Oscar 2020: “Parásitos” hace historia
- ANA SÁNCHEZ DE LA NIETA
- 10 FEBRERO, 2020
Ayer era uno de esos días para irse a la cama con la crónica de los Oscar escrita. Aspiraban al premio gordo 9 meritorísimas películas. Una auténtica liga de campeones. Cada una de ellas merecía el Oscar. Pero no se preveía una final ajustada. Había una clara favorita. Una magnífica película bélica de corte clásico.
Estamos hablando, claro, de 1917. ¿Qué más puede pedir una conservadora academia de cine que un título que premie, de paso, toda una forma de entender y hacer precisamente cine? Premiando 1917, Hollywood se premiaba a sí mismo. Y a nadie le amarga un dulce. Ni un premio.
Además, la contrincante era una película coreana. Y ya se sabe lo que pasa con las películas extranjeras. Lo vimos con Roma o con Babel o con La vida es bella. Ganan en su categoría (que para eso parece que la tienen) y dejan el Oscar más dorado para alguna película de habla inglesa. Parásitos iba a ganar el Oscar a mejor película extranjera. Categoría en la que, por cierto, competía Pedro Almodóvar con Dolor y gloria… y sin ninguna esperanza de Oscar que iría –seguro: lo dicho– para la coreana.
Hasta aquí la crónica escrita la noche anterior.
Y, sin embargo, Hollywood quiso regalarnos un final sorpresa. Y ganó Parásitos. El primer aviso fue el Oscar a mejor guion original, aunque era un aviso previsible porque el libreto de 1917 no es para tirar cohetes y el de Parásitos es portentoso. Luego llegó el resto: el Oscar esperado (a mejor película extranjera) y los inesperados (mejor director y mejor película). Cuatro importantísimos premios que convierten a Parásitos en la gran ganadora de la edición. Y de paso convirtieron la edición en histórica.
Una fábula moral
Parásitos es una película enorme. No por su producción, ni por su fotografía, ni por sus interpretaciones y, ni siquiera, por su montaje. Todos estos elementos son notables, pero lo que sobresale en Parásitos, lo que ha convertido este extraño título en un fenómeno para la crítica y el público, es la historia. O, más en concreto, la feroz crítica que encierra una comedia negrísima. Parásitos es la hilarante aventura de una familia de impostores que empieza su carrera hacia el éxito con mentirijillas, trampas y corta-pegas de Google, y acaba en un abismo, en lo más hondo de un pozo que no parece tener fondo. Hasta aquí se puede contar sin spoiler, pero suena familiar, ¿verdad?
A pesar de su cruda violencia y de su descarnado e hiriente tratamiento de lo que es el ser humano y sus vínculos más fuertes (la familia o el matrimonio), Parásitos es una auténtica fábula moral, una de esas películas que funciona para el espectador como un espejo. En esto es en lo que no quiero convertirme. Y todo empezó falsificando un documento con Photoshop y creando un perfil falso en Instagram. Lo dicho. ¿Moralizante? Sí. Mucho. Pero bendita moralina si salimos del cine divertidos, aleccionados y apaleados. Así que gracias, Bong Joon-ho. Y lo único: la próxima vez, también entendemos las cosas con alguna elipsis.
El resto de la crónica de los Oscar sí estaba escrita. Los Oscar de interpretación a Joaquim Phoenix y a Renée Zellweger estaba firmado desde que se estrenaron Joker y Judy. Los Oscar de reparto a Brad Pitt (Érase una vez en… Hollywood) y Laura Dern (Historia de un matrimonio) eran un suma y sigue de los premios conseguidos hasta ahora. El premio a mejor guion adaptado fue a JoJo Rabbit como podría haber ido a Joker o Mujercitas, pero bien.
Por último, el sueño de traer un Oscar a casa por Klaus se desvaneció al principio de la Gala. El premio a la mejor película de animación es uno de los primeros en otorgarse y fue para Toy Story 4. Pixar de nuevo. Toy Story otra vez. Pero no podemos quejarnos, que la veterana Academia iba a premiar después la película coreana y no se trata de romperse la cadera con tanto giro.
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