Las siete palabras, de Jesús en la cruz.Texto de Rhaner S.J.
"PADRE, PERDÓNALOS PORQUE
NO SABEN LO QUE HACEN” (Lc 23,34)
Cuelgas de la cruz. Te
han clavado. No te puedes separar de este palo erguido sobre el cielo y la
tierra. Las heridas queman tu cuerpo. La corona de espinas atormenta tu cabeza.
Tus manos y tus pies heridos son como traspasados por un hierro candente. Y tu
alma es un mar de desolación, de dolor, de desesperación.
Los responsables están
ahí, al pie de la cruz. Ni siquiera se alejan para dejarte, al menos, morir
solo. Se quedan. Ríen. Están convencidos de tener la razón. El estado en que
estás es la demostración más evidente: la prueba de que su acto no es sino el
cumplimiento de la justicia más santa, un homenaje a Dios, del que deben estar
orgullosos. Se ríen, insultan, blasfeman. Mientras tanto cae sobre Ti, más
terribles que los dolores de tu cuerpo, la desesperación ante tal iniquidad.
¿Existen hombres capaces de tanta bajeza? ¿Hay, al menos, un punto común entre Tú
y ellos? ¿Puede un hombre torturar así a otro hombre, hasta la muerte?
¿Desgarrarlo hasta matarlo con el poder de la mentira, de la traición, de la
hipocresía, de la perfidia.... y mantener la pose del juez imparcial, el
aspecto del inocente, las apariencias de lo legal? ¿Cómo lo permite Dios? ¡Oh
Señor, nuestro corazón se habría destrozado en una furiosa desesperación!
Habríamos maldecido a nuestros enemigos y a Dios con ellos.
Sin embargo, Tú dices:
"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". ¡Eres
incomprensible, Jesús! Amas a tus enemigos y los encomiendas al Padre.
Intercedes por ellos. Señor, si no fuera una blasfemia, diría que los disculpas
con la más inverosímil de las excusas: "no saben". Sí, sí saben, ¡lo
saben todo! ¡Pero quieren ignorarlo todo! No hay cosa que se conozca mejor que
aquello que se quiere ignorar, escondiéndolo en el subterráneo más profundo del
corazón; pero, al mismo tiempo, le negamos la entrada a nuestra conciencia. Y
Tú dices que no saben lo que hacen. Sí, hay algo que no saben: tu amor por
ellos.
Pronuncia tu palabra de
perdón sobre mis pecados. Di al Padre: "Perdónalo porque no sabe lo que ha
hecho". Mas lo sabía... lo sabía todo, pero no conocía tu amor.
Hazme pensar
tu primera palabra cuando recite distraído el Padre Nuestro y afirme perdonar a
los que me ofenden. Necesito tu fuerza para perdonar de corazón a aquellos que
mi orgullo y mi egoísmo consideran como enemigos.
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