jueves, octubre 31, 2024

Sic.

 


31 de octubre de 2024
“Amor verdadero es salir de sí mismo”
La alegría cristiana no es fisiológica: su fundamento es sobrenatural, y está por encima de la enfermedad y de la contradicción. -Alegría no es alborozo de cascabeles o de baile popular. La verdadera alegría es algo más íntimo: algo que nos hace estar serenos, rebosantes de gozo, aunque a veces el rostro permanezca severo. (Forja, 520)

Hay quien vive con amargura todo el día. Todo le causa desasosiego. Duerme con una obsesión física: que esa única evasión posible le va a durar poco. Despierta con la impresión hostil y descorazonadora de que ya tiene ahí otra jornada por delante.

Se han olvidado muchos de que el Señor nos ha colocado, en este mundo, de paso hacia la felicidad eterna; y no piensan que sólo podrán alcanzarla los que caminen, por la tierra, con la alegría de los hijos de Dios. (Surco, 305)

Amor verdadero es salir de sí mismo, entregarse. El amor trae consigo la alegría, pero es una alegría que tiene sus raíces en forma de cruz. Mientras estemos en la tierra y no hayamos llegado a la plenitud de la vida futura, no puede haber amor verdadero sin experiencia del sacrificio, del dolor. Un dolor que se paladea, que es amable, que es fuente de íntimo gozo, pero dolor real, porque supone vencer el propio egoísmo, y tomar el Amor como regla de todas y de cada una de nuestras acciones. (Es Cristo que pasa, 43)

miércoles, octubre 30, 2024

Sic.

 


30 de octubre de 2024
"No queramos esquivar su Voluntad"
Esta es la llave para abrir la puerta y entrar en el Reino de los Cielos: "qui facit voluntatem Patris mei qui in coelis est, ipse intrabit in regnum coelorum" -el que hace la voluntad de mi Padre..., ¡ése entrará! (Camino, 754)

De que tú y yo nos portemos como Dios quiere -no lo olvides- dependen muchas cosas grandes. (Camino, 755)

Nosotros somos piedras, sillares, que se mueven, que sienten, que tienen una libérrima voluntad.

Dios mismo es el cantero que nos quita las esquinas, arreglándonos, modificándonos, según Él desea, a golpe de martillo y de cincel.

No queramos apartarnos, no queramos esquivar su Voluntad, porque, de cualquier modo, no podremos evitar los golpes. -Sufriremos más e inútilmente, y, en lugar de la piedra pulida y dispuesta para edificar, seremos un montón informe de grava que pisarán las gentes con desprecio. (Camino, 756)

La aceptación rendida de la Voluntad de Dios trae necesariamente el gozo y la paz: la felicidad en la Cruz. -Entonces se ve que el yugo de Cristo es suave y que su carga no es pesada. (Camino, 758)

Un razonamiento que lleva a la paz y que el Espíritu Santo da hecho a los que quieren la Voluntad de Dios: "Dominus regit me, et nihil mihi deerit" -el Señor me gobierna, nada me faltará.

¿Qué puede inquietar a un alma que repita de verdad esas palabras? (Camino, 760)

martes, octubre 29, 2024

Sobre el corazón de Jesús.

 


Dilexis nos. ("Nos amó)

Enc. del Papa Francisco, 24-X-2024

(selección de algunos textos)

GESTOS Y PALABRAS DE AMOR

32. El Corazón de Cristo, que simboliza su centro personal, desde donde brota

su amor por nosotros, es el núcleo viviente del primer anuncio. Allí está el

origen de nuestra fe, el manantial que mantiene vivas las convicciones

cristianas.

Gestos que reflejan el corazón

33. Cómo nos ama Cristo es algo (...) mostró en sus gestos. Viéndolo actuar

podemos descubrir cómo nos trata a cada uno de nosotros.

