sábado, diciembre 09, 2006

Gula.

















No me refiero a la del norte, sino a la falta de moderación en el comer y el beber. Me quiero referir en este post a lo patético que resulta el asalto a los aperitivos oficiales. Pueden ser eclesiásticos de alto o bajo rango, políticos, periodistas, profesores. En cuanto ven comida y es gratis el personal se lanza: "que vienen las croquetas", "dónde, dónde" "perdona, estaba hablando contigo , pero es que han sacado el jamón", "luego , dan de comer ?, es que si no, voy a cargar", " venid, venid a esta mesa, que está llena". De joven alguien me explicó que en esas ocasiones vale más pasar de menos que de más. Resulta triste que gente tan fina pierda los papeles por la gamba gratis. El pavo real a la hora de la pitanza se comporta como cualquier pollo. De la comida hemos hecho un arte, una ciencia, algo humano.

2 comentarios:

Luis Fuertes dijo...

Tienes razón, pero en esta tierra nuestra también se dice que un acto público si no tiene un buen aperitivo es un fracaso. ¿Será verdad que no somos más que estómagos agradecidos con un envoltorio más o menos lucido?
Saludos

Anónimo dijo...

Es que las croquetas bien hechas triunfan siempre...en serio,dice esto quien come bastante poco y ha tenido que ir a saraos oficiales en los que aquello parecía regiones davastadas,cuando nos ibamos,digo.Ahora ya voy casi nada pero observo que ha bajado mucho la gazuza.Y en las bodas,no digamos,es un duelo todo lo que se despedicia.Y por lo visto no se puede llevar a ningún sitio,albergue,comedor social,etc.Cuando yo era universitaria y trabajábamos en el cotolengo se aceptaban furgonetas llenas de alimentos que llegaban,perfectas,de fiestas privadas.Podría dar nombres,pero no debo hacerlo.Perdón,me he alargado mucho,un abrazo de Janusa