Aréchaga, http://blogs.aceprensa.com/elsonar/supervivientes-de-la-criba-genetica/
Nuestra sociedad gusta de presentarse como inclusiva, abierta a todas las diferencias, alérgica a la discriminación. Así se nota en el Día Mundial del síndrome de Down, que se celebra el 21 de marzo. En los medios no faltan ese día reportajes sobre personas con síndrome de Down, testimonios de sus familias, iniciativas que favorecen su integración. Son artículos positivos que tienden a destacar los logros conseguidos por estas personas, superando sus limitaciones. Los testimonios de los padres que tienen uno de estos hijos revelan cómo su presencia ha favorecido la cohesión y también la felicidad familiar. Los reportajes sobre iniciativas en pro de la integración social y laboral de las personas con síndrome de Down nos muestran la eficacia de la solidaridad. En conjunto uno saca la impresión de que estamos ante una sociedad que se desvive por acoger a estas personas.
Y, sin embargo, aunque aparecen cada vez más en los periódicos, vemos cada vez menos niños con síndrome de Down en la calle. Los que vemos son más bien supervivientes. En Europa no menos del 85% de los fetos con síndrome de Down son abortados. La información sesgada que suele darse a la embarazada en estos casos acentúa los potenciales problemas de salud, las dificultades sociales, el retraso mental, e ignora las posibilidades de integración y mejora que tanto se destacan en el Día Mundial del Síndrome de Down.
Nuestra sociedad es así de incoherente. Por una parte promueve y se alegra de la integración del discapacitado, como un signo de nobleza y humanidad. Por otra, permite la eliminación de ese mismo discapacitado no nacido, colocando cada vez más alta la nota de corte de la criba genética. Queremos que estos niños se integren en la sociedad una vez nacidos, pero antes del nacimiento se hace todo lo posible para que no se incorporen a la vida.
Basta recordar las voces de enérgica protesta cuando en la frustrada reforma de la ley del aborto en España se intentó poner límites a la posibilidad de abortar por cualquier malformación del feto. Se dijo que así el legislador iba a “obligar al sufrimiento” de los padres y del hijo. La verdad es que el diagnóstico prenatal no está al servicio de la inclusión sino de la eugenesia privada (véase el ilustrativo libro del pediatra José Manuel Moreno Millares, Niños diferentes).
El único modo de superar esta esquizofrenia cultural sería mirar de otro modo a las personas con discapacidad. Esto es algo que ha sabido hacer Jean Vanier, fundador de las comunidades de L’Arche, que precisamente en estos días ha recibido el importante premio Templeton. Desde 1964, Vanier se ha dedicado a fomentar estas comunidades –hoy son 147 en 35 países– en las que personas sanas cuidan de personas con discapacidad intelectual conviviendo con ellas.
Los trabajadores que las atienden no se consideran héroes ni santos. Piensan que esta convivencia enriquece sus propias vidas, descubriéndoles otras cualidades de las personas.
En su discurso de aceptación del premio Templeton, Vanier afirmaba que tendemos a valorar a los seres humanos por su fuerza, su competencia, su eficiencia y sus conocimientos. Países, grupos e individuos compiten por ser los mejores y hacer más. En cambio, los discapacitados acogidos en El Arca aportan otras cualidades. “Estamos descubriendo –dice Vanier– que estas personas poseen una riqueza de cualidades humanas que pueden cambiar los corazones de los atrapados por la cultura del triunfo y del poder”. “Las personas con discapacidad intelectual no pueden asumir tareas importantes de poder y de eficacia. Son fundamentalmente gente de corazón. Cuando se relacionan con otros no tienen una intención oculta de poder y de éxito. Su aspiración fundamental es establecer una relación, un encuentro de corazón a corazón”.
Este encuentro es enriquecedor para ambas partes: “Los que están necesitados y los que vienen a ayudar son curados y se hacen más humanos”, asegura Vanier.
Quizá si a tantas familias les cuesta aceptar un hijo con síndrome de Down es porque piensan que su hijo debe ser un triunfador, y un niño con esa discapacidad no lo va a ser. Pero, según la experiencia de los padres que sí lo aceptan, ese hijo es a menudo el que les proporciona más alegrías, aunque también requiera más cuidados.
El rechazo a los bebés con síndrome de Down es una deficiencia social, una discapacidad del corazón, que no se arregla dedicándoles un Día Mundial.
Sin re la sociedad es totalitaria , si no pasas por unos patrones marcados no existes.
ResponderEliminarEl estado se ha convertido en Dios/estado y por lo tanto es quien decide quien vive o quien no vive. Aunque se les llene la boca de igualdad y tolerancia ,en realidad vivimos un nuevo nazismo, sin tanques ni metralletas, pero con muchos mas muertos.
Un abrazo queridos amigos de cara a cara
Sí, es curioso lo políticamente incorrecto q resulta hoy llamar a un discapacitado "minusválido" o "inválido" como se nos llamaba hasta hace muy poco :-) Los progres de coleta y camisa a cuadros se rasgan las vestiduras cuando oyen a alguien llamarnos así, porque hablar en esos términos de un tullido es, por lo visto, de "fachas".