34. Dice el Evangelio que Jesús «vino a los suyos» (Jn 1,11). Los suyos somos

nosotros (...) Vino, saltó todas las distancias, se nos volvió cercano como las

cosas más simples y cotidianas de la existencia. De hecho, él tiene otro

nombre, que es “Emanuel” y significa “Dios con nosotros”, Dios junto a nuestra

vida, viviendo entre nosotros. El Hijo de Dios se encarnó y «se anonadó a sí

mismo, tomando la condición de esclavo» (Flp 2,7).

35. Esto se manifiesta cuando le vemos actuar. Está siempre en búsqueda,

cercano, constantemente abierto al encuentro. Lo contemplamos cuando se

detiene a conversar con la samaritana junto al pozo donde ella iba a buscar el

agua (cf. Jn 4,5-7). Vemos cómo, en medio de la noche oscura, se reúne con

Nicodemo, que tenía temor de dejarse ver cerca de Jesús (cf. Jn 3,1-2). Lo

admiramos cuando sin pudor se deja lavar los pies por una prostituta

(cf. Lc 7,36-50); cuando a la mujer adúltera le dice a los ojos: “No te condeno”

(cf. Jn 8,11); o cuando enfrenta la indiferencia de sus discípulos y al ciego del

camino le dice con cariño: «¿Qué quieres que haga por ti?» (Mc 10,51). Cristo

muestra que Dios es proximidad, compasión y ternura.

36. Si él curaba a alguien, prefería acercarse: «Jesús extendió la mano y lo

tocó» ( Mt 8,3), «le tocó la mano» ( Mt 8,15), «les tocó los ojos» ( Mt 9,29). Y

hasta se detenía a curar a los enfermos con su propia saliva (cf. Mc 7,33),

como una madre, para que no lo sintieran ajeno a sus vidas. Porque «el Señor

sabe la bella ciencia de las caricias. La ternura de Dios no nos ama de palabra;

Él se aproxima y estándonos cerca nos da su amor con toda la ternura

posible».  [27]


37. (...) El nos susurra al oído: «Ten confianza, hijo» (Mt 9,2); «ten confianza,

hija» (Mt 9,22). Se trata de superar el miedo y darnos cuenta de que con él no

tenemos nada que perder. A Pedro, que desconfiaba, «Jesús le tendió la mano

y lo sostuvo, mientras le decía: […] “¿Por qué dudaste?”» (Mt 14,31). No

temas. Deja que él se acerque, que se siente a tu lado. Podremos dudar de

muchas personas, pero no de él. Y no te detengas por tus pecados. Recuerda

que muchos pecadores «se sentaron a comer con él» (Mt 9,10) y Jesús no se

escandalizaba de ninguno. Los elitistas de la religión se quejaban y lo trataban

de «un glotón y un borracho, amigo de publicanos y de pecadores» (Mt 11,19).

Cuando los fariseos criticaban esta cercanía suya a las personas consideradas

de baja condición o pecadoras, Jesús les decía: «Quiero misericordia y no

sacrificios» (Mt 9,13).

38. Ese mismo Jesús hoy espera que le des la posibilidad de iluminar tu

existencia, de levantarte, de llenarte con su fuerza. Porque antes de morir, dijo

a los discípulos: «No los dejaré huérfanos, volveré a vosotros.

La mirada

39. Cuenta el Evangelio que un rico se acercó a él, lleno de ideales, pero sin

fuerzas para cambiar de vida. Entonces «Jesús lo miró con amor» (Mc 10,21).

¿Puedes imaginarte ese instante, ese encuentro entre los ojos de este hombre y

la mirada de Jesús? Si te llama, si te convoca a una misión, primero te mira,

penetra lo más íntimo de tu ser, percibe y conoce todo lo que hay en ti,

deposita en ti su mirada: 40.

