Hay más ejemplos: hablar de los pecados del hijo de la vecina se llama «murmurar», y es pecado. Pero siempre puedes decirle a tu compañero de banco de la iglesia: «reza por el hijo de la vecina. Pobrecito. Me he enterado de que está engañando a su mujer con la farmacéutica. Hay que pedir mucho por él».
Huir de la propia familia para no soportarlos es un pecado, porque la familia es -debe ser- iglesia doméstica. Pero siempre puede uno cambiarla por la iglesia parroquial, pasar el día haciendo cosas en la parroquia, y no tener tiempo para el cónyuge y los hijos.
1 comentario:
No conocía este blog, es verdad ¡gran blog!, igual que la página de ayer, muy buenos...
Gracias.
Publicar un comentario