lunes, noviembre 25, 2019

Una gran y digna Patrona del feminismo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Hildegarda_de_Bingen

Hay, incultos, catetas  catetos, que están inventando todo. En la Iglesia está toda la riqueza de lo humano y de lo divino, como el blog.


Hildegarda de Bingen

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Hildegarda de Bingen O.S.B.
Hildegard von Bingen.jpg
Protestificatio de Scivias, Fol. 1, Facsímil de Eibingen del códice de Ruperstberg.
Santa y fundadora
Sibila del Rin — Profetisa teutónica
Proclamada Doctora de la Iglesia el 7 de octubre de 2012 por el papa Benedicto XVI
NombreHildegard von Bingen
Nacimiento1098
Bermersheim vor der Höhe,
Banner of the Holy Roman Emperor with haloes (1400-1806).svg Sacro Imperio Romano Germánico
Fallecimiento17 de septiembre de 1179
BingenBanner of the Holy Roman Emperor with haloes (1400-1806).svg Sacro Imperio Romano Germánico
Venerada enIglesia católica
Comunión anglicana
CanonizaciónPor extensión de su culto litúrgico a la Iglesia universal, el 10 de mayo de 2012 (canonización equivalente) por parte de Benedicto XVI
Principal santuarioAbadía de Eibingen, Alemania
Orden religiosaOrden de San Benito Ver y modificar los datos en Wikidata
Festividad17 de septiembre
AtributosHábito benedictino
cruz pectoral
pluma
libro
Patronazgode los esperantistas
Santa Hildegarda de Bingen O.S.B. (en alemánHildegard von BingenBermersheim vor der HöheSacro Imperio Romano Germánico16 de septiembre de 1098-Monasterio de Rupertsberg17 de septiembre de 1179) fue una abadesacompositoraescritorafilósofamísticalíder monacalmédicapolímata y profetisa alemana.1​ Conocida también como la sibila del Rin y como la profetisa teutónica.
Considerada una de las personalidades más influyentes, polifacéticas y fascinantes de la Baja Edad Media y de la historia de Occidente,2​ es también de las figuras más ilustres del monacato femenino y quizás quien mejor ejemplificó el ideal benedictino,3​ al estar dotada de una inteligencia y cultura fuera de lo común, comprometida con la reforma gregoriana4​ y al ser una de las escritoras de mayor producción de su tiempo.5​ Además es considerada por muchos expertos como madre de la historia natural.6
Aunque la historia de su canonización es compleja, diversas ramas de la Iglesia la han reconocido como santa durante siglos; el 7 de octubre de 2012, durante la misa de apertura de la XIII Asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos, el papa Benedicto XVI le otorgó el título de doctora de la Iglesia junto a san Juan de Ávila.7​ En palabras de la filóloga Victoria Cirlot:
«[...] atravesando el muro de los tiempos han quedado sus palabras, incluso su sonido, y las imágenes de sus visiones».8

Biografía[editar]

Sus primeros años[editar]

Hildegarda nació en Bermersheim, en el valle del Rin (actualmente Renania-Palatinado, en Alemania), durante el verano del año 1098,9​ en el seno de una familia noble alemana acomodada.10​ Fue la menor de los diez hijos de Hildeberto de Bermersheim, caballero al servicio de Meginhard, conde de Spanheim,11​ y de su esposa, Matilde de Merxheim-Nahet, y por eso fue considerada como el diezmo para Dios, entregada como oblata y consagrada desde su nacimiento a la actividad religiosa, según la mentalidad medieval.12​ De esta manera, fue dedicada por sus padres a la vida religiosa y entregada para su educación a la condesa Judith de Spanheim (Jutta), hija del conde Esteban II de Spanheim y, por tanto, noble como ella,13​ quien la instruyó en el rezo del salterio, en la lectura del latín —aunque no le enseñó a escribirlo o, cuando menos, no con pericia—,1012​ en la lectura de la Sagrada Escritura y en el canto gregoriano.
Durante algunos años maestra y discípula vivieron en el castillo de Spanheim. Cuando Hildegarda cumplió catorce años, ambas se enclaustraron en el monasterio de Disibodenberg.14​ Este monasterio era masculino, pero acogió a un pequeño grupo de enclaustradas en una celda anexa, bajo la dirección de Judith. La ceremonia de clausura solemne fue celebrada el 1 de noviembre de 1112 y en ella participaron Hildegarda, Judith y otra enclaustrada más,nota 1​ también infante. En 1114, la celda se transformó en un pequeño monasterio, a fin de poder albergar el creciente número de vocaciones. En ese mismo año, Hildegarda emitió la profesión religiosa bajo la regla benedictina, recibiendo el velo de manos del obispo Otón de Bamberg.15​ De esta manera continuó su educación monástica rudimentaria dirigida por Judith.nota 2
Judith murió en 1136, con fama de santidad tras haber llevado una vida de mucha austeridad y ascesis, que incluyó largos ayunos y penitencias corporales.16​ Hildegarda, a pesar de su juventud, fue elegida como abadesa (magistra) de manera unánime por la comunidad de monjas.13