41. Precisamente porque está atento a nosotros, él es capaz de reconocer cada

buena intención que tengas, cada pequeño acto bueno que realices. Cuenta el

Evangelio que vio «a una viuda de condición muy humilde, que ponía [en el

tesoro del templo] dos pequeñas monedas de cobre» (Lc 21,2) e

inmediatamente se lo hizo notar a sus apóstoles. Jesús presta atención de tal

modo que se admira por las cosas buenas que reconoce en nosotros. Cuando el

centurión le rogaba con total confianza, «al oírlo, Jesús quedó admirado»

(Mt 8,10). Qué hermoso es saber que si los demás ignoran nuestras buenas

intenciones o las cosas positivas que podamos hacer, a Jesús no se le escapan,

y hasta se admira.

Las palabras

43. Aunque en las Escrituras tenemos su Palabra siempre viva y actual, a veces

Jesús nos habla interiormente y nos llama para llevarnos al mejor lugar. Ese

mejor lugar es su propio corazón. Nos llama para hacernos entrar allí donde

podemos recuperar las fuerzas y la paz: «Vengan a mí todos los que están


cansados y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt 11,28). Por eso pidió a sus

discípulos: «Permanezcan en mí» (Jn 15,4).

44. Las palabras que Jesús decía indicaban que su santidad no eliminaba los

sentimientos. En algunas ocasiones mostraban un amor apasionado, que sufre

por nosotros, se conmueve, se lamenta, y llega hasta las lágrimas. Es evidente

que no le dejaban indiferente las preocupaciones y angustias comunes de las

personas, como el cansancio o el hambre: «Me da pena esta multitud, […] no

tienen qué comer […], van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de

lejos» (Mc 8,2-3).

46. Todo lo dicho, si se mira superficialmente, puede parecer mero

romanticismo religioso. Sin embargo, es lo más serio y lo más decisivo.

Encuentra su máxima expresión en Cristo clavado en una cruz. Esa es la

palabra de amor más elocuente. Esto no es cáscara, no es puro sentimiento, no

es diversión espiritual. Es amor. Por eso cuando san Pablo buscaba las palabras

justas para explicar su relación con Cristo dijo: «Me amó y se entregó por mí»

(Ga 2,20). Esa era su mayor convicción, saberse amado. La entrega de Cristo

en la cruz lo subyugaba, pero sólo tenía sentido «Me amó».

Sic.

 


29 de octubre de 2024
“Hay mil maneras de orar”
¿Católico, sin oración?... Es como un soldado sin armas (Surco, 453).

Yo te aconsejo que, en tu oración, intervengas en los pasajes del Evangelio, como un personaje más. Primero te imaginas la escena o el misterio, que te servirá para recogerte y meditar. Después aplicas el entendimiento, para considerar aquel rasgo de la vida del Maestro: su Corazón enternecido, su humildad, su pureza, su cumplimiento de la Voluntad del Padre. Luego cuéntale lo que a ti en estas cosas te suele suceder, lo que te pasa, lo que te está ocurriendo. Permanece atento, porque quizá Él querrá indicarte algo: y surgirán esas mociones interiores, ese caer en la cuenta, esas reconvenciones.

(…) Hay mil maneras de orar, os digo de nuevo. Los hijos de Dios no necesitan un método, cuadriculado y artificial, para dirigirse a su Padre. El amor es inventivo, industrioso; si amamos, sabremos descubrir caminos personales, íntimos, que nos lleven a este diálogo continuo con el Señor. (…)

Si flaqueamos, acudiremos al amor de Santa María, Maestra de oración; y a San José, Padre y Señor Nuestro, a quien veneramos tanto, que es quien más íntimamente ha tratado en este mundo a la Madre de Dios y -después de Santa María- a su Hijo Divino. Y ellos presentarán nuestra debilidad a Jesús,

Sic.

