvisó
y comenzó a introducir –contra lo previsto- la expresión “tengo un
sueño”. Wyatt Walker su asesor de
discursos, masculló contrariado: «
Maldición, está utilizando otra vez el sueño ». Como veremos, no todos reaccionaron así. Y
como hace notar Drew Hansen –autor del libro “ The Dream”- “el discurso de King en la marcha casi nunca se
menciona en los debates sobre Ley de Derechos Civiles de 1964, que ocupan
alrededor de 64.000 páginas de las Actas del Congreso ". No obstante, ese
día, en el Mall de Washington estaba
medio Hollywood: Charlton Heston, Paul Newman, Sidney Poitier, Sammy Davis Jr,
Burt Lancaster, James Garner y Harry Belafonte. Marlon Brando paseaba
blandiendo una picana eléctrica, símbolo de la brutalidad policial.
Hace unos días, el propio
"Washington Post" ha publicado un editorial en el que reconoce y
lamenta que, cuando se pronunció el discurso, el prestigioso periódico no había
captado su importancia. En su mea culpa
el “Post” reconoce que el 29 de agosto de 1963, es decir, el día siguiente del
discurso, publicó decenas de historias
sobre la marcha. En ninguna de ellas se
captó la importancia del discurso de King.
Las palabras 'I have a dream' son mencionadas solamente una vez, en la
página 15, quinto paragrafo. Y añade: “Habíamos también publicado algunos
extractos del discurso, que no incluían el 'I have a dream'. “Un ejemplo de
mala praxis periodística”, concluye.
Sin embargo, esta semana el
discurso es portada de Time Magazine. Un estudio realizado por investigadores
expertos en megafonía de la Universidad de Wisconsin-Madison y la Universidad A
& M de Texas, lo nominó como el mejor discurso de la América del siglo XX.
Como se ha recordado, durante las protestas en la Plaza de
Tiananmen, algunos manifestantes portaban carteles que decían: "Yo tengo
un sueño" y la frase ha sido vista en lugares tan dispares como un tren en
Budapest o un mural en los suburbios de
Sydney. En una encuesta realizada en
2008, ante la pregunta de si pensaban que el discurso fue "relevante para
la gente de su generación", el 68% de los estadounidenses dijo que sí,
incluyendo el 76% de los negros y el 67% de los blancos. Sólo el 4% no estaban
familiarizados con él. ¿Cuál es la razón de la importancia
política que ese discurso tuvo, y que no
por todos fue captada? Son varias, en mi opinión.
La primera, la concesión del
Nobel de la Paz y el posterior asesinato de Martin Luther King. Para entender
este trágico desenlace hay que retrotraerse al propio año 1963. MLK, decide
que ése será el año definitivo de ponerse en movimiento. Razones: era el
centenario de la Proclamación de la Emancipación; se había cumplido una década
desde la decisión del TS sobre integración en las escuelas, con resultado
desilusionantes; y, en fin, el
movimiento que él dirigía como presidente de la Junta Cristiana del Sur , había
“ encontrado, al fin, su profunda y potente filosofía de la no violencia”. El
objetivo fue la ciudad de Birmingham (Alabama), “la urbe más estrictamente
segregada de todos los Estados Unidos”. Hacia allí marcharon MLK y algunos
compañeros.
La noche del 11 de mayo un hogar negro y un hotel para afroamericanos en esa
ciudad fueron destruidos por medio de
bombas. Tres mil soldados fueron enviados por el presidente Kennedy y el
secretario de Justicia (Bob Kennedy), no obstante la protesta del gobernador de Alabama, George
Wallace. A pesar de lograr MLK el
compromiso de que los negros podían comer en unas cuantas tiendas del centro de
la ciudad, la turbulencia se extendió
hacia el norte. Durante el verano fueron
arrestados 13. 786 personas, casi todas de color. En este ambiente comenzaron a
surgir líderes violentos como Malcolm X y
Adam C. Powell, cuyo objetivo era que los negros del Norte se vengaran
de los blancos como represalia por la violencia blanca del Sur. Mientras tanto,
el 19 de junio el presidente Kennedy enviaba al Congreso la ley más ambiciosa
sobre derechos civiles que conoció la historia legislativa americana. Solamente
sería aprobada después de la muerte del Presidente: a las 19.49 del 19 de junio de 1964, con una votación en el
Senado de 73 a 27.
