Fuimos desde San Sebastián hasta Lourdes, dos horas. Lourdes es siempre un punto de referencia, al menos para mí. Mucha Fe, dolor, enfermos, multicolor, el rezo del Rosario, las fuentes de agua del manantial que surgió de las apariciones, carritos, voluntarios, peregrinos, velas.
Hay que hacer cola para pasar por la gruta, pero va rápida. Mucha gente toca las paredes de esa gruta, no sé si de modo muy religioso...botellas vacías, bidones para rellenar de agua. Tomé agua también. Ponerse de rodillas ante la imagen, suave brisa, el río al lado. Paz, María sostiene al mundo y cada uno de vosotros. Procuré rezar por muchos, también a los que pasáis por aquí. El tiempo se va rápido allí con las cuentas del Rosario en la mano. Y el milagro siempre: estaba con mis peticiones, al lado una mujer de mediana edad, que rezaba con intensidad, no distinguí su lengua, rezaba en voz baja pero sin alardes me llamó la atención su Fe, la intensidad de lo que musitaba, mezcla de angustia y esperanza, con llanto. Acabé por pedirle a la Señora de Lourdes que acogiese la petición de aquella mujer.
Fuera del Santuario, pequeños cafés caros, tiendas de souvenir religioso, rosarios, pulseras, virgenes, virgencitas, museo de cera. Aire decadente de hoteles, mitad hotel, mitad hospital.
Besamos el suelo, allí estuvo María Inmaculada y el pueblo de Dios, la humanidad sufriente necesita rezar, pedir, compartir la Fe. Volvimos con paz y esperanza. Hasta pronto!
En Lourdes ,la fe se corta.Es emocionante.Es como un trozo de Cielo.
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