 


28 de octubre de 2024
“Al olvido de sí se llega por la oración”
La mayor parte de los que tienen problemas personales, “los tienen” por el egoísmo de pensar en sí mismos. (Forja, 310)

Cada uno de vosotros, si quiere, puede encontrar el propio cauce, para este coloquio con Dios. No me gusta hablar de métodos ni de fórmulas, porque nunca he sido amigo de encorsetar a nadie: he procurado animar a todos a acercarse al Señor, respetando a cada alma tal como es, con sus propias características. Pedidle que meta sus designios en nuestra vida: no sólo en la cabeza, sino en la entraña del corazón y en toda nuestra actividad externa. Os aseguro que de este modo os ahorraréis gran parte de los disgustos y de las penas del egoísmo, y os sentiréis con fuerza para extender el bien a vuestro alrededor. ¡Cuántas contrariedades desaparecen, cuando interiormente nos colocamos bien próximos a ese Dios nuestro, que nunca abandona! Se renueva, con distintos matices, ese amor de Jesús por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que pregunta: ¿qué te pasa? Me pasa... Y, enseguida, luz o, al menos, aceptación y paz.

Al invitarte a esas confidencias con el Maestro me refiero especialmente a tus dificultades personales, porque la mayoría de los obstáculos para nuestra felicidad nacen de una soberbia más o menos oculta. Nos juzgamos de un valor excepcional, con cualidades extraordinarias; y, cuando los demás no lo estiman así, nos sentimos humillados. Es una buena ocasión para acudir a la oración y para rectificar, con la certeza de que nunca es tarde para cambiar la ruta. Pero es muy conveniente iniciar ese cambio de rumbo cuanto antes. (Amigos de Dios, 249)

Textos semanales

Sic.

 


“No perder jamás el punto de mira sobrenatural”
Un remedio contra esas inquietudes tuyas: tener paciencia, rectitud de intención, y mirar las cosas con perspectiva sobrenatural. (Surco, 853)

Procuremos, por tanto, no perder jamás el punto de mira sobrenatural, viendo detrás de cada acontecimiento a Dios: ante lo agradable y lo desagradable, ante el consuelo... y ante el desconsuelo por la muerte de un ser querido. Primero de todo, la charla con tu Padre Dios, buscando al Señor en el centro de nuestra alma. No es cosa que pueda considerarse como pequeñez, de poca monta: es manifestación clara de vida interior constante, de auténtico diálogo de amor. Una práctica que no nos producirá ninguna deformación psicológica, porque -para un cristiano- debe resultar tan natural como el latir del corazón. (Amigos de Dios, 24

Sic.

 


La verdadera oración, la que absorbe a todo el individuo, no la favorece tanto la soledad del desierto, como el recogimiento interior. (Surco, 460)


Un año de plazo. Mirado en el conjunto de la Historia, es apenas un destello. Y, en el conjunto de la vida de una persona, es una minucia. Pero mirado día a día, hora a hora, minuto a minuto, es un cúmulo de oportunidades.

Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar.

Para el viñador, seguramente, fue un año larguísimo. Quizás acudía cada mañana a comprobar si la higuera anunciaba sus frutos, a verter estiércol, a cavar y a aportar agua en los días de sequía. «Venga, a ver si mañana vemos algo», se diría cada vez que terminara su jornada de trabajo.

Y pienso yo que así me debe estar mirando el Señor desde la Cruz. Él, subido al Leño, le ha arrancado a su Padre un plazo para mí. Y está esperando a que me convierta, a que deje de vivir mirando al mundo y comience a vivir de cara a Él, de cara al Calvario.

Debería percibir cada mañana esa mirada paciente con que, desde la Cruz, me mira Cristo. Él me está esperando. ¿A qué espero yo?

Sic.



 

“Et in meditatione mea exardescit ignis” –Y, en mi meditación, se enciende el fuego. –A eso vas a la oración: a hacerte una hoguera, lumbre viva, que dé calor y luz. Por eso cuando no sepas ir adelante, cuando sientas que te apagas, si no puedes echar en el fuego troncos olorosos, echa las ramas y la hojarasca de pequeñas oraciones vocales, de jaculatorias, que sigan alimentando la hoguera. –Y habrás aprovechado el tiempo. (Camino, 92)

Sic.



