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Excelente comentario del sacerdote José Fernando Rey Ballesteros
Acuden los fariseos al Maestro, y lo hacen –en apariencia– como quien busca la respuesta autorizada que zanje la cuestión. Realmente no era así; querían comprometer a Jesús con una pregunta. Le dicen: Dinos, pues qué opinas.
Jesús nunca quiso pronunciarse sobre cuestiones opinables. ¿Para qué le habría otorgado Dios al hombre el raciocinio, si Él mismo zanjase las cuestiones opinables? El Maestro se escapó, como siempre, hacia arriba: pagadle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Es decir: «La moneda que lleva impresa la imagen de Dios –vuestra alma– dádsela a Él. Sed santos, y discutid si queréis sobre el impuesto. Pero, primero, sed santos».
Ésa es la misión de la Iglesia, y la de los sacerdotes. No os diremos cómo se cuecen las alubias; os pediremos que las cocinéis con amor de Dios.
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