martes, septiembre 30, 2014

La humildad de D. Alvaro, virtud destacada por el cardenal Amato.







Es una lucha nuestra de toda la vida, muy bien lo expresó el Cardenal Amato en la beatificación de D. Alvaro.



.Para él, como para San Agustín, la humildad era el hogar de la caridad .

Repetía un consejo que solía dar el Fundador del Opus Dei, citando unas palabras de San José de Calasanz: "Si quieres ser santo, sé humilde; si quieres ser más santo, sé más humilde; si quieres ser muy santo, sé muy humilde" . Tampoco olvidaba que un burro fue el trono de Jesús en la entrada a Jerusalén. Incluso sus compañeros de estudios, además de destacar su extraordinaria inteligencia, subrayan su sencillez, la inocencia serena de quien no se considera mejor que los demás. Pensaba que su peor enemigo era la soberbia.

Un testigo asegura que era "la humildad en persona". Su humildad no era áspera, llamativa, exasperada; sino cariñosa, alegre. Su alegría derivaba de la convicción de su escasa valía personal. A principios de 1994, el último año de su vida en la tierra, en una reunión con sus hijas, dijo: "os lo digo a vosotras, y me lo digo a mí mismo. Tenemos que luchar toda la vida para llegar a ser humildes. Tenemos la escuela maravillosa de humildad del Señor, de la Santísima Virgen y de San José".

Vamos a aprender. Vamos a luchar contra el proprio yo que está costantemente alzándose como una víbora, para morder. Pero estamos seguros si estamos cerca de Jesús, que es del linaje de María, y es el que aplastará la cabeza de la serpiente» .Para don Álvaro, la humildad era «la llave que abre la puerta para entrar en la casa de la santidad», mientras que la soberbia constituía el mayor obstáculo para ver y amar a Dios. Decía: «la humildad nos arranca la careta de cartón, ridícula, que llevan las personas presuntuosas, pagadas de sí mismas".

La humildad es el reconocimiento de nuestras limitaciones, pero también de nuestra dignidad de hijos de Dios. El mejor elogio de su humildad lo expresó una mujer del Opus Dei, después del fallecimiento del Fundador: "el que ha muerto ha sido don Álvaro, porque nuestro Padre sigue vivo en su sucesor" .Un cardenal atestigua que cuando leyó sobre la humildad en la Regla de San Benito o en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, le parecía contemplar un ideal altísimo, pero inalcanzable para el ser humano. Pero cuando conoció y trató al Beato Álvaro entendió que era posible vivir la humildad de modo total.

Se pueden aplicar al Beato las palabras que el Cardenal Ratzinger pronunció en 2002, con ocasión de la canonización del Fundador del Opus Dei.Hablando de la virtud heroica, el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo: "Virtud heroica no significa exactamente que uno ha llevado a cabo grandes cosas por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él se ha mostrado transparente y disponible para que Dios actuara [...]. Esto es la santidad" .Este es el mensaje que nos entrega hoy el Beato Álvaro del Portillo, "pastor según el corazón de Jesús, celoso ministro de la Iglesia". Nos invita a ser santos como él, viviendo una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde.

La Iglesia y el mundo necesitan del gran espectáculo de la santidad, para purificar, con su aroma agradable, los miasmas de los muchos vicios alardeados con arrogante insistencia. Ahora más que nunca necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la tierra.Que María Auxiliadora de los Cristianos y Madre de los Santos, nos ayude y nos proteja.Beato Álvaro del Portillo, ruega por nosotros. Amén.

lunes, septiembre 29, 2014

Mis impresiones de la Beatificación de D. Alvaro.














Ya voy teniendo una edad y las multitudes me empiezan a cansar. Pero yo debía ir y fui claro, y Dios siempre premia.

Organización perfecta: poner a 300.000 personas en un lugar, con orden y eficacia dice mucho de los organizadores y su concepto de santificar los deberes de la vida corriente. Aquello estaba bien hecho: lanzaderas, parking de buses, pantallas, acceso a los espacios, confesonarios, capillas de Santísimo, los voluntarios muy buenos, amables, buena pinta, eficaces...

Se pudo seguir la ceremonia y asistir a la Misa con gran atención y dignidad. Yo fui con alumnos y familias del Colegio de los Olmos, unas 800 personas. Los niños siguieron todo, silencio absoluto. Los concelebrantes con casulla. Mil sacerdotes con acompañante para dar la comunión con respeto y adoración. Frente a quienes mantienen que en este tipo de celebraciones es inevitable el desorden, es posible hacer las cosas bien, que ni un sólo laico tuviese que dar la comunión. Se puede, se puede, sí hay Fe y voluntad. El coro magnífico . Misa con las principales partes en latín (la Misa actual pero en latín), dada la universalidad de los asistentes, casi 80 países.

El Cardenal  Amato, delegado del Papa para la Beatificación hizo una homilía muy bien trenzada, cercana, práctica destacando la personalidad humana de D. Alvaro y sobre todo su humildad.

Me guardo para mí, la alegría de ver compañeros de la Obra que no veía desde hace 30 años, sacerdotes por el mundo fieles que se dejan las pestañas en Singapore, Nigeria, Argentina, o en la Coruña. El ambiente de alegría serena, de buena educación de preocupación de los unos por los otros.