 

Me has escrito: “orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?” –¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte: “¡tratarse!”. (Camino, 91)

miércoles, octubre 23, 2024

Sic.

 

Meditación. –Tiempo fijo y a hora fija. –Si no, se adaptará a la comodidad nuestra: esto es falta de mortificación. Y la oración sin mortificación es poco eficaz. (Surco, 446)

Venced, si acaso la advertís, la poltronería, el falso criterio de que la oración puede esperar. No retrasemos jamás esta fuente de gracias para mañana. Ahora es el tiempo oportuno. Dios, que es amoroso espectador de nuestro día entero, preside nuestra íntima plegaria: y tú y yo -vuelvo a asegurar- hemos de confiarnos con El como se confía en un hermano, en un amigo, en un padre. Dile -yo se lo digo- que Él es toda la Grandeza, toda la Bondad, toda la Misericordia. Y añade: por eso quiero enamorarme de Ti, a pesar de la tosquedad de mis maneras, de estas pobres manos mías, ajadas y maltratadas por el polvo de los vericuetos de la tierra.


Sic.

Es de noche porque es tiempo de fe. Porque no vemos el rostro de Cristo. Porque vivimos rodeados de fantasmas, espectros y pesadillas que sólo desaparecerán cuando se haga de día. Nos engañan, nos hacen dar importancia a lo que no la tiene y temer peligros que no nos amenazan. Nos seducen con luces de artificio, que se apagan apenas las tocamos.


Mientras hay lucha, lucha ascética, hay vida interior. Eso es lo que nos pide el Señor: la voluntad de querer amarle con obras, en las cosas pequeñas de cada día. Si has vencido en lo pequeño, vencerás en lo grande. (Via Crucis, 3ª Estación, n. 2)

 

lunes, octubre 21, 2024

Sic.

 

Si has caído, levántate con más esperanza... Sólo el amor propio no entiende que el error, cuando se rectifica, ayuda a conocerse y a humillarse. (Surco, 724)



Yo digo mucho a mis ancianos que procuren morirse sin un céntimo; supongo que sus hijos me odian, pero creo que les aconsejo bien. He visto morirse a algunos con millones en el Banco, y, además de no haber podido disfrutar lo que ganaron, consiguieron que los hijos se pelearan por la herencia. Menudo negocio.

Sic.

 

Quizá no exista nada más trágico en la vida de los hombres que los engaños padecidos por la corrupción o por la falsificación de la esperanza, presentada con una perspectiva que no tiene como objeto el Amor que sacia sin saciar. (Amigos de Dios, 208)


Sic.

 

Como quiere el Maestro, tú has de ser –bien metido en este mundo, en el que nos toca vivir, y en todas las actividades de los hombres– sal y luz. –Luz, que ilumina las inteligencias y los corazones; sal, que da sabor y preserva de la corrupción. Por eso, si te falta afán apostólico, te harás insípido e inútil, defraudarás a los demás y tu vida será un absurdo. (Forja, 22)





Sic.

 

Sed gente de paz. Esa paz viene, en primer lugar, de la oración, cuando la oración se hace con detenimiento, amor y sosiego. También viene de la mansedumbre, que es conformidad rendida con la voluntad de Dios, sin rebeldías ni lamentos inútiles. Es la paz del niño que se deja cuidar por el Padre, y que sabe que todo es para bien.



Ante un panorama de hombres sin fe, sin esperanza; ante cerebros que se agitan, al borde de la angustia, buscando una razón de ser a la vida, tú encontraste una meta: ¡Él! Y este descubrimiento inyectará permanentemente en tu existencia una alegría nueva, te transformará, y te presentará una inmensidad diaria de cosas hermosas que te eran desconocidas, y que muestran la gozosa amplitud de ese camino ancho, que te conduce a Dios. (Surco, 83)

Sic.

