Jesús, sabiendo que iban a venir para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
«Súbete a una poltrona –piensan los hombres– y dirige el mundo hacia el Paraíso. Despliega tus capacidades, muestra tu poder, y nada ni nadie se te resistirá».
Entrégate a Dios, dale cuanto tienes, ámalo con todas tus fuerzas y no desees otra cosa sino hacer su Voluntad… Entonces cambiarás el mundo.
Es buena noticia. Porque en la poltrona no cabemos todos. Pero todos podemos rezar y amar a Dios. Nadie tendrá excusa para no cambiar el mundo.
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