viernes, octubre 04, 2013

O Derecho natural o tiranía.








De alfa y omega.



Don Andrés Ollero publica Religión, racionalidad y política



Aborto, eutanasia, objeción de conciencia, cómo garantizar el respeto a los derechos humanos en un entorno multicultural, los ataques a la libertad religiosa y la imposición de una ética pública, que no es sino la moral del que manda... En su libro Religión, racionalidad y política (ed. Comares), el magistrado del Tribunal Constitucional don Andrés Ollero ofrece su visión y su lúcido diagnóstico sobre estos problemas, que tocan la base misma del Derecho



Neutralidad vs. neutralización

«Nuestra Constitución deja bien claro que la no injerencia y la neutralidad son compatibles con la obligada atención a las creencias religiosas de la sociedad. Pretender hacerlas invisibles en el ámbito público, no implicaría por tanto una no injerencia neutral sino una injerencia neutralizadora. El laicismo propone un nuevo escenario social presuntamente neutro, en el que sólo una minoría agnóstica puede permanecer conservando su identidad».

«Al poder se llega legítimamente por las urnas; la autoridad moral la reconoce la sociedad. (...) Cuando esto se olvida, es fácil que acabe ejerciéndose un poder autoritario, empeñado en imponer opciones morales contrarias a las socialmente en vigor. A nadie puede extrañar que afloren, como resultado, insólitas epidemias de objeción de conciencia. Argumento decisivo al respecto ha sido el simpático invento de una ética pública, presuntamente común a todo ciudadano. (...) El resultado no puede ser otro que el que manda impone su moral particular y luego, rebosando tolerancia, invita generosamente al que no esté de acuerdo a discrepar en su casa».

Objeción de conciencia, y más...

«La objeción es un derecho, (...) y no el aleatorio fruto de una tolerancia que da, o no, a cada cual lo que en realidad no es suyo. (...) Si no llega a verse aceptada, no quedaría al ciudadano (...) otra opción que la de la desobediencia civil. No constituye ésta, por cierto, ninguna lacra en una sociedad democrática. Implica negarse taxativamente por razones morales a cumplir una ley, asumir la sanción correspondiente y convertirla en público espectáculo, para remover así la conciencia. (...) Ghandi pasó a la Historia practicándola; nuestros insumisos al servicio militar la bordaron, dejando bien clara la diferencia entre el desaprensivo que se escaqueaba de la mili y quien iba a la cárcel antes que aceptar siquiera canjearla. Es fácil imaginar que a un Gobierno democrático, preocupado de ser y parecer legítimo, no le beneficia demasiado sembrar mártires, si los hubiere prestos. (...) Objetando, lo que conseguimos es que se nos reconozca el derecho a recibir un trato excepcional, que en principio no cuestiona la norma misma. Si realmente la repugnancia moral es tan honda, ¿no exigiría impugnar la ley para todos, poniéndola en cuestión a través de una desobediencia civil que lleve a asumir martirialmente sus sanciones?»

Derechos humanos sin base

«Faltos de un efectivo fundamento en la naturaleza humana (sólo metafísicamente constatable), es lógico que a los derechos humanos se les discuta su condición de tal en amplios ámbitos geográficos, (...) distantes de la civilización occidental; en ellos acaban siendo, no pocas veces, considerados como mero argumento estratégico de potencias extranjeras, expresivo de un caprichoso etnocentrismo. Sólo sobre el derecho natural cabe fundamentar los derechos humanos».



Polémicas, a la luz del Derecho

Don Andrés Ollero no evita en su libro cuestiones polémicas, sobre las que arroja luz desde los fundamentos del Derecho. Afirma, por ejemplo, que en las últimas legislaturas «los Gobiernos no se han sentido demasiado cómodos dentro de nuestro marco constitucional». Éste propugna, junto a la aconfesionalidad del Estado, el reconocimiento de las creencias religiosas de la sociedad y la cooperación con la Iglesia y las demás confesiones. Sin embargo, los gobiernos socialistas han considerado a la religión, más bien, «como elemento perturbador sólo susceptible de generar desorden público».

Ollero ha dedicado mucha atención durante su trayectoria al tema de la libertad religiosa, aunque sin dejar de lado otros, también espinosos, como los relacionados con la bioética. Sobre el aborto, en su libro subraya que el problema de fondo es «establecer si cabe privatizar la vida del no nacido, de modo que pueda cada cual decidir en conciencia sobre su futuro, o si -como ha reconocido el Tribunal Constitucional español- se trata de un bien jurídico merecedor incluso de protección penal». Ya en otras ocasiones, el magistrado ha sido muy claro sobre esta cuestión. En junio pasado, en una entrevista a Páginas digital, abordó la situación del recurso de inconstitucionalidad que presentó el PP contra la ley del aborto, y del que él mismo es ponente: «Si no ha salido ya esa sentencia es porque, como se anunció una ley nueva, por un lado había el peligro de que el recurso perdiera objeto, y por otro lado podría también entenderse como una especie de perturbación» del proceso. Aunque matizó que, si la reforma se siguiera retrasando, «quizá haya que replantear la situación».

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