domingo, junio 23, 2024

George Lamaitre, sacerdote y físico.

 Biografía

Desde muy joven, Lemaître descubrió su doble vocación de religioso y científico. Su padre le aconsejó estudiar primero ingeniería, y así lo hizo, aunque su trayectoria se complicó porque se pasó a la física y además porque, en mitad de sus estudios, estalló la Primera Guerra Mundial. A la edad de 17 años entró en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Lovaina y estudió ingeniería civil. Después de servir como voluntario en el ejército belga durante la Primera Guerra Mundial, empezó a estudiar física y matemáticas, incluyendo la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Recibió su doctorado en 1920 y ese mismo año ingresó en el Seminario de Malinas. El 22 de septiembre de 1923 fue ordenado sacerdote por el Cardenal Desiderio José Mercier. Ese año le fueron concedidas dos becas de investigación, una del gobierno belga y otra de una fundación estadounidense, y fue admitido en la Universidad de Cambridge (Inglaterra) como investigador de astronomía.

En junio de 1924 regresó a Bruselas, pero ese mismo año volvió a viajar por motivos científicos, esta vez a Canadá y Estados Unidos. En este último país, además de conocer al astrofísico británico Arthur Stanley Eddington, tuvo la oportunidad de conocer directamente a algunos físicos que, en aquellos momentos, estaban realizando trabajos pioneros en las observaciones astronómicas. Después de un año en la Universidad de Cambridge con Eddington y otro en Cambridge, Massachusetts con Harlow Shapley, regresó a la Universidad de Lovaina como profesor a tiempo parcial. Ahí, en 1927, publicó un informe en el que resolvió las ecuaciones de Einstein sobre la geometría del universo (que Alexander Friedman ya había resuelto, sin que Lemaître lo supiera) y sugirió que se estaba expandiendo, según una de las soluciones, y que es por ello que los astrónomos Vesto Slipher y Carl Wilhelm Wirtz habían observado un corrimiento hacia el rojo de la luz de las nebulosas espirales. En 1931, propuso la idea de que el universo se originó en la explosión de un «átomo primigenio», «huevo cósmico» o hylem. Dicha explosión ahora se llama el Big Bang o Gran Estallido.

La expansión del universo[editar]
Las ecuaciones de la relatividad general, formuladas por Albert Einstein en 1915, permitían estudiar el universo en su conjunto. El mismo Einstein lo hizo, pero se encontró con un universo que cambiaba con el transcurrir del tiempo, y Einstein, por motivos no científicos, prefería un universo inalterable en su conjunto. Para conseguirlo, introdujo en sus ecuaciones un término cuya única función era mantener al universo estable, de acuerdo con sus preferencias personales. Se trataba de una magnitud a la que denominó "constante cosmológica". Años más tarde, Einstein reconoció que había sido el peor error de su trayectoria científica.

Otros físicos también habían desarrollado los estudios del universo tomando como base la relatividad general. Fueron especialmente importantes los trabajos del holandés Willem de Sitter en 1917, y del ruso Aleksandr Fridman en 1922 y 1924. Friedman formuló la hipótesis de un universo en expansión, pero sus trabajos tuvieron escasa repercusión en aquellos momentos.

Lemaître trabajó en esa línea hasta que consiguió una explicación teórica del universo en expansión, y la publicó en un artículo de 1927. Pero, aunque ese artículo era correcto y estaba de acuerdo con los datos obtenidos por los astrofísicos de vanguardia en aquellos años, no tuvo por el momento ningún impacto especial, a pesar de que Lemaître fue a hablar de ese tema, personalmente, con Einstein en 1927 y con Willem de Sitter en 1928 sin conseguir eco en estos científicos.

El 10 de enero de 1930 tuvo lugar en Londres una reunión de la Real Sociedad Astronómica. Al leer el informe que se publicó sobre esa reunión, Georges Lemaître advirtió que tanto De Sitter como Arthur Eddington estaban insatisfechos con el modelo del Universo Estático propuesto por Einstein y buscaban otra solución, que el propio Lemaître ya había hecho pública en 1927, por lo que escribió a Arthur Eddington recordándole ese trabajo de 1927.

Eddington, convencido por lo expuesto por Lemaître dictó el 10 de mayo de 1930 una conferencia ante la Real Sociedad Astronómica sobre ese problema, y en ella informó sobre el trabajo de Lemaître: se refirió a la "contribución decididamente original avanzada por la brillante solución de Lemaître", diciendo que "da una respuesta asombrosamente completa a los diversos problemas que plantean las cosmogonías de Einstein y de De Sitter". El 19 de mayo, De Sitter reconoció también el valor del trabajo de Lemaître, que fue publicado, traducido al inglés, por la Real Sociedad Astronómica.

La fama de Lemaître se consolidó en 1932. Muchos astrónomos y periodistas estaban presentes en Cambridge (Estados Unidos), en la conferencia que Eddington pronunció el día 7 de septiembre en la cual se refirió a la hipótesis de Lemaître como una idea fundamental para comprender el universo. Dos días después en el Observatorio de Harvard, se pidió a Eddington y Lemaître que explicasen su teoría.

