martes, abril 08, 2014

Quinta palabra.









 Quinta Palabra:
"¡TENGO SED!" (Jn 19,28)
 El evangelista Juan, que la escuchó, nos cuenta: "Sabiendo que todo estaba cumplido para que se cumpliera la Escritura, exclamó: ¡Tengo sed!". También aquí confirmaste la palabra tomada de los Salmos y que el Espíritu había profetizado ante tu Pasión. En el Salmo 21 se dice de ti: "Mi paladar está seco lo mismo que una teja, y mi lengua pegada a mi garganta", y en el Salmo 69, 22, está escrito: "En mi sed me han abrevado con vinagre".
 ¡Oh Servidor del Padre, obediente hasta la muerte y muerte de cruz! Tú miras más allá, incluso en la agonía, en la que el espíritu se oscurece y desaparece la conciencia clara, intentas ansiosamente hacer coincidir todos los detalles de tu vida con la imagen eternamente presente en la mente del Padre. No te referías a la sed indecible de tu cuerpo desangrado, cubierto de heridas abrasadas y expuesto al sol implacable de un mediodía de Oriente. Cumplías la voluntad del Padre hasta la muerte con una humildad inconcebible y digna de adoración. Sí, lo que los profetas habían predicho como voluntad del Padre se cumple en ti: tengo sed.
 Así comprendiste toda la aspereza cruel de tu Pasión: era una misión que cumplir, no un ciego destino; era la voluntad del Padre, no la maldad de los hombres; redención de amor, no crimen de pecadores.

 Señor Jesús, sucumbes para seamos salvos. Mueres para que vivamos. Tienes sed para que restauremos nuestras fuerzas en el agua de la vida. Nos invitaste a esta fuente cuando en la fiesta de los Tabernáculos exclamabas: "Si alguno tiene sed venga a mí porque de mi seno correrán ríos de agua viva" (Jn 7,37).

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