 

Hasta ahora no habías comprendido el mensaje que los cristianos traemos a los demás hombres: la escondida maravilla de la vida interior. ¡Qué mundo nuevo les estás poniendo delante! (Surco, 654)


No puedo copiarlo todo, aunque me gustaría, porque me quedo sin espacio para comentar. Dios se está encarando con su pueblo: «Os he enviado profetas y los habéis matado. Os he enviado a mi Hijo, y lo mataréis. Os he dado la llave de la puerta, y habéis taponado la puerta… No me habéis hecho caso nunca, no me habéis obedecido, ¡me llamáis Señor y hacéis lo que os viene en gana!»


Sic.

¡Que el otro está lleno de defectos! Bien... Pero, además de que sólo en el Cielo están los perfectos, tú también arrastras los tuyos y, sin embargo, te soportan y, más aun, te estiman: porque te quieren con el amor que Jesucristo daba a los suyos, ¡que bien cargados de miserias andaban! –¡Aprende! (Surco, 758)

Por eso, alégrate más cuando te desprecien que cuando te honren. Sabe mal, pero sienta bien. El mayor honor, el único honor verdadero y saludable, es sufrir con Jesús. Lo demás… basura.


 

martes, octubre 15, 2024

Sic.

No resulta compatible amar a Dios con perfección, y dejarse dominar por el egoísmo –o por la apatía– en el trato con el prójimo. (Surco, 745)


Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Dos velos han caído en la cámara secreta donde el místico alcanza su unión con Cristo. El primero está señalado en estas palabras de Jesús: a los pequeños –y los místicos son pequeños, porque son sencillos– Dios Padre les revela «estas cosas». «Estas cosas» son la gloria de su Hijo, la hermosura de su rostro, lo inefable. Y los místicos, ante la contemplación de «estas cosas», se enamoran.


 

Sic.


No basta ser bueno: has de parecerlo. ¿Qué dirías de un rosal que no produjera más que espinas? (Surco, 735)


Jesús pide a los hombres la vida a su paso. No pide dinero, ni apoyos, ni aplausos. Pide a los hombres la vida entera, y además les asegura que los llevará… ¡a la cruz! Quien quiera seguirlo debe cargar con su cruz detrás de Él, y obtendrá, a cambio, el ciento por uno y la vida eterna. ¿No es de locos? Locos, benditos locos, quienes, fiados solamente de su palabra, le entregaron todo, como los apóstoles. Los cuerdos le pedían seguridades, un signo claro de que era el Mesías.

 

domingo, octubre 13, 2024

Sic.

 

Si los cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos... ¡La eficacia de la corredención depende también de cada uno de nosotros! –Medítalo. (Surco, 945)


Por muchas riquezas materiales que tuviera, aquel día se convirtió en pobre de solemnidad, porque tuvo al alcance la mano la mayor de las riquezas y la dejó escapar. Cuando Jesús se quedó mirándolo, lo amó. Y él, al ser rozado por el brillo de los ojos del Señor, sintió un vértigo terrible y bajó la vista. No quiso sumergirse en aquella mirada, temió ahogarse en ella y no poder salir jamás. Temió enamorarse, dejarse robar el corazón y pertenecer a Cristo para siempre. Se negó a entregarse al Amor. Pero después, al volver a su casa, se dio cuenta de que todas sus riquezas eran basura. Mientras no había conocido el Amor, aún podía gozar de ellas. Pero, tras haber tocado el cielo y haberlo rechazado, todo aquello le sabía a muerte.



Sic.

 Te lo traduzco: «Mujer, tú ensalzas a la mujer que me dio a luz porque me llevó en su vientre y me amamantó a sus pechos. Y haces bien, porque ese cuerpo suyo ha quedado consagrado con la presencia del Hijo de Dios. Pero, con tus palabras, le estás diciendo a mi madre: “¡Qué suerte tienes!”. Yo le diré algo mejor: “¡Qué santa eres! Porque el haberme llevado en tu vientre y amamantado a tus pechos no es mérito tuyo. Pero el haber escuchado la palabra de Dios, el haberla conservado en tu corazón, y el haber empleado tu vida en dejar que se cumpla ha sido el acto de amor más hermoso y puro que jamás una criatura haya realizado sobre la tierra”».