Me quedo también con los más de cuarenta mil jóvenes, muchos niños, muchos matrimonios jóvenes y ancianos. Un revolcón para la esperanza y pilas para los próximos años. Gracias D. Alvaro.

domingo, septiembre 28, 2014

Homilía del Prelado del Opus Dei en Misa de acción de gracias.







“La muchedumbre de estos días, los millones de personas en el mundo, y tantas que ya nos esperan en el Cielo, dan también testimonio de la fecundidad de la vida de don Álvaro”, dijo Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei en la Misa de acción de gracias por la beatificación de Álvaro del Portillo
“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”: “ut diligátis ínvicem, sicut diléxi vos” (Jn 15, 12).
Queridos hermanos y hermanas, estas palabras del Evangelio resuenan hoy en mi alma con una alegría nueva, al considerar que la muchedumbre presente ayer en este lugar, muy en comunión con el Papa Francisco y con todos los que nos acompañaban desde los cuatro puntos cardinales, no era propiamente una muchedumbre sino una reunión familiar, unida por el amor a Dios y el amor mutuo. Este mismo amor también se hace más fuerte hoy en la Eucaristía, en esta Misa de acción de gracias por la beatificación del queridísimo don Álvaro, Obispo, Prelado del Opus Dei.
1. El Señor, al instituir la Eucaristía, dio gracias a Dios Padre por su bondad eterna, por la creación salida de sus manos, por su misterioso designo de salvación. Agradecemos ese amor infinito manifestado en la Cruz y anticipado en el Cenáculo. Y le preguntamos al Señor: ¿cómo hemos de proceder para amar como tú nos has amado?; para amar como amaste a Pedro y a Juan, a cada uno de nosotros, y también a san Josemaría y al beato Álvaro.
Mirando la vida santa de don Álvaro, descubrimos la mano de Dios, la gracia del Espíritu Santo, el don de un amor que nos transforma. E incorporamos a nuestra alma esa oración de san Josemaría que tantas veces ha repetido el nuevo Beato: “Dame, Señor, el Amor con que quieres que te ame”[1], y así sabré amar a los demás con tu Amor, y con mi pobre esfuerzo. Los demás descubrirán en mi vivir la bondad de Dios, como ocurrió en el caminar diario de don Álvaro: ya en este Madrid tan querido, transparentaba la misericordia divina con su solidaridad con los más pobres y abandonados. Nos llena de gozo que en la segunda lectura, se nos recuerde la presencia de Cristo en nosotros que nos reviste “de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia” (Col 3, 12).
Queridos hermanos y hermanas, demos gracias a Dios pidiéndole más amor. En la madurez de la juventud, cuando tenía 25 años, don Álvaro era “saxum”, roca, para san Josemaría. Desde su humildad, contestó un día por carta al fundador del Opus Dei con estas palabras: “Yo aspiro a que, a pesar de todo, pueda Ud. tener confianza en el que, más que roca, es barro sin consistencia alguna. Pero ¡es tan bueno el Señor!”[2]. Esa seguridad en la bondad divina puede empapar toda nuestra existencia. “Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad”, hemos rezado en el Salmo responsorial (Sal 138 [137], 2). Y se alza nuestra gratitud a la Trinidad Santísima porque permanece con nosotros, con su Palabra, Jesucristo mismo (cf. Col3, 16) y con su Espíritu, que nos llena de alegría (cf. Jn 15, 11; Lc 11, 13) y hace posible que nos dirijamos a Dios llamándole, llenos de confianza, “Abba, Pater”: “¡Padre! ¡papá!”.
2. “La trinidad de la tierra nos llevará a la Trinidad del Cielo”[3], repetía don Álvaro según la enseñanza y la experiencia del Fundador del Opus Dei. Jesús, María y José nos conducen al Padre y al Espíritu Santo; en la humanidad santa de Jesús descubrimos, inseparablemente unida, la divinidad[4].
¡La Sagrada Familia! Con palabras de la primera lectura, bendecimos al Señor “que enaltece nuestra vida desde el seno materno y nos trata según su misericordia” (Ecl 50, 22). El texto sagrado nos menciona que ya antes de nacer nos amaba Dios. Viene a mi memoria aquel poema que Virgilio dirige a un niño recién nacido: “Incipe, parve puer, risu cognoscere matrem” (Virgilio, Égloga IV, 60)”: “Pequeño niño, comienza a reconocer a tu madre por su sonrisa”. El niño que nace va descubriendo el universo; en el rostro de su madre, lleno de amor: en esa sonrisa que le acoge, el nuevo ser apenas venido al mundo descubre un reflejo de la bondad de Dios.