Visionaria y escritora[editar]

Desde niña, Hildegarda tuvo débil constitución física, sufría de constantes enfermedades y experimentaba visiones. En una hagiografía posterior escrita por el monje Teoderico de Echternach se consignó el testimonio de la propia Hildegarda, donde dejó constancia que desde los tres años tuvo la visión de «una luz tal que mi alma tembló».1712​ Estos hechos continuaron aún durante los años en que estuvo bajo la instrucción de Judith quien, al parecer, tuvo conocimiento de ellos. Vivía estos episodios conscientemente,nota 3​ es decir, sin perder los sentidos ni sufrir éxtasis.18​ Ella los describió como una gran luz en la que se presentaban imágenes, formas y colores; además iban acompañados de una voz que le explicaba lo que veía y, en algunos casos, de música.nota 4
En 1141, a la edad de cuarenta y dos años, sobrevino un episodio de visiones más fuerte, durante el cual recibió la orden sobrenatural de escribir las visiones que en adelante tuviese.19​ A partir de entonces, Hildegarda escribió sus experiencias, que dieron como resultado el primer libro, llamado Scivias (Conoce los caminos), que no concluyó hasta 1151. Para tal fin, tomó como secretario y amanuense a uno de los monjes de Disibodenberg llamado Volmar y, como colaboradora, a una de sus monjas, llamada Ricardis de Stade.15
No obstante, siguió teniendo reticencias para hacer públicas sus revelaciones y los textos resultantes de ellos,20​ por lo que para disipar sus dudas recurrió a uno de los hombres más prominentes y con mayor reputación espiritual de su tiempo: Bernardo de Claraval, a quien dirigió una sentida carta pidiéndole consejo sobre la naturaleza de sus visiones y la pertinencia de hacerlas de conocimiento general.21​ En dicha misiva, enviada hacia 1146, confesaba al ilustre monje cisterciense que lo había visto en una visión «como un hombre que veía directo al sol audaz y sin miedo», y al mismo tiempo que se atribuía a sí misma «debilidad» solicitaba su consejo:
[...]
Padre, estoy profundamente perturbada por una visión que se me ha aparecido por medio de una revelación divina y que no he visto con mis ojos carnales, sino solamente en mi espíritu. Desdichada, y aún más desdichada en mi condición mujeril, desde mi infancia he visto grandes maravillas que mi lengua no puede expresar, pero que el Espíritu de Dios me ha enseñado que debo creer. [...]
Por medio de esta visión, que tocó mi corazón y mi alma como una llama quemante, me fueron mostradas cosas profundísimas. Sin embargo, no recibí estas enseñanzas en alemán, en el cual nunca he tenido instrucción. Sé leer en el nivel más elemental, pero no comprenderlo plenamente. Por favor, dame tu opinión sobre estas cosas, porque soy ignorante y sin experiencia en las cosas materiales y solamente se me ha instruido interiormente en mí espíritu. De ahí mi habla vacilante. [...]
Hildegarda a Bernardo, abad de Claraval.22
La respuesta de Bernardo no fue ni muy extensa ni tan elocuente como la carta enviada por Hildegarda,23​ pero en ella la invitaba a «reconocer este don como una gracia y a responder a él ansiosamente con humildad y devoción [...]».24​ Además, parece que el abad de Claraval posteriormente intervino ante el papa Eugenio III en favor de Hildegarda, ya que tenía trato personal con el obispo de Roma porque éste era también cisterciense y antiguo discípulo suyo.25
Precisamente, el arzobispo Enrique de Maguncia bajo cuya jurisdicción se encontraba el monasterio de Disibodenberg, y que estaba enterado de las visiones y profecías de Hildegarda, mandó una comisión al papa Eugenio para informarse de lo sucedido y lograr que se declarara sobre la naturaleza de tales dones.26​ El papa se encontraba por aquellos días en Tréveris para presidir el sínodo que se celebró en aquella ciudad entre 1147 y 1148.
En 1148, un comité de teólogos, encabezado por Albero de Chiny-Namur, obispo de Verdún, a petición del papa, estudió y aprobó parte del Scivias.10​ El mismo papa leyó públicamente algunos textos durante el sínodo de Tréveris y declaró que tales visiones eran fruto de la intervención del Espíritu Santo.27​ Tras la aprobación, envió una carta a Hildegarda, pidiéndole que continuase escribiendo sus visiones. Con ello dio comienzo no solo la actividad literaria aprobada canónicamente, sino también la relación epistolar con múltiples personalidades de la época, tanto políticas como eclesiásticas, tales como el ya mencionado Bernardo de Claraval, Federico I BarbarrojaEnrique II de Inglaterra o Leonor de Aquitania, que pedían sus consejos y orientaciones. Tal fue su reconocimiento, que llegó a ser conocida como la Sibila del Rin.

