domingo, abril 03, 2011

Capillas universitarias en un Estado aconfesional.


Firmado por Tomás Prieto Álvarez Fecha: 25 Marzo 2011 Servicio de deportes, coro universitario, aula de teatro, ópera abierta, concurso de grupos musicales, centro de cooperación y acción solidaria, servicio de información y orientación en salud joven universitaria, aula de cine y audiovisuales… Cafeterías, Ingenieros sin fronteras, variopintas asociaciones estudiantiles, quioscos, agencias de viajes, oficinas bancarias… Sin pretender agotarlos, he aquí algunos de los servicios o actividades que la Universidad ofrece a todo su personal y alumnos, así como algunas de las iniciativas de mayor o menor interés social para las que la institución académica cede alguno de sus espacios. Todo ello, en concreto, en una Universidad joven y de pequeña dimensión como es la Burgos (en la que sirve quien suscribe estas líneas). Lo que ocurrirá en la misma o mayor medida en el resto de Universidades españolas. En la misma línea, no es raro que cuenten las Universidades con un Servicio de asistencia religiosa, o incluso con una capilla universitaria. Pero esta última circunstancia ha topado recientemente con frontales oposiciones que han llegado, como es bien conocido, a bochornosos episodios en Universidades de gran tradición como la de Barcelona o la Complutense de Madrid. Argumentos laicistas Quienes proponen la eliminación de las capillas universitarias es frecuente que lo hagan también de cualesquiera expresiones religiosas en los espacios públicos. No es, pues, una demanda muy distinta a la de la eliminación de los crucifijos en tales espacios, o de las festividades religiosas del calendario civil. Por tanto, para la proscripción de las capillas se alegan genéricos argumentos pro-laicidad de lo público, a la vez que otros específicos para este caso. Podemos resumirlos así: 1) La laicidad estatal, se dice, implica que el Estado no pueda acoger nombres, símbolos o actividades de una confesión religiosa, que habrán de reservarse para los espacios privados. 2) Como corolario del anterior argumento se alega que los espacios –o cualesquiera medios– públicos, en la medida en que son “de todos”, solo pueden acoger aquello que es por todos compartido. Se trataría de un espacio en que no podamos imponer nada a los demás, ni siquiera molestarlos. Los espacios públicos, se alega, ha de ser neutros religiosamente. 3) Por referir un último argumento alusivo específicamente a las capillas universitarias, suele invocarse la desconexión entre la actividad propia de la institución académica y la desplegada en aquellos recintos religiosos. Las razones de la libertad religiosa 1) Por su especificidad, quizá proceda comenzar deteniéndonos en la normativa que regula la prestación de estos servicios religiosos en los establecimientos públicos, en particular en los universitarios. Rige al respecto el Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales, rubricado el 3 de enero de 1979 y que –como Tratado internacional– forma parte de nuestro ordenamiento jurídico. Su artículo 5º establece lo siguiente: “El Estado garantiza que la Iglesia Católica pueda organizar cursos voluntarios de enseñanza y otras actividades religiosas en los Centros Universitarios públicos, utilizando los locales y medios de los mismos. La Jerarquía eclesiástica se pondrá de acuerdo con las autoridades de los Centros para el adecuado ejercicio de estas actividades en todos sus aspectos”. Al año siguiente, el artículo 2.3 de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 5 de julio de 1980 dispuso que “para la aplicación real y efectiva de estos derechos, los poderes públicos adoptarán las medidas necesarias para facilitar la asistencia religiosa en los establecimientos públicos militares, hospitalarios, asistenciales, penitenciarios y otros bajo su dependencia” (sin especificar cuáles). Por lo tanto, la letra de la norma, a fecha de hoy, respalda suficientemente la existencia de capillas universitarias. Y en cuanto a su desconexión con la actividad académica, basta una lectura de las actividades citadas al inicio para comprobar que los intereses religiosos no son, ni menos relevantes que otros citados, ni más distantes de la estricta actividad docente. Parece, pues, conveniente centrar la atención en los otros argumentos aludidos. 2) Lo que la Constitución establece sobre las relaciones Estado-confesiones es que ninguna de éstas tendrá carácter estatal (artículo 16.3). Es decir, proclama la aconfesionalidad del Estado español. A tal previsión sigue ésta otra: “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. La consideración de esta frase segunda del mismo artículo basta para concluir que no repugna a la lógica jurídica ni a los principios constitucionales que el Estado colabore con la efectividad del derecho de libertad religiosa mediante una actividad prestacional o de auxilio: no le compromete religiosamente ni menoscaba su aconfesionalidad –el Estado no se identifica con lo auxiliado–, ni atenta a su neutralidad –siempre que su actuación sea imparcial y proporcionada–. Por eso, cuando un aeropuerto o una Universidad pública cuenta con una capilla no se convierten en “religiosos” –y menos aún en confesionales–, del mismo modo que cuando una Administración subvenciona una peña gastronómica no se adscribe a sus gustos culinarios; simplemente se pretende satisfacer más intereses de ciudadanos y usuarios, pues son muchos los que tienen una identidad religiosa y demandan esos servicios. Espacios plurales 3) Ciertamente, los espacios públicos son “de todos”… no “del Estado”: aunque la propiedad sea estatal, por ser el espacio de todos son sus usuarios quienes le aportan un determinado “ambiente”; allí “todos” podrán ejercitar sus derechos con la garantía del Estado. En buena ley, por ser estos espacios esencialmente plurales, su neutralidad no puede implicar una neutralizadora asepsia que se impone a sus usuarios, sino que en ellos el Estado ejercerá de garante imparcial de las solicitudes ciudadanas legítimas, que atenderá en proporción a la demanda y, por supuesto, a su interés público. Ciertamente, esas solicitudes acogidas por las instituciones públicas no serán “universales” –otros preferirían que esas dependencias se destinasen a otros fines más de su agrado–; incluso a algunos molestará esto o lo otro. Pero no puede olvidarse lo que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos acaba de dictaminar sobre la molestia que supone un crucifijo en la pared de un aula: que constituye una “percepción subjetiva” del demandante que no es suficiente para hablar de una violación de su libertad ideológica y de creencias (sentencia Lautsi y otros contra Italia, de 18 de marzo de 2011). Con la capilla –como con el atuendo de las personas o el destino o la decoración de ciertas dependencias– a nadie se obliga a asumir credo alguno, práctica alguna. Una decisión por parte de los poderes públicos de proscripción de las capillas universitarias, como una negativa a ceder solares para construir templos, etc., serían decisiones sin duda laico-laicistas, pero desde luego en absoluto neutras y que para nada constituyen exigencias de la aconfesionalidad estatal. __________________________ Tomás Prieto Álvarez es Profesor titular de Derecho Administrativo de la Universidad de Burgos y autor del libro “Libertad religiosa y espacios públicos”.

