domingo, febrero 22, 2015

En la mesa con VISA.





Jamás tan poca gente cocinó y jamás hubo tantos cocineros mediáticos, sicólogos, capaces de conseguir un" aire de jamón", niños concursando, madres concursando...la gula es pecado capital, más con el dinero de la Visa ajena, y es tiempo de ayunar en cuaresma...



Aréchaga de nuevo....

Detalle del cuadro "Los pecados capitales" del BoscoLa lucha contra la corrupción ha puesto de moda el strip-tease de cuentas bancarias o de gastos con Visa de personajes acusados de aprovecharse de sus cargos para gastar alegremente el dinero público en caprichos.  Entre los múltiples lujos permitidos a golpe de tarjeta corporativa, llama la atención el dinero gastado en restaurantes de altos precios, que en algunos casos dan lugar a gastos acumulados de decenas de miles de euros.
Esta inclinación a la buena mesa, a cargo del presupuesto oficial o de la caja de ahorros pública, ha sido compartida tanto por el ejecutivo arrogante como por el sindicalista aupado a consejos de administración a hombros de su sindicato. Da la impresión de que el primer signo de su importancia ha sido ir a comer a restaurantes de lujo.
Solo cambia el disfraz del mantel que cubre la mesa. En unos casos se trata de solemnizar reuniones de negocios, de mostrar la solidez del proyecto por la desenvoltura con que se paga la elevada cuenta. Pero como resultan ser  empresas que luego han terminado en estrepitoso fracaso, cabe pensar que los vapores del alcohol se les subieron a la cabeza hasta obnubilar su inteligencia. En el caso de los sindicalistas es también común disimular  los consumos de feria y banquete como gastos de negociación laboral o de cursos de formación. El hecho de que el derroche sindical se difumine en un colectivo parece dar por bueno el desvío de fondos.
Esta afición a los restaurantes de cinco tenedores resulta más irritante en una época en que el tupper se ha puesto de moda entre los empleados, o cuando los menús de oficina ajustan cada vez más su precio. Por no hablar de aquellos que comen gracias a los Bancos de Alimentos.
Ahora que causan escándalo los caprichos culinarios de los acusados por mala administración de fondos, podría ser también el momento de desmitificar la cultura gastronómica que desde hace algunos años se nos ha subido a la cabeza. No es que haya que despreciar la aportación que supone a la calidad de vida ni el atractivo turístico de la buena cocina, ni negar el talento de los buenos cocineros. Pero que el chef estrella sea nombrado doctor honoris causa, o que haya que ofrecer un añadido gastronómico para atraer al público al concierto o a la exposición, parecen indicar que el interés por la comida se nos puede indigestar.
Aunque nuestra cultura religiosa esté hoy bastante por debajo de la gastronómica, también podríamos recordar que entre los pecados capitales figura la gula. Este afán desordenado por la comida o la bebida no se revela solo en los abusos de un Pantagruel o en la escena de la Mesa de los pecados capitales de El Bosco. También el exceso de sofisticación puede ser una índice de dependencia de la comida.
En una época tan preocupada por los trastornos alimentarios y la obesidad, no estaría fuera de lugar probar la dieta de ponerse algo menos en el plato, y más ahora que don Carnal va a ceder el puesto a doña Cuaresma.
Y, en cualquier caso, que cada uno pague su cuenta, que también es algo que siempre ayuda a moderarse.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

'No es eso, no es eso'... decia Ortega cuando vio el caracter que en sus primeros tiempos habia tomado la II República. Ello, con las debidas distancias, es aplicable a nuestra joven y profundamente corrupta democracia.

misael

Sinretorno dijo...

eso es, eso es.....