En este día que el Santo Padre Francisco dedica a la oración por la familia, nos unimos a las súplicas de toda la Iglesia por esa “communio dilectionis”, esa “comunión de amor”[5], esa “escuela”[6] del Evangelio que es la familia, como decía Pablo VI en Nazaret. La familia, con el “dinamismo interior y profundo del amor”[7], tiene una gran “fecundidad espiritual”[8], como enseñó san Juan Pablo II, a quien el beato Álvaro estuvo unido por una filial amistad.
Al dar gracias a don Álvaro, damos gracias a sus padres que le han acogido y educado, que han preparado en él un corazón sencillo y generoso para recibir el amor de Dios, y responder a su llamada. “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”; así fue don Álvaro: un hombre cuya sonrisa bendecía a Dios, que “hace cosas grandes” (Ecl 50, 22), y que contó con él para servir a la Iglesia extendiendo el Opus Dei, como fiel hijo y sucesor de san Josemaría.
Rezamos para que haya muchas familias que sean “hogares… luminosos y alegres… como fue el de la Sagrada Familia”[9], en palabras de san Josemaría. Nuestra gratitud a Dios se alza por el don de la familia, reflejo del eterno amor trinitario, lugar donde cada uno se sabe amado por sí mismo, tal como es. Ahora, damos gracias también a todos los padres y madres de familia que están aquí reunidos, y a todos los que se ocupan de los niños, de los ancianos, de los enfermos.
Familias: el Señor os ama, el Señor se halla presente en vuestro matrimonio, imagen del amor de Cristo por su Iglesia. Sé que muchos de vosotros os dedicáis generosamente a apoyar a otros matrimonios en su camino de fidelidad, a ayudar a muchos otros hogares a ir adelante en un contexto social muchas veces difícil y hasta hostil. ¡Ánimo! Vuestra labor de testimonio y de evangelización es necesario para el mundo entero. Acordaos de que, como dijo el querido Benedicto XVI, “la fidelidad a lo largo del tiempo es el nombre del amor”[10].
3. “Sed agradecidos”, nos exhorta san Pablo (Col 3, 15). El beato Álvaro, pensando en lo que debía a san Josemaría, afirmaba que “la mejor muestra de agradecimiento consiste en hacer buen uso de los dones recibidos”[11]. En su predicación, en tertulias, en encuentros personales, en todas partes, nunca dejaba de hablar de apostolado y de evangelización. Para permanecer en ese amor de Dios que hemos recibido, debemos compartirlo con los demás; la bondad de Dios tiende a difundirse. El Papa Francisco decía que “en la oración, el Señor nos hace sentir este amor, pero también a través de numerosos signos que podemos leer en nuestra vida, a través de numerosas personas que pone en nuestro camino. Y la alegría del encuentro con él y de su llamada lleva a no cerrarse, sino a abrirse; lleva al servicio en la Iglesia”[12].
“No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido” (Jn 15, 16). Después de haber insistido el Señor en que la iniciativa es siempre suya, en la primacía de su amor, nos envía a difundir su Amor a todas las criaturas: “Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca” (ibídem). “Manete in dilectione mea”: “permaneced en mi amor” (Jn 15, 9). Permanecer en el Señor es necesario para dar un fruto que a su vez eche raíces profundas. Jesús lo acaba de decir a sus discípulos: “Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí” (Jn 15, 4).
La muchedumbre de estos días, los millones de personas en el mundo, y tantas que ya nos esperan en el Cielo, dan también testimonio de la fecundidad de la vida de don Álvaro. Os invito, hermanas y hermanos, a estar, a desenvolveros en el amor del Señor: en la oración, en la Misa y la Comunión frecuente, en la confesión sacramental, para que, con esa fuerza de la predilección divina, sepamos transmitir lo que hemos recibido, y llevarlo a cabo mediante un auténtico apostolado de amistad y confidencia.
En la carta que me escribió el querido Papa Francisco con ocasión de la beatificación de ayer, nos decía que “no podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás”[13]; y añadía que el beato Álvaro “nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir para anunciar el Evangelio”, y también que “nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad”[14].
En este camino, con muchos ángeles, nos acompaña la Santísima Virgen. María es Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa y Templo de Dios Espíritu Santo. Es Madre de Dios y Madre nuestra, la Reina de la familia, la Reina de los apóstoles. Que Ella nos ayude, como lo hizo con el beato Álvaro, a seguir la invitación del Sucesor de Pedro: “Dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él que guíe nuestra vida”[15], como tantas veces san Josemaría pidió a la Virgen de la Almudena muy querida y venerada en esta Archidiócesis. Así sea.