21 comentarios:

Al Neri dijo...

¡Qué fácil sería todo con un estado confesional!

Anónimo dijo...

Les gusta que entremos en sus mamarrachadas de juegos, que nos justifiquemos, a ver, que empicen ellos por justificar esa actitud soviética, intolerante, esa violación de los más elementales derechos humanos. La anormalidad no oye nuestros argumentos bien construidos, no, porque no sabe escuchar.Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Que fácil sería todo si todos confesaramos nuestros pecados y caminaramos hacia adelante con luz y verdad sembrando justicia!.

Anónimo dijo...

Yo no estoy de acuerdo del todo con lo de un estado confesional.En España hemos tenido uno,del que no reniego,durante 40 años y no ha dejado demasiados buenos frutos,que digamos.Si se repasa el constitucionalismo español se ve el movimieto pendular,continuamente,en lo que al culto se refiere.Modestamente pienso que lo que ocurre tiene mucho que ver con un anticlericalismo rampante,con un laicismo beligerante,con un ateismo agresivo.Eso no es aconfesional,es odio,estimulado,a la religión.Y más que a ninguna,a la católica.Un abrazo de Janusa

candela dijo...

Yo tambien creo que está todo dirigido a fomentar el odio hacia los católicos. Te dejo esto:

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o crencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia (De la declaración universal de los derechos humanos; artículo 18)


Y ellos lo saben, aun así, van a por nuestros valores porque occidente no sobrevivirá sin ellos. La destrucción de nuestro mundo y valores pasa por la destrucción de los valores cristianos cuyo primer referente en España es la Iglesia Católica.

Al Neri dijo...

El confesionalismo no tiene porque traducirse en un clericalismo del estilo a Franco en el que todo esté mezclado, pero considero perfectamente normal que los católicos aspiremos a un Estado confesional, es decir que reconozca la Religión Católica como verdadera, actúe y legisle conforme a los valores del Evangelio y ampare abiertamente a la Iglesia Católica en su labor (especialmente educativa), sin ingerencias mutuas.

Eso no quiere decir discriminar a los no creyentes, ni prohibir otras religiones, ni obligar a nadie a ir a Misa.

Al Neri dijo...

Con la Constitución que tenemos, es normal que terminen pasando cosas como las de la capilla y los crucifijos.

Anónimo dijo...

Yo estoy con Janusa en que el estado confesional no es la solución, no queremos ser Irán y aplicar la Biblia a diestro y siniestro, somos europeos, somos españoles, somos cristianos y ante todo debemos ser tolerantes con las demás confesiones, el Estado sin confesionalidad religiosa es lo mejor que le puede pasar a la libertad, para que cada cual elija su camino.


Me parece aberrante la actitud de estos grupos, pero creo sinceramente que es una mera anécdota, en las universidades españolas no se producen estos actos de forma normal, ni tampoco en la sociedad, en ninguna misa hay altercados prácticamente nunca. No les demos bombo ni importancia porque ni la tienen ni se la merecen.

Tampoco creo que esto sea culpa de los ateos o laicos, creo que la mayoría de ateos son muy respetuosos, esto viene más de la mano de jóvenes con ganas de llamar la atención.


Las capillas no molestan a nadie y ahí deben quedar para quien quiera usarlas. Tampoco me parecería mal que a fin de llegar a mayor público se colocasen lugares de culto para otras confesiones si así lo solicitasen los estudiantes.


