¿Qué buscas al comulgar?
Como aquella vez en Cafarnaún, cuando, tras sanar Jesús a la suegra de Pedro y a multitud de enfermos, el pueblo entero amaneció buscando al Señor, así ahora, tras multiplicar Jesús los panes y los peces, multitudes se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Son los mismos que, el día anterior, quisieron hacerle rey. Sus miras eran estrechas y terrenas. Querían un rey que alimentase al pueblo. Pero Cristo no ha venido al mundo con esa misión.
Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna. Cristo ha venido a entregar vida eterna al hombre; al saciado y al hambriento. Pero muchos hombres prefieren llenar el vientre a saciar el alma.
En cuanto a nosotros, al comulgar con hostias tan pequeñas, nadie duda de que no buscamos saciar el hambre del cuerpo. Pero ¿qué buscamos al comulgar? ¿Discernimos el cuerpo y la sangre de Cristo? ¿Abrimos de par en par el alma, para que la comunión no quede reducida a mera deglución? ¿Dejamos que el Señor entre hasta el fondo y sacie nuestra hambre más profunda?
(TP03L)
Como aquella vez en Cafarnaún, cuando, tras sanar Jesús a la suegra de Pedro y a multitud de enfermos, el pueblo entero amaneció buscando al Señor, así ahora, tras multiplicar Jesús los panes y los peces, multitudes se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Son los mismos que, el día anterior, quisieron hacerle rey. Sus miras eran estrechas y terrenas. Querían un rey que alimentase al pueblo. Pero Cristo no ha venido al mundo con esa misión.
Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna. Cristo ha venido a entregar vida eterna al hombre; al saciado y al hambriento. Pero muchos hombres prefieren llenar el vientre a saciar el alma.
En cuanto a nosotros, al comulgar con hostias tan pequeñas, nadie duda de que no buscamos saciar el hambre del cuerpo. Pero ¿qué buscamos al comulgar? ¿Discernimos el cuerpo y la sangre de Cristo? ¿Abrimos de par en par el alma, para que la comunión no quede reducida a mera deglución? ¿Dejamos que el Señor entre hasta el fondo y sacie nuestra hambre más profunda?
(TP03L)
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