miércoles, abril 22, 2015

Feto humano vales menos que una lavadora....




Si compro una lavadora por inet me dan siete días para pensarlo , o devolverla



Aréchaga, poniendo el punto sobre la i.   http://blogs.aceprensa.com/elsonar/cuando-reflexionar-culpabiliza/


Cuando reflexionar culpabilizaEn el ámbito sanitario cada vez se refuerza más el consentimiento informado. Antes de cualquier intervención, hay que asegurarse de que el paciente comprende cómo se realizará el acto, qué consecuencias tendrá y qué riesgos se corren. La reflexión nunca está de más, y se da tiempo para pensarlo, aunque a menudo todo se resuelva en la firma de unos papeles.
Sin embargo, en contra de esta tendencia, la Asamblea Nacional francesa ha probado en primera lectura la supresión del periodo de reflexión obligatorio de siete días antes de someterse a una interrupción voluntaria del embarazo. La mayoría de los diputados han estimado que imponer este periodo de reflexión “infantilizaba” y “culpabilizaba” a las mujeres. El argumento  no deja de ser curioso. Normalmente lo que se considera una reacción más propia de adolescente es seguir el impulso del momento, para dar salida rápida a una preocupación. En cambio, siempre se ha considerado un rasgo del hombre y de la  mujer responsables tomarse un periodo de reflexión antes de una decisión importante, ya sea firmar una hipoteca o comprar un coche.  Pero quizá lo que se quiere transmitir es que el aborto no es un asunto importante, sino una intervención normal y corriente.
El periodo de reflexión sugiere también la idea de un debate interior, de una deliberación en conciencia, con la posibilidad de que surja un sentimiento de culpa. De ahí que se procure eliminarlo, porque ¿cómo es posible que el ejercicio de un derecho provoque un malestar interior? Lo importante es ir rápido: no pensarlo dos veces, no buscar alternativas, no mirar la ecografía, no dar vueltas a lo que queda atrás.
En esta misma legislatura se había suprimido también la exigencia legal de que la mujer se encontrara en una situación de “détresse” (angustia), algo que nadie comprobaba pero que todavía recordaba que el aborto debía ser algo excepcional, un último recurso. Ahora, ha dicho la ministra de Sanidad, Marisol Touraine, “la sociedad ha evolucionado. El aborto no se ha banalizado, se ha normalizado” (el Ministro de Economía podría decir lo mismo respecto al paro, que se mantiene en un firme 10%, a pesar de los esfuerzos del gobierno socialista).
Esta normalidad significa que, 40 años después de la legalización en 1975,  el número de abortos se mantiene a un nivel estable y alto: cada año se practican entre 210.000 y 220.000 abortos, frente a unos 800.000 nacimientos. Es decir, uno de cada cinco embarazos termina en aborto. Y esto en un país donde, según informes oficiales, el 72% de los abortos se realizan en mujeres que utilizan métodos anticonceptivos. Si al principio se esperaba que la educación sexual y la contracepción reducirían el aborto, ahora solo se pretende presentarlo como algo normal.
En España, el PP ha optado también por normalizar el aborto a petición, tras abandonar el proyecto de reforma de la ley aprobada por los socialistas.  Ahora, para que no puedan decir que no ha cambiado nada de esa ley que condenaba cuando estaba en la oposición, presenta el raquítico cambio que obligará a las menores de 18 años a contar con el consentimiento expreso de sus padres para poder abortar. Esto afecta al 3,68% de los abortos que se llevaron a cabo en 2013 con la ley actual, y tampoco hay que suponer que la obligación del consentimiento paterno vaya a disminuir gran cosa el número de abortos en esas edades.
El PP, que se escudó en la falta de consenso para retirar su proyecto de reforma, se encuentra con que tampoco esta reforma cosmética va a encontrar el aval de otros grupos, ni va a dar satisfacción a la parte de su electorado para quien cuenta el respeto a la vida humana naciente.
Se cumple así la evolución normal en la regulación del aborto. Lo que al principio se presenta como excepcional se convierte en derecho, y lo que exigía contrapesar los derechos de la madre y del hijo se transforma en decisión unilateral. Si luego nos extraña que el número de abortos sea tan elevado, es porque hay quien cree que basta cambiar las palabras para que cambie la realidad.

2 comentarios:

eligelavida dijo...

Qué triste. A ver si de verdad ponemos en marcha la ecología humana de la que habla Benedicto XVI. Un abrazo!

Sinretorno dijo...

mucho.....abrazos