jueves, abril 06, 2017

Cristianismo y lenguaje. Genial. Una fe que se ha hecho cultura común.








Un soponcio para más inri
¿Quién no ha llorado como una magdalena cuando alguien le ha llevado por la calle de la amargura y le ha hecho la pascua? ¿Y a quién no ha dado un soponcio, quizá por la barrabasada de algún tonto de capirote, y para más inri ha acabado hecho un ecce homo? Por muy ateo que uno sea, aún sin saberlo utiliza muchas palabras y expresiones que hunden sus raíces en pasajes bíblicos y, en muchos casos, en el relato de la Semana Santa.
«Lo sorprendente es que en una sociedad completamente laica, con tendencia al ateísmo, se sigan repitiendo términos de origen religioso. La religión, tanto la musulmana con términos como «ojalá» («quiera Alá») como la judía con «sábado», «aleluya» o «amén», pero sobre todo la cristiana, nos ha dejado muchísimo vocabulario», explica Javier del Hoyo, autor de «Etimologicón» y «Eponimón» (Ariel).
Para el profesor de Filología de la Universidad Autónoma de Madrid, es una prueba de que la cultura cristiana «no fue un barniz», sino que permeó la sociedad española. Solo así se explica que hayan subsistido tantas referencias cristianas. El español conoce tan bien el ejemplo, que justamente es lo que se destaca, resalta Del Hoyo. Si a alguien se le dice que es un Judas o algo es más falso que el beso de Judas, no hace falta más explicación.
No es extraño que la familiaridad de los españoles con la religión deje estupefactos a muchos extranjeros, como subrayaba Fernando Díaz Plaja en su libro «El español y los siete pecados capitales». «Para empezar, el segundo mandamiento "no emplearás el nombre de Dios en vano" parece totalmente inútil al católico español, que casi nunca lo emplea de otra forma», aseguraba el historiador antes de poner ejemplos de uso de la nomenclatura de la religión para las más profanas de las situaciones. «Al más católico de los españoles le parece muy normal citar las dos o tres verónicas, rematadas con media, que le dio el Fulanito al tercer toro de la tarde», destacaba tras recordar que el pase fue bautizado como «Verónica» porque «la capa extendida ante la cabeza del toro le recordó a alguien el momento bíblico en que la Verónica pasa amorosamente su lienzo por el rostro sudoroso y sangriento del Salvador, quedándose impresa la Santa Faz en el pañuelo».
«Todo cristo» puede montar «un cristo» o también «estar hecho un cristo» y que le tachen de que un complemento le queda «como a un Cristo dos pistolas». O pasa «por un calvario» si le llevan «de Herodes a Pilatos» cuando tiene que rellenar un formulario y al llegar a la última ventanilla su interlocutor «se lava las manos». Eso sí, si finalmente logra su objetivo, su pequeña victoria le sabrá «a gloria».
La lista de palabras y expresiones con origen en la Semana Santa es larga:
Ser la vida un Getsemaní: ser abandonado por los más próximos, como Cristo en el Huerto de los Olivos.
Ser un judas: un traidor.
Más falso que el beso de Judas: alude al pasaje evangélico en el que Judas Iscariote delata a Jesús en el Huerto de Getsemaní con un beso.
Otro gallo cantaría: expresión que equivale a decir que mejor suerte tendría y que tendría como origen el pasaje en el que el gallo cantó después de que Pedro negara conocer a Jesús en tres ocasiones.
Ser un caifás: se dice de una persona que obra con gran maldad, recordando al sumo sacerdote judío que llevó a Cristo a la cruz.
Rasgarse las vestiduras: El gesto de quien se escandaliza ante lo que otros dicen o hacen tiene su origen en el gesto del sumo sacerdote que, según el evangelio de Marcos, le preguntó a Jesús si era él el Mesías y ante la respuesta afirmativa, se rasgó las vestiduras (Marcos 14, 61-64).
Ser un barrabás: un malhechor, como aquel preso que ponía en jaque a los judíos y que fue liberado en lugar de Jesús.
Barrabasada: «barbaridad, desaguisado o disparate: acción de la que resulta un gran destrozo o perjuicio», según la RAE.
Ser un pilatos: Un hombre cobarde que tolera las injusticias, por Poncio Pilatos.
Andar (o ir) de Herodes a Pilatos: Ir de una persona a otra, o de mal en peor en un asunto
Estar hecho un ecce homo: Herido y maltrecho, como Pilatos presentó a Jesucristo al pueblo (en latín «he aquí el hombre»).
Lavarse las manos: Es la «frase que se usa cuando uno se descarta de un asunto, cuando trata de rehuir toda responsabilidad en él, como hizo Poncio Pilato en el proceso a Jesús», recoge José María Iribarren en «El porqué de los dichos». Era costumbre antigua lavarse las manos ante otros para señalar su inocencia ante un crimen o un delito. Ya en el Antiguo Testamento se dice «¿para qué he conservado la conciencia limpia y he lavado mis manos en señal de inocencia?» (Salmos 73, 13)
Soponcio: Según Javier del Hoyo, «procede de la expresión "sub Pontio Pilato", que dentro del credo se recitaba cada domingo en todas las iglesias ("fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato")».
Ser un cirineo: por Simón de Cirene, el hombre a quien los romanos obligaron a ayudar a Cristo a llevar la cruz hasta el Calvario.
Verónica: el lance del toreo se llama así por la forma en que el diestro agarra el capote, como la Verónica el paño que enjugó la cara de Cristo.
Pasar por un calvario: Sufrir una sucesión de adversidades y pesadumbres. Recuerda el camino que recorrió Jesús hasta el montículo donde fue crucificado.
