http://www.opusdei.es/es-es/article/un-hijo-cura/
Honor, alegría,caricia, responsabilidad....que haya muchos padres así.
Un hijo cura
Carta del padre de uno de los sacerdotes ordenados recientemente, que ha publicado un periódico español. "Nuestro hijo nos estaba acercando a Dios y unía a la familia".
Muchas veces amigos y conocidos, unos practicantes y otros alejados, me han preguntado si me gustaría tener un hijo cura. A todos les he dicho que sí. El motivo de la pregunta, es que el pasado 10 de mayo, día de San Juan de Ávila, patrono de los sacerdotes españoles, se ordenaron 30 jóvenes en la Basílica de San Eugenio de Roma.
Uno de ellos era el cuarto de mis hijos, de treinta y dos años; uno de los seis hijos que hemos tenido mi mujer y yo, en los treinta y ocho años que llevamos casados.
Todos los ordenandos han sido preparados con una sólida formación y salen dispuestos a ayudar a los demás, en estos tiempos comodones y sin valores, no en beneficio propio sino para acercar a todos a Jesús, ya que es la vocación que Él ha puesto en sus almas y corazones en el siglo XXI.
El Obispo que les ordenó les pidió fidelidad en el servicio ministerial y oraciones por el Papa Francisco para que guíe con santidad y sabiduría a la Iglesia.
El día siguiente, día 11, nuestro hijo celebró su primera Misa para los familiares y amigos que fuimos a Roma y para dar gracias a Dios por su ordenación, tanto él como nosotros.
Los sentimientos colectivos de la familia y las sensaciones personales se notaban entre los que asistimos a la ceremonia. Nuestras emociones se desbordaron cuando antes de besar sus manos que acababan de tener el Cuerpo y Sangre de Cristo, nos dirigió unas palabras sencillas y directas. En ellas nos pidió como mejor regalo para un sacerdote que empieza, que hiciéramos una buena confesión y que ésta la repitiéramos con frecuencia, ya que así nos acercaría a la Eucaristía que es el centro de la vida cristiana.
Luego nos dijo que Dios nos quiere mucho y que perdona siempre, y que cuando dudemos acudamos a la Virgen María, madre nuestra, que es como acabó la Misa, cantándole una Salve.
Mientras nos dirigía estas palabras y pasábamos a besarle las manos consagradas, todos teníamos la sensación de que el Espíritu Santo estaba sobre nuestras cabezas, que nuestro hijo nos estaba acercando a Dios y unía a la familia.
En ese momento me acordé de las prácticas sencillas que aprendimos de nuestros mayores y que tratamos de conservar en nuestros hijos para que sigan transmitiéndolas, como bendecir la mesa, rezar por la mañana y por la noche, rezar el Rosario en familia en fiestas especiales, etc.
Los treinta nuevos sacerdotes, en los sitios donde vayan, seguro que harán su trabajo con alegría y dedicación, y serán semilla para futuras vocaciones sacerdotales que permitan cumplir el plan que Dios tiene preparado a su Iglesia, y que tras dos mil años y muchas alegrías, y tristezas también, ahí sigue y seguirá siempre porque así lo prometió quien jamás defrauda en el cumplimiento de su Palabra.
Por todo lo vivido estos días en Roma, y por lo que hemos rezado para que llegue ese momento, a los treinta nuevos sacerdotes que Dios los bendiga. Desde aquí os deseo que seáis muy santos, y para ello os apoyéis en tres cosas: en un santo intercesor (todos tenemos uno preferido), en el Ángel de la Guarda, y en la Virgen que nunca falla.
En resumen, nuestra familia tiene que dar muchas gracias a Dios por haber sido bendecida con un hijo cura, y también da gracias a todos los que nos han felicitado por tenerlo.
Manuel Abascal, Madrid.
Que honor!es una bendición de Dios.Que orgullo para los padres.Para mi tener un hijo sacerdote sería el no va más.Tengo que rezar más.Dios sabe más y confió en El.
ResponderEliminaránimo, Dios te bendiga yatus hijos...
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