Hace unos días fueron los republicanos Ted Cruz
(senador por Texas ) y Rand Paul (senador por Kentucky), los que
anunciaron su candidatura a las presidenciales de 2016. El domingo anunció la
suya la demócrata Hillary Clinton. Ayer lo hizo Marco Rubio
(senador por Florida), también republicano. Es el pistoletazo de salida de la
carrera por la Casa Blanca, con muchas metas volantes entre las elecciones
primarias y el fin de fiestas el 8 de noviembre de 2016. En ese gran circo de
las presidenciales la pista central la ocupa, por ahora, Billary Clinton
(Hillary bajo los focos y Bill en la sombra). ¿Una nueva versión de
Hillary y los siete enanitos...? Quiero decir, ¿la ex 'first lady', ex senadora
y ex secretaria de Estado como segura ganadora, y los demás candidatos simples
comparsas? No vayamos tan deprisa.
De la lucha y el tumulto político durante casi dos
años puede resultar cualquier cosa. Clinton (Bill) era un desconocido, pero
pudo con el presidente George W. E. Bush, que unos meses antes tenía una
popularidad cercana al 80%. El joven afroamericano Obama era un perfecto
novato en política que, con una sensacional campaña, pudo con la omnipresente
Hillary Clinton. Jimmy Carter era un anonido cacahuetero de Georgia,
recién llegado a la política, que arrebató la presidencia a Gerald Ford,
un veterano político con más de 25 años en la Cámara de Representantes. El
tortuoso camino de unas elecciones presidenciales, que transita entre la sátira
y la epopeya por primarias, convenciones, encuestas, embriones de oscuras
crisis y el ruido de fondo de una catarata de discursos es impredecible. Hay
que estar muy alerta, pues uno no tiene ni idea de lo rápido que se mueve el
suelo bajo los pies de los candidatos.
El dinero es vital en una carrera presidencial. En
torno a Hillary se agrupan fuentes que parecen inagotables
Hace unos meses en este mismo periódico ('¡Corre,
Hillary, corre!', -el 29 de julio de 2014-) analizaba la candidatura de Hillary
desde la perspectiva de sus fortalezas. Me referí incidentalmente entonces a
algunos factores que pueden llevarla a la Presidencia. El primero, que el
partido demócrata aparece unido en torno a su candidatura -sin perjuicio de la
posible incorporación a la carrera de Elizabeth Warren, una radical de
izquierdas, con el ala más liberal del partido demócrata a su favor-, mientras que
el republicano está dividido entre varios candidatos: de momento los tres
aludidos. Acechando están Jeb Bush, el más joven de la dinastía Bush; Chris
Christie, moderado gobernador de Neva Jersey; Paul Ryan, antiguo
candidato a la vicepresidencia con Romney y un largo etcétera.
El dinero es vital en una carrera presidencial. En
torno a Hillary se van agrupando fuentes económicas que parecen inagotables: la
gran banca, las más importantes sociedades financieras, las multinacionales y
todo el poderío económico de Hollywood. Sin contar -aunque aquí, como veremos,
hay un problema- con la Fundación Clinton, con unos fondos cercanos a los dos
mil quinientos millones de dólares, los derechos de autor de los libros de
Hillary y Bill, y las astronómicas cifras cobradas por conferencias de la ex
secretaria de Estado que, por ejemplo, obtuvo 300 mil dólares por una sola en
la Universidad de California en Los Ángeles. El tercer factor es el factor
digital. La de 2016 será la campaña presidencial más tecnológica de toda la
historia. Hillary va muy por delante de todos los posibles candidatos.
Desde luego, a esos factores, llamémosles 'externos',
hay que añadir otros de la propia candidata. Es experimentada, competente, de
una inteligencia política sobresaliente y su condición de mujer la impulsa,
como ella misma dijo al perder las primarias de 2008, a romper "el techo
de cristal más grande y más duro de la política estadounidense, al que le hemos
hecho 18 millones de grietas", que fueron los que le votaron en las
primarias. Pero junto a esas fortalezas hay algunas debilidades, que serán
explotadas a fondo estos largos meses de campaña. Me refiero a los llamados
"clintongates". Es decir, los fantasmas del pasado y los espectros
del presente.