Pasar un viacrucis: Sufrir una sucesión de adversidades y pesadumbres, como el camino de la cruz (via crucis). Tanto esta expresión como la siguiente de la calle de la amargura se comenzaron a usar en la Edad Media, según apunta Javier del Hoyo. «Las trajeron los cruzados al regresar de la Primera cruzada en 1099».
Llevar (o traer) por la calle de la amargura: Por una situación angustiosa prolongada, en referencia a la calle por la que fue conducido Jesucristo con la cruz a cuestas.
Para más inri: Por el acrónimo escrito sobre la cruz de Cristo «Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum» (Jesús Nazareno, rey de los judíos) que ordenó escribir Pilatos (Juan 19, 21-22). «El sentido de burla y escarnio que hoy le damos a esta expresión proviene sin duda del que pretendió darle el propio Pilatos, al dar el título de rey a un crucificado. Y esto a pesar de que a los judíos les pareció que iba en serio y esto fue lo que desató su indignación», reseñaba José Luis García Remiro en su artículo sobre «De cómo la vida monástica impregnó el lenguaje del pueblo...»
¡Vaya cristo!: vaya lío o alboroto, según una de las acepciones de la RAE.
Todo cristo: coloquialmente, «todo cristiano, todas las personas, todo el mundo».
Estar hecho un cristo: Se dice de la persona que presenta un estado lastimoso
¡Por los clavos de Cristo!: Expresión de sorpresa o incredulidad
Estar hecho un nazareno: Como «hecho un cristo», maltrecho, lacerado y afligido, por el estado de Jesucristo al final de la Pasión.
Como a un cristo dos pistolas: Muy mal o de manera inadecuada o impropia.
Nazareno: Penitente que en las procesiones de Semana Santa va vestido con túnica, por lo común morada, o imagen de Jesucristo vestido con túnica morada.
Hacer un cristo: En las anillas de gimnasia, «figura que recuerda al crucificado y que perfeccionó el gimnasta español Joaquín Blume, por lo que se atribuye a él su invención», recoge Del Hoyo en su «Eponimón».
¡Quién te ha visto y quién te ve!: José Luis García Remiro relata que antes la expresión se completaba con «¿cuál es el corazón que no llora?» y la expresión «sabe a tópico de sermón, quizá de la Soledad de María», ante el descendimiento de Jesús de la cruz. «Era entonces cuando los predicadores solían clamar de este modo para enternecer y hacer estremecer a su auditorio», señala García Remiro.
Dar la matraca: por el instrumento de madera de sonido desapacible usado en Semana Santa en lugar de campanas y en el Oficio de Tinieblas del Viernes Santo para simular los trastornos naturales ("hasta las piedras hablaron") que relata la Biblia por la muerte de Cristo.
Las tres Marías: por las tres mujeres que estaban al pie de la cruz: “María, su madre, y la hermana de su madre María de Cleofás, y María Magdalena” (Jn 19,25). «Llorar como una magdalena» se refiere, sin embargo, al episodio del Evangelio en el que María Magdalena le lavó con sus lágrimas los pies a Jesús y los secó con sus cabellos (Lucas 7,38).
Una maría: una asignatura que apenas hay que estudiar o se aprueba con poco esfuerzo, viene también de las Marías del evangelio.
Tonto de capirote: Del Hoyo cree que puede referirse a los nazarenos con capirote por la corta visión que éste permite, obligando a seguir los pasos del que va delante. Iribarren señala, sin embargo, que se refiere al capirote de doctores, colegiales a los que se refiere Covarrubias en el «Tesoro de la lengua castellana» de forma que «tonto de capirote es tanto como decir tonto graduado».
Hacerle a uno la pascua: Fastidiar, molestar o perjudicar a alguien. Se refiere al rito judío por el que se sacrificaba un cordero en la fiesta de la pascua, el «paso» en hebreo que aludía al del ángel exterminador de la Biblia que pasó por las casas de los egipcios dando muerte a los primogénitos. Así lo recoge Iribarren en «El porqué de los dichos».
Más alegre que unas pascuas: se refiere a la antiguamente conocida como Pascua de Flores o Florida, es decir, a la de Resurrección.
Santas pascuas: expresión para dar a entender que es forzoso conformarse con lo que sucede, se hace o se dice. Como recoge la RAE, se llama pascua a «cada una de las solemnidades del nacimiento de Cristo, del reconocimiento y adoración de los Reyes Magos y de la venida del Espíritu Santo sobre el colegio apostólico» además de la Pascua de Resurrección.
Romperse la crisma: Crisma es el óleo que se consagra el Jueves Santo y con el que se unge a los catecúmenos cuando se les bautiza.
Quedarse in albis: Viene del segundo domingo de Pascua, el día en que se depositaban las albas», explica Del Hoyo. Antiguamente era costumbre celebrar bautizos en Sábado Santo y a los bautizados se les ponía un vestido blanco o alba, que se devolvía una semana después. De ahí también la expresión de «quedarse en blanco».
Saber a gloria: O muy bien. ¿Por el Sábado de Gloria?
«Echar sapos y culebras», como el endemoniado que le presentaron a Jesús, «cuando San Juan baje el dedo», por el pasaje en el que este santo indicaba en otro que por ahí va el Cordero de Dios y por el que se le suele representar así; o entonar un «mea culpa» o proferir un «vade retro» «donde Cristo dio las tres voces» son otras de las muchas expresiones también tienen origen religioso aunque ya no se refieren al relato de la Pasión, como la más popular de las despedidas («Adiós») y el santo que ha zanjado tantas discusiones: Sanseacabó.

ABC / Mónica Arrizabalaga

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