Juan

Al Neri dijo...

Que los Estados laicos no sea respetuoso con los católicos no quiere decir que un Estado confesional no lo sea con los laicos y con las demás religiones.

Sinretorno dijo...

Han pensado que Inglaterra es confesional?; Grecia también, Dinamarca, Noruega; Alemania biconfesional. Sólo los países de mayoría católica han dejado de serlo: España, Italia, Portugal. Desde la declaración dignitatis humanae del vaticano II, proclamaba que la libertad religiosa es un derecho humano y como tal debe ser respetado aunque el Estado sea confesional. Nuestro Tribunal constitucional ha sentado la doctrina de la " laicidad positiva", El Estado no es confesional, pero los poderes públicos deben tener en cuenta las creencias religiosas de los españoles y cooperar con la I. Católica y las demás confesiones ( art. 16.3 CE). Desde hace siete años un asunto que no había tenido problemas ha enconado las posturas y vuelve a dividir a los españoles.

Anónimo dijo...

Efectivamente,don Sinre,la constitución del 78,muy imperfecta pero seguramente la única que se pudo elaborar hace treinta años,facilitaba la convivencia y hasta hace siete no se empezaron a plantear problemas en el aspecto religioso y en otros muy delicados.El reabrir fosas,trae eso.Y creo que debemos reafirmar nuestra fe,y hacerla pública,en este tiempo dificil.Una práctica religiosa obligada no suele ser buena.Y muchos de los que venían de ella,vieron con recelo,con mucho recelo,el Vaticano II.He escuchado demasiadas veces,!por mi,que se condene Pablo VI!.En fin,me desvio del tema,creo.Perdón y un abrazo Janusa

Miriam dijo...

Buena entrada y geniales comentarios.
No sabría que añadir, solo agradecer todas las reflexiones

Sinretorno dijo...

Son muy amables, gracias Miriam. Estado confeional no creo que sea dar con la cruz a nadie en la cabeza.

David (el que dice lo que piensa) dijo...

Lo primero que tendrían que hacer estos apátridas, enemigos de la patria y de dios, seria, leerse las leyes, antes de profanar capillas, y preparar actos provocadores, como la procesión atea, así lo llaman, porque al final se van a encontrar lo que van buscando.
Del articulo nada que añadir, mas claro no puede estar explicado.

Saludos

José Antonio del Pozo dijo...

Fenomenal post, Sinre.
Con respeto mutuo todo sería más sencillo.
Zp cuando le interesa denigrar lo católico lo denigra y ridiculiza, cuando tiene que ir a rezar con Obama o con el Turco allá que va. Eso es oportunismo rastrero. Y lo de Berzosa mirar hacia otro lado
Saludos blogueros

Anónimo dijo...

Al Neri, que un grupo de radicales no sea respetuoso con la religión, no significa que no lo sea todo el Estado, cuidado con generalizaciones a la ligera.

Sin retorno, es cierto lo que dice, pero yo me sigo sintiendo más cómodo con un estado aconfesional, así los cristianos que estamos en él tenemos un mayor valor añadido, nadie nos dice que tenemos que creer o que fe es la verdadera, lo elegimos nosotros libremente.

Juan

Anónimo dijo...

Miren, un mapa con los estados laicos del mundo:

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/cc/SecularStates.png

Juan.

c3po dijo...

Pelín largo el artículo, Sinre. Parece un Considerando/Resultando de los de antes. No le vendría mal algún punto y aparte. Claro que, tratándose de un administrativista...
Por lo demás, sigo pensando que lo malo de ser Progre al hispánico modo, es que resulta incompatible con la lógica más elemental. Y así pasa lo que pasa.
Claro que también puede ser cosa del cambio climático, o de la LOGSE, o de la Champions...
En fin, un lío.

Enrique Muñiz dijo...

Felicidades por tu cumpleaños. laico

javier dijo...

Felis cumpleaños ¡oh, don Sinretorno!

Francisco Javier dijo...

Yo estudio historia en la Complutense. La facultad parace la España del 36, zona roja. El otro día conmemorando el 80 aniversario de la República pusieron un banderolo enorme anticonstitucional de banda morada con la frase "a por la tercera". Hemos tenido conflictos porque esa misma gente ha llenado la facultad de carteles "fuera capilla" y otras lindezas (y encima dicen que si les quitas los carteles es una agresión; y atenta contra su libertad de expresión). Han querido convertir la capilla en algo "franquista" que en su argot quiere decir malo. A parte de eso también hay bastante cartelería de la CNT. Son dos asociaciones de estudiantes la que firman algunos de esos carteles UHP, Unión de Historiadores Progresistas y Luna Nueva (una asociación de feministas). A parte de eso, aunque no lo ha dicho la prensa, también violentaron la puerta de la capilla y revolvieron un poco los cosas, antes de lo de la capilla de Somosaguas -aunque esto no sabemos quien- sospechamos de los de la cartelería... A parte de eso el ambiente entre estudiantes es normal, al menos en mi clase, sólo que la cartelería impacta un poco...