sábado, octubre 12, 2024

Sic.

 Te lo traduzco: «Mujer, tú ensalzas a la mujer que me dio a luz porque me llevó en su vientre y me amamantó a sus pechos. Y haces bien, porque ese cuerpo suyo ha quedado consagrado con la presencia del Hijo de Dios. Pero, con tus palabras, le estás diciendo a mi madre: “¡Qué suerte tienes!”. Yo le diré algo mejor: “¡Qué santa eres! Porque el haberme llevado en tu vientre y amamantado a tus pechos no es mérito tuyo. Pero el haber escuchado la palabra de Dios, el haberla conservado en tu corazón, y el haber empleado tu vida en dejar que se cumpla ha sido el acto de amor más hermoso y puro que jamás una criatura haya realizado sobre la tierra”».



Esos minutos diarios de lectura del Nuevo Testamento, que te aconsejé –metiéndote y participando en el contenido de cada escena, como un protagonista más–, son para que encarnes, para que "cumplas" el Evangelio en tu vida..., y para "hacerlo cumplir". (Surco, 672)


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