Comencemos por los primeros. La respuesta de los
republicanos a la candidatura de Hillary ha sido fulminante: el presidente del
Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, afirma, en un comunicado
hecho público poco después del anuncio, que Hillary deja tras de sí un
"rastro de secretos, escándalos y políticas fracasadas", por lo que
su candidatura presidencial representa "más de lo mismo". ¿A qué se
refiere? Prescindiendo de las repercusiones sobre Hillary del 'caso Lewinsky',
que ya es pasado, los reproches republicanos apuntan a varios temas de su época
de secretaria de Estado: Libia (Bengazi), Boko Haram( grupo terrorista
nigeriano) e Irak. Libia es el agujero negro de la gestión de Hillary. La
muerte del embajador y de cuatro paramilitares de la CIA fue una increíble
negligencia por parte del Gobierno, al no proteger adecuadamente lo que era en
realidad un puesto avanzado de la CIA. El grupo terrorista Boko Haram se ha
hecho tristemente célebre por el rapto masivo de chicas de un colegio
nigeriano. Se acusa a Hillary de no haberlo incluido preventivamente entre las
organizaciones terroristas. El voto de la senadora Clinton a favor de la
intervención del ejército americano en Irak, vuelve una y otra vez sobre su
responsabilidad en esa desafortunada guerra de Bush.
Pero también están los espectros de hoy. Dos en
especial: el 'emailgate' y los sospechosos movimientos de esa máquina de hacer
dinero que es la Fundación Clinton. Siendo Hillary secretaria de Estado, la
Fundación presidida por Bill Clinton recibió millones de dólares de gobiernos
extranjeros. Un ejemplo significativo es el caso argelino. Según el 'Washington
Post', en 2010 Argelia deseaba tener una relación privilegiada con Estados
Unidos. La donación de 500 mil dólares a la Fundación Clinton pareció mejorar
la relación entre los dos gobiernos. Con lo cual, al parecer, se infringió el
acuerdo ético firmado en 2008 entre la fundación Clinton y el Gobierno de
Obama, que limitaba las donaciones de Gobiernos extranjeros. Los analistas se
preguntan si la Fundación resistirá la minuciosa investigación que se desatará
en la campaña electoral.
Respecto al 'emailgate', el problema surge al
revelarse que Hillary -cuando era secretaria de Estado- usó una cuenta de
correo electrónico privada para asuntos de Gobierno, contraviniendo la ley federal.
'Associated Press' -apoyándose en la Ley de Libertad de Información- quiere
forzar en los tribunales toda la publicación de los mensajes de la entonces
secretaria de Estado. Con esa medida, 'AP' espera que se publique la agenda
privada y pública de Clinton y su correspondencia oficial con asesores, así
como el intercambio escrito sobre la operación militar contra el líder de Al
Qaeda, Osama bin Laden. Clinton se defiende pidiendo que el Departamento
de Estado publique su correspondencia electrónica, incluyendo la emitida desde
su ordenador privado. Algunos sospechan que algunos de estos correos fueron
borrados. Para los enemigos de la candidata a la Presidencia, la existencia de
una colección de 'e-mails' privados parece una invitación a la conspiración.
Conspiración que -para otros analistas- recuerda el archivo por falta de
pruebas del 'caso Whitewater' y la tendencia de los Clinton a jugar con
distintas reglas. En mi opinión, no parece que este escándalo tenga demasiada
fuerza ante los votantes. Dentro de año y medio esta discutible conducta será
olvidada y nadie votará por o contra Clinton basándose en una infracción
reglamentaria.
Pero estos fantasmas -que el 'show' electoral
aumentará- son simples guijarros en el camino. El verdadero obstáculo serán sus
contrincantes republicanos. Comenzando por Jeb Bush que, aunque todavía no se
ha presentado, su figura ya adopta un tono 'presidencial' en los vídeos que
emite. Pronto entrará en el ruedo, dando lugar a un choque frontal entre la
dinastía Clinton y la dinastía Bush. Unos ven el enfrentamiento como un evento
fascinante que animará la carrera electoral. Otros, más escépticos, hablan de
un "monopolio oligárquico", pues si triunfa uno de los dos, Estados
Unidos habrá sido gobernado desde 1989 a 2020 -a excepción del intervalo de
Obama, pero con una Clinton de Secretaria de Estado- por algún miembro de las
dos familias.
Resulte lo que resulte, recordemos lo que escribía Walt
Whitman sobre el espectáculo que ahora comienza: "No conozco nada más
espléndido, un ejercicio mejor, una prueba más positiva del pasado y el
resultado triunfante de la fe en la raza humana, que unas elecciones nacionales
norteamericanas bien disputadas".
Rafael Navarro-Valls es
catedrático, académico y autor del libro 'Entre dos orillas. De Obama a
Francisco'.
querido Sinre, este artículo es un pestiño, calibre 44...ya sé que es de su amigo Navarro Vals, pero añoro sus fotos breves y sus líneas cortas...
ResponderEliminargracias por su consejo, lo he leido y efectivamente, el calibre es de 105, que le den a Obama y a la Clinton, con cariño..
ResponderEliminarEso eso queremos pensamiento tweet... y salvame 24 H.
ResponderEliminarOh Dios ! Que para un por pais asi hayan dado sus vidas muchos españoles...
misael