sábado, septiembre 27, 2014

El mensaje del Papa Francisco en la beatificación de D. Alvaro, al Prelado del Opus Dei.






Opus Dei - 27 septiembre: carta del Papa Francisco
Querido hermano:
La beatificación del siervo de Dios Álvaro del Portillo, colaborador fiel y primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, representa un momento de especial alegría para todos los fieles de esa Prelatura, así como también para ti, que durante tanto tiempo fuiste testigo de su amor a Dios y a los demás, de su fidelidad a la Iglesia y a su vocación. También yo deseo unirme a vuestra alegría y dar gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la santidad de sus hijos.
Su beatificación tendrá lugar en Madrid, la ciudad en la que nació y en la que transcurrió su infancia y juventud, con una existencia forjada en la sencillez de la vida familiar, en la amistad y el servicio a los demás, como cuando iba a los barrios para ayudar en la formación humana y cristiana de tantas personas necesitadas. Y allí tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo. Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida.
Me gusta recordar la jaculatoria que el siervo de Dios solía repetir con frecuencia, especialmente en las celebraciones y aniversarios personales: «¡gracias, perdón, ayúdame más!». Son palabras que nos acercan a la realidad de su vida interior y su trato con el Señor, y que pueden ayudarnos también a nosotros a dar un nuevo impulso a nuestra propia vida cristiana.
En primer lugar, gracias. Es la reacción inmediata y espontánea que siente el alma frente a la bondad de Dios. No puede ser de otra manera. Él siempre nos precede. Por mucho que nos esforcemos, su amor siempre llega antes, nos toca y acaricia primero, nos primerea. Álvaro del Portillo era consciente de los muchos dones que Dios le había concedido, y daba gracias a Dios por esa manifestación de amor paterno. Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del Señor despertó en su corazón deseos de seguirlo con mayor entrega y generosidad, y a vivir una vida de humilde servicio a los demás. Especialmente destacado era su amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a la que sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en los demás, lo que une, lo que construye. Nunca una queja o crítica, ni siquiera en momentos especialmente difíciles, sino que, como había aprendido de san Josemaría, respondía siempre con la oración, el perdón, la comprensión, la caridad sincera.
Perdón. A menudo confesaba que se veía delante de Dios con las manos vacías, incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión de la pobreza humana no es fruto de la desesperanza, sino de un confiado abandono en Dios que es Padre. Es abrirse a su misericordia, a su amor capaz de regenerar nuestra vida. Un amor que no humilla, ni hunde en el abismo de la culpa, sino que nos abraza, nos levanta de nuestra postración y nos hace caminar con más determinación y alegría. El siervo de Dios Álvaro sabía de la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de la alegría. Qué importante es sentir la ternura del amor de Dios y descubrir que aún hay tiempo para amar.
Ayúdame más. Sí, el Señor no nos abandona nunca, siempre está a nuestro lado, camina con nosotros y cada día espera de nosotros un nuevo amor. Su gracia no nos faltará, y con su ayuda podemos llevar su nombre a todo el mundo. En el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres. La primera condición para anunciarles a Cristo es amarlos, porque Cristo ya los ama antes. Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos. Allí nos espera el Señor. No podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás.
¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor. De alguien que, aun experimentando sus flaquezas y límites humanos, confía en la misericordia del Señor y quiere que todos los hombres, sus hermanos, la experimenten también.
Querido hermano, el beato Álvaro del Portillo nos envía un mensaje muy claro, nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad.
Pido, por favor, a todos los fieles de la Prelatura, sacerdotes y laicos, así como a todos los que participan en sus actividades, que recen por mí, a la vez que les imparto la Bendición Apostólica.
Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide.
Fraternalmente,
Franciscus

viernes, septiembre 26, 2014

D. Alvaro nos lleva a María...





Por la Iglesia, el Papa, los Obispos, los sacerdotes , todo el Pueblo cristiano, el mundo. María madre de Dios y madre nuestra, más que tú sólo Dios.




jueves, septiembre 25, 2014

Carta de Monseñor Reig Plá.





LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE
Un verdadero reto para los católicos
Mons. Juan Antonio Reig Pla
Obispo de Alcalá de Henares
1. El Presidente del Gobierno de España y del Partido Popular ha confirmado la retirada de la reforma de la ley del aborto que pretendía “limitar” cuantitativamente el “holocausto silencioso” que se está produciendo. Mantener el derecho al aborto quiebra y deslegitima el supuesto estado de derecho convirtiéndolo, en nombre de la democracia, en una dictadura que aplasta a los más débiles. Ninguna ley del aborto es buena. La muerte de un solo inocente es un horror, pero “parecía” que “algo” estaba cambiando en las conciencias de algunos políticos relevantes respecto del crimen abominable del aborto (Cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 51).
Dicho esto conviene denunciar, con todo respeto a su persona, que el Presidente del Gobierno ha actuado con deslealtad respecto a su electorado al no cumplir su palabra en esta materia, explicitada en su programa electoral; también ha actuado con insensatez pues ha afirmado que lo sensato es mantener el “derecho al aborto”, es decir, el derecho a matar a un inocente no-nacido, el crimen más execrable. Además ha faltado a la verdad, pues su partido tiene mayoría absoluta en el Parlamento y, sin embargo, afirma que no hay consenso, algo que no ha aplicado a otras leyes o reformas infinitamente menos importantes.
Ha llegado el momento de decir, con voz sosegada pero clara, que el Partido Popular es liberal, informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género, e “infectado” como el resto de los partidos políticos y sindicatos mayoritarios, por el lobby LGBTQ; siervos todos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada “gobernanza global” al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista, que ha presionado fuerte para que España no sea ejemplo para Iberoamérica y para Europa de lo que ellos consideran un “retroceso” inadmisible en materia abortista.
2. Respecto al Jefe de la Oposición en el Parlamento, también con todo respeto a su persona, hay que afirmar que se ha mostrado falto de rigor intelectual y con un déficit de sensibilidad ante la dignidad de la vida humana. Es asombroso comprobar cómo telefonea a un programa de televisión para denunciar la violencia contra los animales, y, sin embargo, olvida la violencia criminal contra dos millones de niños abortados: decapitados, troceados, envenenados, quemados… Desde la lógica del horror el Secretario General del PSOE ensalzó en la Estación de Atocha de Madrid el mal llamado “tren de la libertad” en el que algunas mujeres reclamaban “el derecho a decidir matar inocentes”; este tren, como los trenes de Auschwitz que conducían a un campo de muerte, debería llamarse, no el “tren de la libertad” sino, el “tren de la muerte”, del “holocausto” más infame: la muerte directa y deliberada de niños inocentes no-nacidos.
3. Como es verificable, el Partido Popular con esta decisión, se suma al resto de los partidos políticos que, además de promover el aborto, lo consideran un derecho de la mujer: una diabólica síntesis de individualismo liberal y marxismo. Dicho de otra manera, a fecha de hoy ‒ y sin juzgar a las personas ‒, los partidos políticos mayoritarios se han constituido en verdaderas “estructuras de pecado” (Cf. San Juan Pablo II, Encíclicas Sollicitudo rei socialis, 36-40 y Evangelium vitae, 24).
4. En el orden cultural, y bajo la presión del feminismo radical, se ha trasladado el punto de mira del aborto; se ha deslizado desde el tratamiento como un crimen (No matarás) a la consideración de la mujer como víctima. Es verdad que la mujer es también víctima, abandonada en muchas ocasiones ‒ cuando no presionada para que aborte ‒, por el padre de su hijo, por su entorno personal y laboral y por la sociedad; también es cierto que sufre con frecuencia el síndrome post-aborto, etc.; pero, si bien algunas circunstancias puede disminuir la imputabilidad de tan gravísimo acto, no justifican jamás moralmente la decisión de matar al hijo por nacer. Esto hay que denunciarlo al tiempo que hay que acompañar con misericordia y «adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias» (Papa Francisco, Evangelii gaudium, 214).
Pero, como digo, lo específico del aborto es que se trata de un crimen abominable: «el que mata y los que cooperan voluntariamente con él cometen un pecado que clama venganza al cielo (Cf. Gn 4, 10)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2268). No se puede justificar, apelando a la libertad, lo que de sí es una acción criminal que mata a un inocente, corrompe a la mujer, a quienes practican el aborto, a quienes inducen al mismo y a quienes, pudiendo con medios legítimos, no hacen nada para evitarlo. La Iglesia Católica, Madre y Maestra, en orden a proteger al inocente no-nacido e iluminar las conciencias oscurecidas «sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (CIC can. 1398), es decir, “de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito” (CIC can. 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (Cf. CIC can. 1323-1324). Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2272). Es necesario evidenciar que nos encontramos ante una verdadera crisis de civilización.
5. Por otra parte, diré más: se debe aclarar que no es justificable moralmente la postura de los católicos que han colaborado con el Partido Popular en la promoción de la reforma de la ley del aborto a la que ahora se renuncia. La Encíclica Evangelium vitae del Papa San Juan Pablo II no prevé la posibilidad de colaboración formal con el mal (ni mayor ni menor); no hay que confundir colaborar formalmente con el mal (ni siquiera el menor) con permitir ‒ si se dan las condiciones morales precisas ‒ el mal menor. Dicha Encíclica (n. 73) lo que afirma es: «un problema concreto de conciencia podría darse en los casos en que un voto parlamentario resultase determinante para favorecer una ley más restrictiva, es decir, dirigida a restringir el número de abortos autorizados, como alternativa a otra ley más permisiva ya en vigor o en fase de votación. […] En el caso expuesto, cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos».
6. Con afecto hacia las personas y con dolor, también debo decir que, en ocasiones, algunas instancias de la Iglesia Católica que camina en España no han propiciado, más bien han obstaculizado, la posibilidad de que aparezcan nuevos partidos o plataformas que defiendan sin fisuras el derecho a la vida, el matrimonio indisoluble entre un solo hombre y una sola mujer, la libertad religiosa y de educación, la justicia social y la atención a los empobrecidos y a los que más sufren: en definitiva la Doctrina Social de la Iglesia. Gracias a Dios el Papa Francisco ha sido muy claro respecto del aborto en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (nn. 213 y 214).
7. Como en tantas otras ocasiones de nuestra historia, es momento de apelar a la conciencia de los católicos españoles. Ante nosotros, tal vez, se abre la posibilidad de “un nuevo inicio” y en todo caso un amplio abanico de acciones simultáneas, entre las que quiero destacar:
a) Hay que mantener firme el propósito de la evangelización, de la gestación de nuevos cristianos y de la atención en nuestros “hospitales de campaña” (Cáritas, Centros de Orientación Familiar, etc.) de tantas personas heridas (física, psíquica y espiritualmente) que esperan nuestro amor, nuestra misericordia y nuestra ayuda, siempre desde la verdad.
b) Insistir en la educación sexual y en la responsabilidad de las relaciones sexuales, es decir, educar para el amor.
c) Insistir en la abolición total de toda ley que permita el aborto provocado directo y promover la aprobación de leyes que protejan al no-nacido, la maternidad y las familias.
d) Suscitar una respuesta civil organizada y capaz de movilizar las conciencias.
e) Hacer una llamada a promover iniciativas políticas que hagan suya, integralmente, la Doctrina Social de la Iglesia.
f) Estudiar por enésima vez la posibilidad de regenerar los partidos políticos mayoritarios, aunque hasta ahora estos intentos han sido siempre improductivos.
8. El camino va a ser largo y difícil, ya sucedió con la abolición de la esclavitud. La maduración de las conciencias no es empresa fácil, pero nuestro horizonte, por la gracia de Dios, es el de la victoria del bien. Este es tiempo de conversión. Así pues, todos (mujeres y varones, profesionales de la sanidad y de los medios de comunicación, gobernantes, legisladores, jueces, fuerzas y cuerpos de seguridad, pastores y fieles, etc.) estamos obligados en conciencia a trabajar y defender con todos los medios legítimos “toda la vida” de “toda vida humana”, desde la concepción y hasta la muerte natural, empezando por los no-nacidos y sus madres; si no lo hacemos, la historia nos lo recriminará, las generaciones venideras nos lo reprocharán y, lo que es definitivo, Dios, el día del Juicio, nos lo reclamará: era pequeño, estaba desnudo e indefenso y no me acogisteis (Cf. Mt 25, 41-46).
En Alcalá de Henares, a 24 de septiembre del Año del Señor de 2014
Ntra. Sra. de la Merced

miércoles, septiembre 24, 2014

Pégame Soraya!!!!!!!






