Himno.

Gracias Dios nuestro por tu Madre, por estos días en San Sebastián, por mi padre, gemelas, sobrinos, por la sabiduría de mi sobrina María, la ilusión y los sueños de Lucía, las salidas y el cariño de Javi, la buena cara de Carletes, por los días de sol, por el fresquito, por las cuarenta picaduras de mosquitos y arácnidos en mis brazos, por haber podido ir a Misa y comulgar, porque la familia es el santuario de la vida, donde te quieren por lo que eres (que ya tiene mérito), por mis hermanos de la Obra que conocí, el sol, el agua, las medusas, los conejos, por haber estado en la capilla de la Virgen del Coro, por todo lo que me doy cuenta y por lo que no me doy cuenta que es mucho más.
Perdón: por mi falta de carácter, las impaciencias constantes, querer poner la última palabra en casi todo, por quejica, por llorica, por juzgar a los demás, por dejarme hacer la cama algún día, por intentar dominar, por arrimar poco el hombro, por mi mala leche, por decir tacos y hablar con poca delicadeza, por no morderme la lengua, por depender tanto de mis estados de ánimos.

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