domingo, septiembre 18, 2016

Políticos y estadistas.




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Hay una frase de Bismark o de Churchill, o de ambos, cargada de razón: los políticos solo piensan en las próximas elecciones, los estadistas en las próximas generaciones. Aquí como no tenemos ningún estadista, nadie se preocupa de las próximas generaciones, pero los políticos que nos han tocado en suerte andan preocupados por las próximas elecciones, ya sean las gallegas, las vascas o la repetición de las generales.
Como los políticos buscan antes su interés que el servicio al bien común de la nación a la que dicen representar, andan a la greña sin pudor alguno y quieren resolverlo haciéndonos votar otra vez, a ver si el resultado resuelve lo que ellos no son capaces de resolver. ¿Debemos prestarnos los ciudadanos a ello? ¿Cuántas veces?
Hablan de paquetes de medidas, cientos de medidas, para regenerar el país, pero los verdaderos problemas son la deriva de nuestra sociedad manipulada que exalta la lujuria pero prohíbe la fecundidad. Este curso empieza con menos alumnos que el anterior. Perdemos población: nacen menos que los que se mueren y nos hemos convertido en un país de viejos.
En vez de construir familias, buscamos parejas eventuales en las que tener un hijo es un estorbo, mejor comprar un perrito, de esos que parecen de juguete y dedicarle nuestro cariño comprándole piensos-delicatessen, lacitos y ropita. Cada vez hay más secciones para mascotas en los grandes almacenes pues todo el mundo ha descubierto su amor por los animales y eso es un negocio.
Quizás nadie piensa en las próximas generaciones porque no las habrá. Aquí, como en Europa, ellas serán las de otros pueblos, que viven ya junto a nosotros, pero sin compartir nuestras formas de vida que seguramente les parecerán vacías. Nada de multiculturalismo, simplemente seremos sustituidos de forma más o menos rápida pero imparable. ¿Hay políticos que piensen en esto?
El llamado pomposamente estado de bienestar es un camelo insostenible. Lo único cierto es que padecemos un estado depredador que nos grava el consumo (IVA) y la renta (IRPF) y para pagar las pensiones detrae de empresas y trabajadores más del cuarenta por ciento de los sueldos y salarios. A pesar de todo ello seguimos emitiendo deuda pues las distintas administraciones gastan más de lo que ingresan y lo que proponen los políticos es gastar más. El cuento de que lo pagarán los ricos ya no cuela, todos sabemos que serán los asalariados los que serán gravados con más impuestos. ¿Nadie piensa en terminar con este desmadre de administraciones?
El dinero que cada uno gana con su esfuerzo es esquilmado por el estado, que gasta sin control, sin necesidad, sin estudio previo de la viabilidad y beneficios de la inversión. ¿Qué se hizo de los planes hidrológicos? ¿Qué pasa con un pantano lleno de agua pero sin canalizaciones para llevarla a los cultivos que la necesitan? (Hablo de la presa de Rules, terminada hace años, y de los cultivos tropicales de la costa granadina que se pierden por falta de riego). Los edificios administrativos que se siguen construyendo por la administración central o las autonómicas ¿son acaso necesarios?…
La corrupción no es solo cobrar comisiones por las obras, sino emprender obras innecesarias a costa de los ciudadanos y de esto nadie habla.
Nuevas elecciones, pactos de investidura, catálogos de medidas que nadie sabe si llegarán a ponerse en práctica, para qué seguir. ¡El panorama es desolador!

3 comentarios:

  1. Tal cual.
    Más claro, no puede decirse.

    Buen comienzo de curso.
    Gracias.

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  2. Un hijo, es un hijo...más hijo de Dios que tuyo.

    Un perro o un gato, son eso, un perro y un gato.

    Jyy+

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