Esos minutos diarios de lectura del Nuevo Testamento, que te aconsejé –metiéndote y participando en el contenido de cada escena, como un protagonista más–, son para que encarnes, para que "cumplas" el Evangelio en tu vida..., y para "hacerlo cumplir". (Surco, 672)


Sic.

 

Orar es el camino para atajar todos los males que padecemos. (Forja, 76)


Las almas en gracia han sido siempre los «caramelitos» del Enemigo. Al fin y al cabo, con quienes ya son esclavos del pecado no tiene nada que hacer salvo sentarse y aplaudir. Pero esas almas son sus trofeos preferidos, con ellos se ensaña, como se ensañó con Job.


Sic.


Si no tratas a Cristo en la oración y en el Pan, ¿cómo le vas a dar a conocer? (Camino, 105)


Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle. Además, tiene otros amigos, y uno de ellos también se atreve a importunarle a él. Cosas que pasan entre amigos. Lo de «no quiero molestarte» es para conocidos; los amigos se molestan. Como él no tiene nada que ofrecer a su invitado, acude a molestar a su amigo de siempre para que le proporcione algo con que agasajar al huésped.

 

miércoles, octubre 09, 2024

Sic.

 

Si eres tenaz para asistir a diario a unas clases, sólo porque allí adquieres unos conocimientos... muy limitados, ¿cómo no tienes constancia para frecuentar al Maestro, siempre deseoso de enseñarte la ciencia de la vida interior, de sabor y contenido eternos? (Surco, 663)


Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino. Sólo Cristo puede llamar a Dios «Padre». Y es Él quien, por su Espíritu, dice «Padre» en nosotros. Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!» (Gal 4, 6).


Sic.


Es posible que te asuste esta palabra: meditación. –Te recuerda libros de tapas negras y viejas, ruido de suspiros o de rezos como cantilenas rutinarias... Pero eso no es meditación. Meditar es considerar, contemplar que Dios es tu Padre, y tú, su hijo, necesitado de ayuda; y después darle gracias por lo que ya te ha concedido y por todo lo que te dará. (Surco, 661)


En la Última Cena, dijo Jesús a sus apóstoles: Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo (Jn 17, 3). Por eso dice hoy que María ha escogido la parte mejor. Porque primero es conocer y, después, amar. Si uno quiere entregar la vida sin conocer ni amar, lo hace a regañadientes, como Marta; por eso está siempre de mal humor. Porque la acción, en ella, precede a la oración.

 

Sic.

 

El Santo Rosario es arma poderosa. Empléala con confianza y te maravillarás del resultado. (Camino, 558)


Yo ya sé que lo normal, en el rosario, es distraerse. Y por eso le digo a mis feligreses que un rosario mal rezado vale infinitamente más que el que no se reza. A la Virgen le llegan, y le agradan, nuestros rosarios mal rezados… Pero no renunciéis a rezarlo bien. Más bien, pedídselo a ella, a María. Y pedídselo muchas veces, hasta que os lo conceda.


Sic.

 

¿Quieres de verdad ser santo? -Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces. (Camino, 815)


Pero amarse es querer darse. Esos pipiolos que tengo delante aún no se han entregado la vida, esa tarea está por hacer. Sus «te quiero» pesan poco. Tienen que pasar años, venir los hijos, y las enfermedades, y la vejez. Un solo «te quiero» de un matrimonio anciano pesa como mil «te quiero» de los jóvenes.



sábado, octubre 05, 2024

Sic.