Excelente artículo de FranciscoJ. Contreras, un catedrático que piensa.....



Me llamo Francisco J. Contreras y tengo que hacer una confesión: soy de derechas. Me avergüenza admitirlo, pero más vale poner las cartas sobre la mesa, por si alguien tiene una solución para mí. Por ejemplo, me acuso de considerar intolerable barbarie que un feto de 14 semanas –que tiene uñas, ojos, sensibilidad al dolor, y se chupa el dedo en las ecografías– sea destrozado legalmente en el seno materno. Además, esa barbarie me importa mucho: me importa más que la prima de riesgo, más que la independencia de Cataluña, más que el miedo al Coletas… ¡incluso más que la poltrona bruselense de Cañete y las encuestas de Arriola! Fíjense si lo mío es grave.
Pero no es ese el único síntoma. También debo confesar –¡oh deshonra!– que creo en el libre mercado, considero que la hipertrofia estatal es la causa principal de nuestras dificultades económicas, y que sólo podremos salir de la crisis con reducción del sector público, bajada de impuestos y desregulación. Creo que el modelo socialdemócrata está agotado; que el Estado no debería gastar cada año un 15% más de lo que ingresa, enjugando el déficit a base de endeudamiento y dejando a las generaciones futuras una losa aplastante. También creo que un país con una fertilidad de 1,3 hijos por mujer está condenado a la inviabilidad por envejecimiento de la población. Me parece –¡soy así de ignorante!– que en la sociedad española de 2035, con casi tantos jubilados como activos, las pensiones y el gasto sanitario (que aumenta al incrementarse el porcentaje de ancianos) serán insostenibles, y que es suicida no adoptar desde ya enérgicas medidas pro natalidad. Incluso pienso, ¡agárrense!, que se han hecho excesivas concesiones a los nacionalistas catalanes y vascos desde hace 35 años, y que la solución al desafío separatista sólo podrá venir de la firmeza de los que creemos en España, y no de nuevos diálogos, federalismos o terceras vías. Creo que no debería seguir financiándose incondicionalmente con el FLA a una Generalitat en abierta rebeldía. Y sí, hasta creo –¡a veces me da miedo de mí mismo!– que los etarras deberían estar en la cárcel y no en las instituciones.
Como ese violador belga que teme salir en libertad y pide que le apliquen la eutanasia, quiero advertir desde aquí a Rajoy y a Soraya de que en la sociedad española todavía andamos sueltos unos cientos de miles con estas opiniones extremistas y antisociales. Algo debería hacerse de una vez con nosotros. Somos una rémora para la modernización de España. Sí, el PP ha desarrollado una paciente labor didáctica, usando la decepción como baño de realidad y terapia de choque: prometió bajada de impuestos, pie en pared frente a los nacionalismos y defensa de la vida, y ha ido haciendo exactamente lo contrario. El tratamiento, que puede parecer cruel, rebosa en realidad sabiduría pedagógica: también los niños soberbios necesitan ser hábilmente humillados por sus educadores, por su propio bien. La frustración de todas y cada una de nuestras expectativas nos ayuda a asumir de una vez por todas nuestra insignificancia; debemos entender que no somos nada, no tenemos derecho a nada, y que suficiente honor es que el PP acepte nuestros asquerosos votos. ¡Qué soberbia, pretender que se haga lo que se nos prometió, en lugar de someternos al meditado designio de Rajoy, que es registrador de la propiedad y escruta las vísceras de las ocas demoscópicas de Arriola! "Cuando eras joven, te vestías solo y andabas donde tú querías; cuando seas viejo, otro te vestirá y te llevará adonde no quieras" (Jn. 21, 18). Los de derechas somos metafísicamente viejos, nacimos ya viejos. Rajoy y Soraya, paternales, intentan curarnos de nuestras obsesiones ultramontanas. ¡Qué paciencia tienen con nosotros!
Pero todavía no es suficiente. Quedamos algunos tercos que no conseguimos creer aún que triturar fetos sea admisible y que las promesas electorales pueden ser impunemente incumplidas. Ni siquiera bastó la medicina adicional del fracaso de Vox, que hizo patente que los ultras somos apenas unos miles, incapaces de alcanzar un solo eurodiputado. Nada, seguimos en la tozudez oscurantista.También al protagonista de 1984 le costó lo suyo llegar a entender que dos y dos eran cinco si lo decía el Gran Hermano.
Así que, ya digo, hagan algo con nosotros. Los campos de reeducación estilo Mao podrían ser una solución. Tendríamos sesiones diarias de "cinco minutos de odio", donde la imagen amenazante de Pablo Iglesias sería proyectada en pantalla gigante, mientras prorrumpimos en gritos de horror: "¡Cualquier cosa antes que eso!, ¡Mariano sálvanos!". Celia Villalobos y Bibiana Aído interpretarían al alimón el famoso rap "El feto no es un ser humano". Borja Sémper y Pedro Zerolo nos explicarían la excelencia del matrimonio gay. Y si todo eso no basta, habría que permitir que los reaccionarios pusiéramos fin a nuestra lamentable existencia mediante la eutanasia voluntaria. Aplicada por Bolinaga, un virtuoso del oficio.

