sábado, julio 20, 2024

Breve homilía.

 




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El Evangelio y los westerns


¿Quién sigue viendo películas del Oeste? El que el cine en blanco y negro y los westerns sean perfectos desconocidos para los jóvenes de hoy es señal de su empobrecimiento cultural. Como si Beyoncé hubiera relegado a Mozart al olvido.

En los westerns, el predicador suele ser un tipo bastante estúpido. Entra en el saloon anunciando el infierno a los pecadores esclavos de la botella, y después toma el té con la refinada y ricachona benefactora de la congregación. Nada que ver con lo que se espera de quien proclama la palabra de Dios.

La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Jesús era todo lo contrario. Comía y bebía con publicanos y pecadores, fue acusado de comilón y borracho. Veía en ellos a la caña cascada, y trató a las meretrices con la delicadeza con que se trata a las princesas. Con el suave ungüento de su misericordia, recuperó para Dios a muchas almas perdidas.

Sin embargo, fue duro con los escribas y fariseos, quienes debían ser pilares donde se apoyaran otros y eran, sin embargo, piedra de escándalo.

Suave con los de lejos, duro con los de cerca… No hubiera cabido en un western.

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