https://opusdei.org/es-mx/article/san-josemaria-y-su-gran-amor-a-la-virgen-de-guadalupe/
San Josemaría y su gran amor a la Virgen de Guadalupe
Con motivo de la fiesta del 26 de junio, el autor recuerda la visita que san Josemaría hizo a México en 1970 para rezar una novena ante la Virgen de Guadalupe.
San Josemaría hizo una novena de oración ante la Virgen de Guadalupe en mayo de 1970.
En el prólogo de su libro “Santo Rosario”, san Josemaría Escrivá de Balaguer escribía unas reveladoras palabras: “Amigo mío: si tienes deseos de ser grande, hazte pequeño. Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños…, rezar como rezan los niños”.
Ese mismo amor y seguridad embargaron el alma del Fundador del Opus Dei durante toda su vida, y le impulsaron a emprender en el mes de mayo de 1970 una peregrinación penitente a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.
“He tenido que venir a México —decía con la mirada fija en la milagrosa imagen, uno de los días de su novena a la Villa— para repetirte con la boca y el alma llena de confianza, que estamos muy seguros de Ti y de todo lo que nos has dado, que estoy muy seguro de mis hijas y de mis hijos, y del camino firme que tu Hijo nos ha marcado. No admitimos más ambición que la de servir a tu Hijo y, por Él y con tu ayuda, a todas las almas”.
¿Qué pedía con tanto fervor san Josemaría a “La Morenita del Tepeyac”? En primer lugar, oraba y rezaba por la paz del mundo, por la Iglesia entera y por el Papa, por los obispos, por los sacerdotes y por todo el pueblo fiel. También pedía por esa pequeña porción de la Iglesia, que es el Opus Dei y sus apostolados en los cinco continentes.
Esta novena a la Guadalupana duró del 16 al 24 de mayo. Y, en lo alto de una discreta tribuna en la antigua Basílica, en la que se podía rezar sin llamar la atención y donde se llevó a cabo esa novena, san Josemaría exclamaba emocionado: “¡La Virgen Morena! ¡Bien, bien! Y es que me faltan las palabras para demostrarte mi alegría, tan grande, de estar junto a ti, Señora. (…) Nos sentimos orgullosos de ser hijos tuyos. Y acudo muy especialmente y con continuidad a su intercesión, porque confío en Ella con todas las fuerzas de mi alma. (…) Por eso me marcharé de aquí dando gracias".
Y concluía con estas palabras: “Bajo la cúpula de esta Basílica, en la que se venera tu imagen preciosa —¡cómo me enamora!—, ponemos la fe de toda América, de norte a sur, para que entre en las almas, permanezca siempre firme, y sea grata a Dios y a ti, Madre amabilísima”.
Su estancia en nuestro país se prolongó hasta el 20 de junio. Fue un tiempo que aprovechó intensamente para tener encuentros con personas de todas las edades y condiciones sociales y provenientes de muy diversos puntos de la República, a las que, en numerosas reuniones llenas de naturalidad y espontaneidad, brindaba sus consejos pastorales. En la víspera de su regreso a Roma, quiso despedirse de Santa María en la Basílica, acompañado de muchos fieles del Opus Dei. Sobra decir que fue una despedida particularmente emotiva y entrañable.
El próximo 26 de junio, la Iglesia conmemora la fiesta de este santo de nuestro tiempo y he de reconocer que invariablemente me vienen a la memoria los recuerdos de la estancia de san Josemaría en la Villa, así como su admirable ejemplo y esa imborrable herencia espiritual que nos dejó de ser un hombre profundamente enamorado de Dios y de la Virgen de Guadalupe.
Que bonito recuerdo de Sanjosemaría visitando a Nuestra Madre !! Saludos Daniel
ResponderEliminarMARGARITA, YO ESTUVE A SUS PIES EN MAYO DE 2012, UN PRIVILEGIO.
ResponderEliminar