martes, septiembre 23, 2014

domingo, septiembre 21, 2014

Porque le da la gana .....






le da la gana   Quienes tratan de encontrar una relación entre los supuestos méritos del hombre y los dones de Dios están abocados a la locura. «Padre –me dicen– mi abuela era tan buena, que no debe usted celebrar un funeral convencional, vistiendo de morado y pidiendo que se salve. Mejor vista de blanco y celebremos misa de gloria»… Y van y te canonizan a la abuelita porque era un encanto de mujer.
   Seguro que lo era. Pero, con Dios, las cosas funcionan de otro modo.
   ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¡Vaya si la tiene! Y, además, la ejerce. Nosotros, que lo pensamos todo al revés, creemos que podemos hacer lo que nos da la gana, y que Dios debe obedecernos si le pedimos algo. Pero lo cierto es que es Dios quien hace lo que le da la gana –para eso es Dios– y nosotros quienes le debemos obediencia.
   El que regaló el Paraíso a un ladrón e hizo un apóstol con un perseguidor de la Iglesia no nos salvará porque seamos buenos. Nos salvará porque Él es bueno. Y, antes de salvarnos, nos hará buenos… Porque le da la gana. Privilegios de ser Dios.

sábado, septiembre 20, 2014

Y qué es la ciencia??????






La ciencia por sí misma no genera ética; el átomo puede iluminar una ciudad o destruir media humanidad. De todos modos ha calado la idea de que el único conocimiento cierto es el cientítico, lo comprobable, lo experimentable. Noticias como " las caricias a un bebé, se han demostrado científicamente que son beneficiosas", según un estudio de una prestigiosa universidad " los que más van al médico mueren antes que los que no van", el alcohol es una droga peor que la cocaína o la heroína. Acariciar a un bebé es beneficioso para el acariciado y para el que acaricia, desde hace miles de años se sabe, aunque hasta hace poco no se comprobó científicamente; seguramente mueren más los que van al médico con frecuencia, porque seguramente están enfermos y van al médico; ciertamente que el alcohol puede ser muy dañino, pero tomado en cantidades moderadas incluso es beneficioso, otras drogas producen alteraciones neurológicas incluso en dosis muy moderadas. Los científicos no se fían ya tanto de sus conclusiones, que al día siguiente pueden cambiar, y se preguntan por cuestiones metafísicas ( que van más allá de la física): cuál es el origen de la materia?, qué había antes del bing bang?. Cierto que el enamoramiento puede ser un proceso químico, pero el amor, la fidelidad, la justicia son más fruto de la libertad y de la voluntad. Recuerdo unas clases de sicología donde el profesor señalaba: un animal con sed , si se le da agua bebe siempre; un hombre muerto de sed puede no beber por otros motivos. No todo son meros procesos científicos. El cientifismo crea la sospecha de que lo que no sea así, religión, sentimientos, pensamiento, decisiones no es válido para vivir.

Sobre estos temas el magnífico blog de Ana  http://frasesdedios.blogspot.com.es/

miércoles, septiembre 17, 2014

Beatificación de Alvaro Portillo.








Quedan sólo diez días.......

Toda, toda la información   https://www.alvaro14.org/index.php/es/


Cien preguntas, cien sobre los días 27 y 28   https://www.alvaro14.org/index.php/es/noticias/142-100-preguntas-sobre-la-beatificacion-de-alvaro-del-portillo


Vienen gentes de más de sesenta países .

Y usted sinretorno conocíó a D. Alvaro???? Pues sí, tuve ese honor y suerte. Conocí en persona y recibí la bendición del fundador del Opus Dei, que es santo. Saludé y conversé con Juan Pablo II, que ya es santo. Pocas veces, la historia va muy rápida, un tipo normal ha podido estar con tres santos "oficiales".

Estuve en más de veinte reuniones generales con D. Alvaro. A solas le pude saludar en 1976, donde me dijo que estaba muy fuerte ( no gordo ) y una vez, mientras me enseñaban Villa Tevere, sede central del Opus Dei.....de repente salió de un ascensor: me agarré a su brazo mientras repetía   -Padre, Padre, Padre-, me dijo hijo, hijo y se soltó para ir a donde fuese.

Escribía muy bien, su persona y cara daban paz y alegría, tenía carácter. Necesitábamos en el Opus Dei un modelo de que significa ser un hijo fiel en el Opus Dei. D. Alvaro nos enseñó; puso la espalda muchas veces para que no recibiese el Fundador u otros de la Obra. Siempre en segundo lugar, discreto, amable.

Desde el punto de vista humano D. Alvaro fue excepcional: doctor ingeniero de caminos, doctor en filosofía, doctor en Derecho Canónico, latinista. Una cabeza prodigiosa, un hombre de gobierno en la Obra y en la Iglesia, con una participación grande en Vaticano II.. Fue excepcional colaborador de San Juan Pablo II, quienes desde que se conocieron tuvieron una relación de sintonía muy especial. Ya Pío XII, San Juan XXIII, Juan Pablo I y Pablo VI supieron de su valía y fidelidad. Gracias D. Alvaro, perdona y ayúdame más.

