viernes, septiembre 05, 2014

Coman y beban.




a comer y a beber    A lo largo de la Historia, siempre han hecho más daño al Cuerpo Místico de Cristo –la Iglesia– las mangas estrechas que las anchas. Ninguna de las dos son buenas, pero el rigorismo y las distintas formas de puritanismo han sido letales siempre para la cristiandad.
    Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber. Quien te dice eso te está llamando vicioso, glotón y borracho (al propio Jesús se lo llamaron), y te está diciendo que la virtud consiste en ayunar y el pecado en dar satisfacción a la carne. En resumidas cuentas, que ser santo significa fastidiarse «propter regnum caelorum», y que todo lo que te apetece, por el mero hecho de apetecerte, es pecado. Lutero no inventó nada.
    Triste religión, la religión triste. Y, precisamente porque ayunamos, podemos decir que nuestra Fe, esencialmente, consiste en comer y beber. Eso hacemos en la Eucaristía, pero también en casa, y en el bar, y en el restaurante de la esquina con los amigos. Nos gusta comer y beber porque estamos contentos. Por eso comemos más de lo que ayunamos. ¿Pasa algo? ¡Somos unos «vividores»!

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