viernes, junio 21, 2024

Luz.

 


Puertas abiertas a la luz

¿Tú rezas con los ojos cerrados? Mucha gente lo hace, yo los veo ante el sagrario y nunca sé si están rezando o están dormidos. También hay quienes se inclinan hacia delante como el pensador de Rodin, y se cubren la cara con las manos. Esos puede que estén llorando, no sé, o quizá se están devanando los sesos. Bueno, lo dejo aquí, que es muy impertinente este discurso.

Yo, si cierro los ojos cuando rezo, veo fantasmas. Se me vienen encima como habitantes de la noche. Por eso no los cierro. Pero tampoco podría rezar si los tengo vagabundeando por los alrededores. Por eso los aparco. Los aparco en el sagrario. O en el crucifijo, que es, para los ojos, un aparcamiento lleno de delicias. Le es más fácil al alma volar alto cuando los ojos están quietos en lugares de Amor.

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz. Esas miradas a imágenes santas son, para el alma, puertas abiertas a la luz. No se queda el alma en ellas, sino que las cruza para alcanzar silencios sonoros y tinieblas resplandecientes donde reposa, embriagada en el Amor de Dios.

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