 

Santificar el propio trabajo no es una quimera, sino misión de todo cristiano...: tuya y mía. –Así lo descubrió aquel ajustador, que comentaba: "me vuelve loco de contento esa certeza de que yo, manejando el torno y cantando, cantando mucho –por dentro y por fuera–, puedo hacerme santo...: ¡qué bondad la de nuestro Dios!" (Surco, 517)


Me he acordado de Salomé. Herodes prometió darle lo que pidiese, y ella tuvo el juicio necesario para pedir consejo. Lo malo es que se lo pidió a la pérfida Herodías, y por culpa del consejo fue decapitado Juan. No creo que Salomé viviese tranquila en adelante.

viernes, octubre 04, 2024

Sic.

 

Si estamos cerca de Cristo y seguimos sus pisadas, hemos de amar de todo corazón la pobreza, el desprendimiento de los bienes terrenos, las privaciones. (Forja, 997)


¡Qué peligro tiene esto de la religión! Perdonad, espero saber explicarme y que podáis entenderme. Pero ¡es tan fácil engañarse con la religión! Porque está llena de manifestaciones externas de piedad, obras externas de misericordia, ritos sacramentales, reuniones y asambleas… Todo ello es bueno y necesario. Pero, si no estamos alerta, nos acabamos creyendo salvados, como el joven rico, por cumplir con todo: vamos a Misa, visitamos enfermos, damos limosna y acudimos puntualmente a nuestras reuniones parroquiales o de grupo. Cuando nos queremos dar cuenta, nos olvidamos de lo principal: el corazón.


sic.


Al abrir el Santo Evangelio, piensa que lo que allí se narra –obras y dichos de Cristo– no sólo has de saberlo, sino que has de vivirlo. Todo, cada punto relatado, se ha recogido, detalle a detalle, para que lo encarnes en las circunstancias concretas de tu existencia. –El Señor nos ha llamado a los católicos para que le sigamos de cerca y, en ese Texto Santo, encuentras la Vida de Jesús; pero, además, debes encontrar tu propia vida. Aprenderás a preguntar tú también, con el Apóstol, lleno de amor: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?...”. –¡La Voluntad de Dios!, oyes en tu alma de modo terminante. Pues, toma el Evangelio a diario y vívelo como norma concreta. -Así han procedido los santos. (Forja, 754)



No te digo que tengas que estar hablando de Dios todo el tiempo, no es necesario eso. Cuando hay que hablar de Dios, no te calles. Pero también, cuando hables de cualquier asunto, o cuando te intereses por los demás, o cuando estés tratando cuestiones propias de tu trabajo, puedes aprovechar el tiempo para evangelizar. Basta con que pongas cariño y alegría en tus palabras, con que mires con afecto a la persona con quien hablas o con que aportes siempre la visión optimista y esperanzada sobre cualquier materia.

 

miércoles, octubre 02, 2024

Sic.

 El Opus Dei se propone promover entre personas de todas las clases de la sociedad el deseo de la perfección cristiana en medio del mundo. Es decir, el Opus Dei pretende ayudar a las personas que viven en el mundo –al hombre corriente, al hombre de la calle–, a llevar una vida plenamente cristiana, sin modificar su modo normal de vida, ni su trabajo ordinario, ni sus ilusiones y afanes.



Ponle nombre, que no todos los ángeles tienen por qué llamarse Ángel. Cada mañana, después de ofrecer a Dios el día y ponerte en manos de la Virgen, salúdale, que ha estado a los pies de tu cama toda la noche. Y, durante el día, habla con él, acude a él para que te ayude en tu oración y en las vicisitudes del día a día. Muchos lo invocamos para encontrar aparcamiento en la ciudad, para que nos proteja en los viajes, para que cuide nuestra casa…

Sic.


Dios no te arranca de tu ambiente, no te remueve del mundo, ni de tu estado, ni de tus ambiciones humanas nobles, ni de tu trabajo profesional... pero, ahí, ¡te quiere santo! (Forja, 362)


Cuando veas frente a ti a la maldad, no te dejes llevar por la ira, y mucho menos por el deseo de venganza. Más bien, compadécete, que no debes castigar sino llorar. Eso es lo que hizo Jesús sobre Jerusalén.