En medio de esta tempestad, MLK
convoca para el 28 de agosto otra marcha
pacífica sobre Washington. Inmediatamente el partido nazi americano amenazó con
una contramarcha; los musulmanes negros se opusieron al proyecto pacífico, y al menos uno de los líderes intervinientes
– fue convencido por los organizadores de moderar el tono - pensaba denunciar
lo “insuficiente ” del proyecto de ley de Kennedy . Sin embargo, todo marchó
bien. De hecho, al acabar la marcha, el
presidente Kennedy recibió a los organizadores con una amplia sonrisa, diciendo “Yo también tuve un sueño”. MLK
recibía el Premio Nobel de la Paz el 10 de diciembre de 1964. Cuatro años más
tarde, el 4 de abril de 1968, era asesinado por James Earl Ray en un motel de
Memphis (Tennessee ). En su lápida se inscribió el final de su discurso de
1963: “Dad gracias a Dios Todopoderoso porque al fin soy libre”. A partir de ese momento, tanto King como su
“I have a dream” entrarían en la historia.
El segundo factor del éxito del
discurso fue puramente formal. En Estados Unidos la
retórica política roza, con mucha frecuencia, la retórica religiosa. De hecho,
es llamativo que Obama en su discurso de toma de posesión del cargo citara
cuatro veces a Dios. Y tanto los discursos de Lincoln de aceptación de la
presidencia (“La inteligencia, el patriotismo, la religión y una firme confianza en
ese Dios tan poderoso que siempre dispensó sus favores a este país, es todo
cuanto necesitarnos para resolver satisfactoriamente nuestras diferencias”)
como el de Gettysburg, apelan directamente al fervor religioso. El
propio presidente Clinton, alaba la tendencia del Dr. King de invocar religión y democracia –incluido el discurso del “sueño”
- sin subordinar una a otra. De hecho los discursos de King habían cosechado odio, aplausos y reacciones
encontradas pero, milagrosamente, ninguna crítica por mezclar retórica
religiosa y retórica política. La verdad es que la mayoría silenciosa americana se adapta mucho mejor al pluralismo
religioso que los media, que suelen ser “volubles, sensacionalistas y
paternalistas en asuntos relacionados con la fe”.
Cuando en mitad de su discurso
MLK dejó a un lado el texto escrito y comenzó a referirse a sus “sueños”, ya
vimos cómo uno de sus colaboradores se enojó. Sin embargo la reacción
afirmativa fue más generalizada. Gary Younge , en su libro sobre el discurso
("The Speech »), recuerda la alegría de Clarence Jones, otro asesor de King. Para éste, « cuando MLK leía el texto parecía un profesor », pero en
cuanto lo dejó a un lado « volvió a
convertirse en un predicador baptista », que llegaba al corazón de sus oyentes.
Por tres veces alude a la filiación divina como base de la igualdad entre los
hombres; cita a Isaías ("Sueño que algún día los valles serán
cumbres..."); y concluye, "
Libres al fin, gracias a Dios Omnipotente ..."
Es evidente que desde 1963 la
igualdad entre los hombres ha dado pasos de gigante. Sin embargo, según un
reciente estudio del Pew Research
Center, el 49% de los americanos afirma
que « queda mucho trabajo por hacer » para eliminar las
discriminaciones. Entre los afroamericanos,
la cifra se eleva al 79%. Tal vez
vez por eso en la marcha de hace unos días ante el Lincoln Memorial,
Martin Luther King III, el hijo mayor de MLK, decía : “El trabajo no ha
acabado, el viaje no se ha completado.
Podemos y debemos hacer más”. Efectivamente,
el sueño de MLK de “convertir en realidad
que todos los hombres han sido creados iguales”, sigue siendo la fe de
muchos y el sueño de todos.
Rafael Navarro-Valls es catedrático, académico y autor del libro “Entre
la Casa Blanca y el Vaticano”
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