El átomo primitivo[editar]
En el artículo titulado "El comienzo del mundo desde el punto de vista de la teoría cuántica" publicado en la revista inglesa Nature, en su edición del día 9 de mayo de 1931,1 Georges Lemaître sostuvo que si el universo está en expansión, en el pasado, debería haber ocupado un espacio cada vez más pequeño, hasta que, en algún momento original, todo el universo se encontraría concentrado en una especie de "átomo primitivo". Lemaître publicó posteriormente otros artículos sobre el mismo tema, y llegó a publicar un libro titulado "La hipótesis del átomo primitivo". Las ideas expuestas por Lemaître tropezaron no sólo con críticas, sino con una abierta hostilidad por parte de científicos que reaccionaron, a veces, de modo violento. Varios científicos, incluso Albert Einstein, veían con desconfianza la propuesta de Lemaître, que era una hipótesis científica seria, porque, según su opinión, podría favorecer a las ideas religiosas acerca de la creación.

Encuentro con Albert Einstein[editar]
Entre el 24 y el 29 de octubre de 1927 tuvo lugar, en Bruselas, el quinto Congreso Solvay, donde los expositores discutieron acerca de la nueva física cuántica. Georges Lemaître decidió hablar con Einstein sobre su artículo, pero éste le dijo que aunque los cálculos eran correctos, su física era "abominable".2 Lemaître, convencido de que Einstein se equivocaba esta vez, buscó prolongar la conversación, y también lo consiguió. El profesor Auguste Piccard, que acompañaba a Einstein para mostrarle su laboratorio en la Universidad, invitó a Lemaître a unírseles en el centro educativo. Durante el trayecto, Lemaître aludió a la velocidad de las nebulosas, tema que se encuentra muy relacionado con la expansión del universo. Pero Einstein no parecía estar al corriente de los resultados de las investigaciones al efecto. Piccard, para salvar la situación, comenzó a hablar con Einstein en alemán, idioma que no entendía.

Las relaciones de Lemaître con Einstein mejoraron más tarde. La primera aproximación vino a través de los reyes de Bélgica, que se interesaron por los trabajos de Lemaître y le invitaron a la corte. Einstein pasaba todos los años por Bélgica para visitar a Lorentz y a De Sitter, y en 1929 encontró una invitación de la reina Elisabeth, alemana como Einstein, en la que le pedía que fuera a verla llevando su violín, ya que ejecutaba este instrumento lo mismo que la monarca. Esa invitación fue seguida por muchas otras, de modo que Einstein llegó a ser amigo de los reyes. En una conversación, el rey preguntó a Einstein sobre la famosa teoría de la expansión del universo, e inevitablemente se habló de Lemaître; notando que Einstein se sentía incómodo, la reina le invitó a improvisar, con ella, un dúo de violín.

Otra aproximación se produjo en 1930, en una ceremonia en Cambridge, donde Einstein se encontró con Eddington. De nuevo salió en la conversación la teoría del sacerdote belga, y Eddington la defendió con entusiasmo.

Einstein tuvo varios años para reflexionar antes de encontrarse de nuevo personalmente con Lemaître, en Estados Unidos. Lemaître había sido invitado por el físico Robert Millikan, director del Instituto de Tecnología de California. Entre sus conferencias y seminarios, el 11 de enero de 1933 dirigió un seminario sobre los rayos cósmicos, y Einstein se encontraba entre los asistentes. Esta vez, Einstein se mostró muy afable y felicitó a Lemaître por la calidad de su exposición. Después, ambos se fueron a discutir sus puntos de vista. Einstein ya admitió entonces que el universo está en expansión; sin embargo, no le convencía la teoría del átomo primitivo, que le recordaba demasiado la creación.

En mayo de 1933, Einstein supo que Adolf Hitler había sido nombrado Canciller de la República Alemana, así que renunció a sus cargos en la Academia de Ciencias y en la Universidad de Berlín. En esas circunstancias, Lemaître fue a verle y le organizó varios seminarios. En uno de ellos, Einstein anunció que la conferencia siguiente la daría el propio Lemaître, añadiendo que tenía cosas interesantes que contarles. El sacerdote, en consecuencia, pasó un fin de semana preparando su conferencia, y la dio el 17 de mayo. Einstein le interrumpió varias veces en la conferencia manifestando su entusiasmo, y afirmó entonces que Lemaître era la persona que mejor había comprendido sus teorías de la relatividad.

De enero a junio de 1935, Lemaître estuvo en Estados Unidos como profesor invitado por el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. En Princeton vio por última vez a Einstein. A Einstein le costó aceptar la expansión del universo, aunque finalmente la aceptó, a pesar de que similares motivos le llevaron a rechazar la teoría del átomo primitivo. No obstante que los trabajos de Lemaître fueron cuestionados entre la comunidad científica, debido al hecho de ser también religioso, desde el punto de vista de las ciencias eran serios, y finalmente todos los científicos, Einstein incluido, lo reconocieron y le otorgaron todo tipo de honores.

Lemaître estaba convencido de que ciencia y religión son dos caminos diferentes y complementarios que convergen en la verdad. Al cabo de los años, declaraba en una entrevista concedida al periódico estadounidense The New York Times: "Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión".

Al final de su vida se dedicó cada vez más a los cálculos numéricos. Su interés en los computadores y en la informática terminó por fascinarlo completamente. Murió en Lovaina poco después de oír la noticia del descubrimiento de la radiación de fondo de microondas cósmicas, que constituía la prueba de su teoría.





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