Y no nos olvidemos que una beatificación o una canonización no son sólo un homenaje: es dar gloria a Dios y a su Madre, porque la gracia de Dios ha cuajado y triunfado en un hombre o una mujer.
Testimonio muy pequeño de sinretorno=Daniel Tirapu.

martes, septiembre 16, 2014

El aborto, a mí que me importa????


http://www.paginasdigital.es/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=5925&te=248&idage=10891&vap=0

Y el aborto… ¿a mí qué me importa? Esta es la postura que nos ha conducido a una sociedad tan injusta e inhumana, a una situación de extrema gravedad en la cuestión de la defensa de la vida humana.
Y el aborto… ¿a mí qué me importa? ¿Qué me importa que haya mujeres que se vean abandonadas por todos, presionadas por todos, engañadas por todos, y que lleguen a ver el aborto como solución a sus problemas? ¿Soy yo acaso el guardián de estas hermanas mías? ¡Que se apañen, yo tengo mis problemas!

Cementerio de niños abortados en Corea.
Y el aborto… ¿a mí qué me importa? ¿Qué me importa a mí que haya políticos que prefieran desentenderse ahora de este problema? Parece que, una vez más, el Partido Popular está dispuesto a incumplir otra de sus promesas electorales. Por lo visto, por mero cálculo electoralista –seguramente equivocado, además, como suele ocurrir-, el PP estaría dispuesto a abandonar la reforma de la ley del aborto, haciendo de nuevo seguidismo de las políticas zapateristas: ni defensa de la vida, ni del matrimonio, ni apoyo a la familia, ni derogación de la LOE y rectificación de la política educativa. La defensa de la vida no puede someterse a cálculos interesados, cambiando vidas humanas por “posibles” o reales votos. ¿Cuántos votos justificarían, señores del PP, que no deroguen la actual legislación de aborto libre y que no promulguen una nueva Ley (y si es posible, mejor incluso que el Anteproyecto que anunciaron)? Mejor quiere decir que proteja más la vida del ser humano concebido no nacido y a la madre, no que se ajuste más a las imposiciones del pensamiento único políticamente correcto y de la ideología de género.
Y el aborto… ¿a mí qué me importa? ¿Qué me importa a mí que antes hubiera políticos que aprobaron una Ley que desprotegía totalmente al concebido en las primeras catorce semanas de su vida? ¿Qué me importa a mí que antes hubiera políticos que apoyaran el aborto por cuestiones meramente ideológicas, sin pensar en el sufrimiento al que podían conducir a decenas de miles de mujeres? Políticos que vieran el aborto como un derecho, como una simple “decisión” –de la madre solo, por supuesto-, como algo que liberaba a las mujeres (¿existen “las mujeres” o la mujer concreta que se ve enfrentada a una tragedia?) de la “trampa” –esclavitud- de la maternidad.
Y el aborto… ¿a mí qué me importa? ¿A mí qué me importa que haya empresarios que se lucren con el más sangriento de los negocios, que se aprovechen del sufrimiento de las madres en dificultades? ¡Ese no es mi problema! Yo no tengo la culpa de eso y no puedo hacer nada, no tengo poder.
¿A mí qué me importa? Yo tengo mi vida y mis problemas. Además, ya hay asociaciones y grupos que eligen dedicarse a ayudar a las mujeres: está REDMADRE, está Provida, están las Casas Cuna, ¿no? Yo a lo mío.

lunes, septiembre 15, 2014

Oración.






Gentileza Old chap, gran reserva.


Dios, dame el día de hoy fe  para seguir adelante;
dame  grandeza de espíritu para perdonar;
dame  paciencia para comprender y esperar.

Dame  voluntad  para  no caer;
dame  fuerza para levantarme si estoy caído,
dame  amor para dar.

Dame  lo  que necesito y no lo que quiero;
dame  elocuencia  para  decir lo que debo decir;
haz  que yo sea el mejor ejemplo para mis hijos;
haz  que yo sea el mejor amigo de mis amigos.

Hazme  fuerte para recibir los golpes de la vida;
déjame  saber que es lo que tú quieres de mi;
déjame  tu  paz  para  que  la  comparta  con quien  no  la  tenga.


Por último, anda  conmigo y hazme  saber que es así.

Qué bueno es Jesús....





ahí tienes a tu hijo   «¡Qué bueno fue Jesús!, En la Cruz, tras darnos la vida, nos dio también a su madre!» Es un pensamiento piadoso, pero interpretar así las palabras dichas por el Señor a Juan –Ahí tienes a tu madre– y a María –Ahí tienes a tu hijo– es simplificar las cosas. María sería madre nuestra «por decreto», no como quien ha llevado al hijo en su vientre.
   La realidad es más sobrecogedora que estos pensamientos piadosos. María dio a luz a Jesús en Belén, y lo hizo –según nos cuenta la tradición– sin dolor de parto.
   Al pie de la Cruz, María volvía a dar a luz a Jesús, pero esta vez lo entregaba a la Luz eterna, la del Cielo. Ahora iba Jesús cargado con mis culpas, y esas culpas, que taladraron el corazón de Cristo, desgarraban también el de la madre. Cristo era dado a luz, Cabeza y cuerpo. El cuerpo era yo. Y la Virgen, allí, me daba a luz, con Él, en medio de fuertes dolores.
   Ahí tienes a tu hijo significa: «Mira a quién has engendrado, mira al hijo de mi Pasión y tus dolores». Soy verdadero hijo de María, y he nacido de su corazón ensangrentado.