De Juan Manuel de Prada.
Pero pecaríamos de ingenuidad si creyéramos que el empobrecimiento del lenguaje es el único medio que los modernos tiranos emplean para confundirnos. Otra forma extraordinariamente eficaz consiste en difuminar el sentido de las palabras con acepciones imprecisas y equívocas, consecuencia en cierta medida de la ligereza con que las empleamos, pero sobre todo del empeño deliberado de que las palabras oscurezcan la realidad: cuando se llama «muerte digna» a la eutanasia, una vida sufriente se convierte tácitamente en una 'vida indigna'; cuando se llama 'consenso' al contubernio de la gente sin principios, quien se mantiene fiel a ellos se convierte inevitablemente en un 'antisistema'. Si la mentira es la prostitución de la verdad, existe una forma de falsedad más peligrosa que la mentira redonda, que es la expresión de la verdad a medias, el empleo equívoco de las palabras con la pretensión de diluir realidades que, designadas sin eufemismos, nos sobrecogerían: llamar 'educación sexual' a la posibilidad de que nuestros hijos sean pervertidos en la escuela; o llamar 'democracia' a presentar, mediante aritmética parlamentaria, la iniquidad como justicia.
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