sábado, junio 02, 2012

Santísima Trinidad.



Dios Padre, llegada la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su Hijo Unigénito, para que restableciera la paz; para que, redimiendo al hombre del pecado, adoptionem filiorum reciperemus, fuéramos constituidos hijos de Dios, liberados del yugo del pecado, hechos capaces de participar en la intimidad divina de la Trinidad. Y así se ha hecho posible a este hombre nuevo, a este nuevo injerto de los hijos de Dios, liberar a la creación entera del desorden, restaurando todas las cosas en Cristo, que los ha reconciliado con Dios. (San  Josemaría Escrivá, en "Es Cristo que pasa", n.65)

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