jueves, junio 02, 2016

Imaginen que lo de Barcelona, lo hiciesen antisistemas de derechas.












Bienvenida Rahola, al club de los pensantes.

Pilar Rahola

Si unos vándalos de extrema derecha, al grito pelado de “Viva España”, hubiesen destrozado coches, escaparates, quioscos y material urbano, y durante tres noches hubiesen violentando a todo un barrio, ¿qué habría dicho el president Puigdemont? Imagino que habría actuado con la misma celeridad con que se enfrentó a la delirante decisión de la señora Dancausa con las estelades. Y ¿qué habría dicho el vicepresidente Junqueras? Seguramente habría condenado los hechos con rotunda indignación. Y si dichos tipos hubieran usado la violencia como amenaza latente para conseguir sus objetivos, ¿qué habría hecho la alcaldesa Colau? Imagino que no habría tenido la extraña idea de inhibirse y traspasar la autoridad a los vecinos para que mediaran en el lío. Y todos a una, habrían sido de una contundencia meridiana en atacar a los violentos, defender a la autoridad y no plantear los hechos como una batalla entre policías y manifestantes, como si estuvieran en plano de igualdad. Por supuesto, ningún exalcalde se habría planteado pagar un local con dinero público a los susodichos para conseguir la “paz social”, porque todos entenderían que no se puede permitir la amenaza del chantaje violento. Sobra decir que todos los partidos antisistema habrían montado en cólera, hecho manifestaciones de repulsa y pedido una “zona libre” de tipos de esta naturaleza.

¿Por qué violentar desde la extrema izquierda es menos condenable que desde la extrema derecha?

Todo esto habría pasado si los responsables de la violencia en Gràcia hubieran sido de la extrema derecha. Pero ¿qué ocurre cuando se trata de la extrema izquierda?, ¿se produce la misma indignación política, la misma celeridad declarativa, la misma contundencia ideológica? No sólo no se produce, sino que lo más escandaloso de estos días es el silencio abrumador de los líderes más significativos de Catalunya. Y si sumamos la complicidad de algunos y el titubeo delirante de otros, mientras todos se dedican a hablar de los Mossos, en lugar de hacerlo de los violentos, la cosa se pone muy oscura. Hablemos claro: entre la complicidad de unos, el paternalismo de otros y el miedo de todos, la extrema izquierda consigue un nivel de tolerancia que redunda en una seria impunidad. ¿Cómo es posible que la alcaldesa de Barcelona acepte el chantaje violento y pase el paquete a los vecinos del barrio? ¿Cómo es posible que no hayamos oído aún a Puigdemont y a Junqueras? ¿Cómo es posible que no se exija violencia cero antes de hablar de nada? ¿Cómo es posible que ocupar, chantajear y violentar en nombre de la extrema izquierda sea menos condenable que en nombre de la extrema derecha? Y, la peor pregunta, ¿por qué se acepta la dictadura de la minoría, especialmente cuando se impone vía violencia y amenaza? Quizás sería hora de hacer una reflexión seria sobre el paternalismo de los partidos catalanes hacia los jóvenes bárbaros, cuando estos son hijos de Mafalda. Porque ahí está una parte sustancial del problema.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno! parece que una se ha dao cuenta...

Nuestro querido hermano Don Daniel, no nos olvidamos de usted ni de nadie, quién nos hace el bien y nos acerca a nuestro Señor, Jesús...es un VALOR SEGURO para nuestra alma.

De esta forma y como consecuencia natural nuestro cariño y oración se extienden en una mayoría infinita y todopoderosa.

Yo, en el nombre de su Hijo, ya he movido montañas...por desgracia las mías no jajajajaja

Un abrazo! firmes! a luchar la batalla Con nobleza,a correr en buena lid y al final a Casa por la Divina Misericordia.

Jyy+

PD No hay más por aquí! ni menos