lunes, abril 06, 2015

El asombroso asunto de la resurrección de Cristo.









¿Cómo no creer que Cristo vive?

   Hace apenas diez días, un avión se estrellaba en los Alpes franceses causando la muerte a las 150 personas que transportaba. Los medios de comunicación hicieron que la noticia fuera conocida en todo el mundo en apenas unas horas. Nadie la puso en duda, a pesar de que ninguno de quienes la conocieron estuvo allí en el momento de la colisión. La inmensa mayoría de la población mundial cree en Andreas Lubitz, el copiloto que, según se nos ha contado, estrelló voluntariamente el avión. No he escuchado a nadie decir que la noticia es falsa, ni que el personaje es una creación de las aerolíneas para ofrecer a la opinión pública un chivo expiatorio. En todo caso, y aunque el suceso ha llenado las páginas de la prensa durante diez días, lo más probable es que dentro de dos meses nadie hable de ello. Si, más adelante, algún cineasta tiene la ocurrencia de producir una película sobre la tragedia, quizá la recordemos como recordamos el Titanic. Nadie llora hoy por el Titanic.
   Hace cerca de dos mil años, un judío crucificado por Roma y enterrado en un huerto salió de la tumba, y salió hacia «el otro lado», hacia la eternidad. No había medios de comunicación, y la noticia la transmitieron unos ángeles. Los pocos que la conocieron, al escucharla, no la creyeron hasta haber visto en persona al mismo Jesús que había muerto. Cuando lo contaron a los demás, tampoco les creyeron. Y, dos mil años después, encontramos la Historia partida en dos en torno a ese judío, y medimos los años antes y después de Cristo. Hace menos de dos meses, 21 hombres se dejaron cortar la cabeza en Siria por negarse a abjurar de esa noticia. Y, durante estos dos mil años, son millones los hombres y mujeres que se han dejado matar antes que negar que Cristo vive, millones quienes se han conservado vírgenes y célibes por su Amor, millones los sagrarios que en todo el mundo reciben cada día homenajes rendidos de adoración y lágrimas de almas tiernamente enamoradas. A día de hoy, el nombre de Cristo sigue levantando pasiones de fuego. Algunos –muchos– lo aman desesperadamente, y otros –también muchos– lo odian a Él y a todos los que pronuncian su nombre.
   Si un accidente de aviación con ciento cincuenta muertos anunciado en horas a todo el mundo por los medios de comunicación resulta olvidado en dos meses, ¿cómo explicáis que una noticia tan poco conocida y negada en el primer momento por quienes la escucharon haya causado y esté causando semejante conmoción en la Historia y en la Tierra entera? Lo cierto es que Jesús de Nazaret, si no hubiese resucitado realmente, jamás debió haber pasado a la Historia. Más motivo hubieran tenido para poblar las páginas de los libros personajes como Pilato o Caifás, quienes, al fin y al cabo, desempeñaron cargos públicos de cierta importancia. Y, sin embargo, si Pilato o Caifás son conocidos es merced al nombre de Jesús de Nazaret. Si, sin haber estado allí, creéis que Andreas Lubitz estrelló el avión, ¿necesitáis haber estado allí para creer la noticia que durante dos mil años gritan la Historia, los santos, las vírgenes, los mártires y todos los sagrarios del mundo? ¿Acaso no veis que, si no hubiese realmente resucitado Cristo, ni habría habido Iglesia, ni santos, ni mártires, ni quien escribe estas líneas iría vestido con las ropas que se viste cada mañana, las mismas que cientos de miles de sacerdotes en todo el mundo? ¿Cómo explicáis todo esto? ¿Qué ha sucedido?
   Os repetiré lo que ha sucedido, gritaré de nuevo la noticia: Jesús de Nazaret ha resucitado, ha ingresado corporalmente en la eternidad. Y, al quedar abiertas las puertas que separaban lo temporal de lo eterno, se ha desatado una fuerza descomunal; una fuerza que, entrando en los corazones y en las almas de los hombres, es capaz de renovar el mundo y purificar la Historia. Nosotros mismos, llenos de su presencia por el Espíritu, hemos sido convertidos en otros cristos, porque Él vive en nuestras almas en gracia. ¡Alegraos! Cristo ha resucitado y, habitando realmente en la eternidad, está aquí, entre nosotros, muy cerca y muy alegre.
   ¡Feliz Pascua!

Este , sí que es un gran blog.  http://www.jfernandorey.com/blog/
José-Fernando Rey Ballesteros, pbro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que razón tiene!Muy bueno el post,con argumentos de peso.Creo Señor pero ayúdame a creer más.

Sinretorno dijo...

creo, creemos....

Francisco Javier dijo...

Feliz Pascua de Resurrección!!!

Margarita Maria dijo...

Feliz PASCUA JESUS VIVE Y ESTA CON NOSOTROS!!Saludos un abrazo Sinre.

Sinretorno dijo...

Feliz Pascua Javier, y Margarita María...