Del estupendo blog de José Fernando Rey Ballesteros, sacerdote.http://www.espiritualidaddigital.com/gente-como-felipe/
No sé qué esperaba Felipe cuando le pidió a Jesús: Muéstranos al Padre y nos basta. ¿Quería que se abriesen los cielos y apareciese allí mismo Dios Padre? Probablemente, ni él mismo sabía lo que quería. Habló desde las vísceras, desde la herida sangrante que atormenta al hombre desde Adán.
Yo comprendo a Felipe. Y también a Tomás. Comprendo a cualquiera que me grite que Dios debería mostrarse si quiere que creamos en Él. A mí también me duele no ver a Dios con los sentidos.
Paradójicamente, comprendo menos a esas personas que tienen «tanta fe» que les da igual no ver. Esos, probablemente, si un día alcanzan las puertas del Paraíso, tendrán poca prisa por entrar. Al fin y al cabo, no necesitan ver. Son «personas de fe», ya sabe usted.
La fe es un don maravilloso que nos permite ver a Dios en esta vida, porque abre para el hombre los ojos del espíritu. Pero la fe, para los ojos del cuerpo, es y será un dolor terrible hasta que esos pobres ojos, purificados, puedan acariciar el rostro de su Señor. Nadie me sacará de ahí. Yo -¡qué le voy a hacer!- soy como Felipe. Y como Tomás.
Pues es una fe muy bonita y más firme de lo que cree el propio interesado.
ResponderEliminarY no se diferencia en nada esencial de la otra que usted habla.
Las dos tienen la misma prisa por volver de donde han venido y abrazar al Señor exactamente igual que usted y yo nos podemos abrazar cuando nos vemos.
Sintiendo la carne y los huesos. porque nuestro Señor tiene dos femur, costillas, metacarpios, biceps, triceps, manos, pies...igualito, igualito a nosotros y nuestra Señora igual pero más guapa...perdón Señor! jejejejeje.