ResponderEliminarAhora somos "personas con diversidad funcional"... tócate las narices. Como decía el gran Gonzalo Rivas, en vez de una discapacidad parece q tenemos un título de la FP :-) Y todo en aras de una mayor y mejor "integración", porque, según ellos, los discapacitados somos "personas de pleno derecho y tenemos mucho que aportar a la sociedad". Tócate las narices otra vez.
Hipocresía, todo hipocresía. Si tanto nos valoraran, como bien dice el artículo, no se nos marcaría por ley con el sambenito de "estorbo" cuando estamos al otro lado de la vagina y perdóname la burrada. A aquel lado del "muro" los discapacitados somos escoria sobrante, basura, un bulto contrahecho que sólo sirve para entorpecer el buen desarrollo de la felicidad de mamá y para saturar al estado con una carga extra. Si traes una malformación congénita como traía yo de fábrica, eres una mierda q tus padres tienen todo el derecho del mundo a eliminar si les place. En mi vida he tenido q pasar por muchos malos tragos, pero pocas sensaciones me resultaron más desagradables que la de tener que escuchar al presentador del telediario, con su gomina y su corbata, decir que entre la macabra lista de supuestos de la ley del aborto está la "espina bífida" cuando yo misma nací con esa tara. Te sientes menos que un insecto aplastado, te sientes un residuo, un daño coleteral, un desperdicio, el último orejón del tarro, como decía Mafalda...
Luego, una vez fuera del agujerito, que nadie se atreva a llamarnos "inválidos" delante de los de la coleta porque somos seres "valiosísimos"...
Hipocresía, sólo hipocresía. Si una persona es válida lo es antes, durante y después de nacer, y si no lo es, no lo será en ninguno de los tres casos, y esto no tiene nada que ver con Dios, la religión o la Iglesia, es una simple cuestión de coherencia ideológica. Yo pensaría exactamente lo mismo aunque no fuera creyente. De hecho, no siempre fui creyente, y siempre mantuve la misma postura respecto al aborto, es casi una cuestión de dignidad personal.
A título individual, yo prefiero que me sigan llamando "tullida", "inválida", "inútil" o como les de la real gana, siempre que me reconozcan el derecho que tenía, que siempre tuve, a estar aquí. Sin la aceptación universal de ese derecho, la corrección política me trae el fresco. Que se metan sus floridas definiciones "igualitarias" donde les quepan, porque a mí no me las dan con queso.
Un abrazo, Daniel, y perdona el tono exasperado.
un abrazo, Ana, gracias por ser valiente e inteligente.....
ResponderEliminarGracias a ti por permitirme explayarme :-) He escrito por ahí "coleteral", jaja, no hay q dejar q la indignación nos ofusque demasiado o la gramática pagará las consecuencias ;-) Un abrazo.
ResponderEliminarÁnimo Ana,me ha ayudado mucho tu comentario.Tienes toda la razón.No me había dado cuenta.
ResponderEliminarcoleteral, de coleta, está claro, un abrazo Ana y graciasssssss
ResponderEliminarNuestra sociedad es así de incoherente. Por una parte promueve y se alegra de la integración del discapacitado, como un signo de nobleza y humanidad. Por otra, permite la eliminación de ese mismo discapacitado no nacido, colocando cada vez más alta la nota de corte de la criba genética. Queremos que estos niños se integren en la sociedad una vez nacidos, pero antes del nacimiento se hace todo lo posible para que no se incorporen a la vida...
ResponderEliminarNo! no es una in-co-herencia (en contra de la herencia recibida por todos quiere decir esta palabra).
Es la mentira y la maldad del príncipe de este mundo...su plan concebido desde que fue enviado al abismo.
Soy consciente de que lo que digo sonará a chino pero es la verdad.
Jyy+
Por ello es muy coherente, diabolicamente coherente.
ResponderEliminarJyy+
Por ello es muy coherente, diabolicamente coherente.
ResponderEliminarJyy+
Y...
ResponderEliminarAna es una jabata! bravo por ella y que Dios le siga bendiciendo por hablar alto y claro.
Jyy+
https://www.youtube.com/watch?v=enBCtvFW0dw&list=PL_eropoSGOV3aaAj_ZFtUfnz1T3p8yx2G&index=9
ResponderEliminarMi hijo mayor me envió esta canción, tiene 20 años...yo lucho contra el desarraigo.
El ha dejado de ir a misa...el peor negocio que puede hacer en esta vida le dije yo cuando un domingo no vino.
Mi hijo mayor! más bueno! más perdido! no! no me presentes a ninguna mujer más...tú! me presentas a la que vaya a ser la madre de mi nietos y a nadie más.
Dice la canción que no cree en Dios(así me la ha enviado) y yo le he contestado lo mismo, no cambio.
Hijo! mi pequeñín! siempre serás mi pequeñín! si no crees en Dios, cree en el amor de tu padre.
Tu dices que siempre estoy ahí y por eso respetas lo que yo respeto.
Pues ahí estoy hijito mío.
Un beso!
Jyy+