Fundadora[editar]


Santa Hildegarda y su comunidad de monjas en una miniatura del siglo XIII.
También en 1148 y sin haber concluido la redacción del Scivias, una visión la hizo concebir la idea de partir de Disibodenberg y marchar a un lugar «donde no había agua y donde nada era placentero»28​ inspirándola así para la fundación de un monasterio en la colina de san Ruperto (Rupertsberg), cerca de Bingen al oeste del río Rin en la desembocadura del Nahe, para trasladar a la crecida comunidad y emanciparla de los monjes de Disibodenberg.
Sin embargo, Kuno, entonces abad de Disibodenberg, se opuso a su salida, lo que contrarió a la monja en gran medida, al punto de ocasionarle trastornos físicos, que fueron atribuidos a causas divinas:19
Decían que había sido engañada por la vanidad. Cuando lo oí, mi corazón se afligió, mi carne y mis venas se secaron, y durante muchos días yací en cama.
Vita II, V29
Ante esta situación intervino la marquesa Ricardis de Stade (Richardis von Stade),30​ madre de la monja que servía de secretaria a Hildegarda, quien logró convencer a Enrique I, arzobispo de Maguncia (1142—1153), de que diera la autorización para la salida de las religiosas y la fundación del nuevo monasterio. Hacia 1150, se trasladó a Rupertsberg con cerca de veinte de sus monjas, obtuvo el permiso del conde Bernardo de Hildesheim,31​ propietario del terreno elegido y fundó el monasterio de Rupertsberg, del cual se convirtió en abadesa.
Por esa época, su asistente y secretaria Ricardis la abandonó para convertirse en abadesa del convento de Bassum en Sajonia. Ello causó la tristeza y oposición de Hildegarda, que luego reflejaría en serias cartas de protesta al arzobispo Hartwig de Bremen, hermano de Ricardis, quien había influido para conseguir el cargo abacial; llegó a apelar hasta al papa, sin conseguir que la monja volviera. Ricardis murió al año de la separación.27
Un año después del traslado concluyó el Scivias y de esa misma época datan sus dos libros de contenidos sobre ciencias naturales (Physica) y medicina (Cause et cure), en los cuales expuso gran cantidad de conocimientos sobre el funcionamiento del cuerpo humano, de herbología y otros tratamientos médicos de su época basados en las propiedades de piedras y animales.32​ Asimismo, comenzó la colección de cantos que tituló Symphonia armonie celestium revelationum, que compuso para atender a las necesidades litúrgicas de su comunidad. Según algunas cronologías, también de 1150 dataría el inicio del Liber vite meritorum.33nota 5
Hacia 1163, como fruto de sus constantes visiones, comenzó la escritura del Liber divinorum operum, la tercera de sus tres obras más importantes y que tardaría alrededor de diez años en concluir. Sin embargo, la abadesa alternó la vida contemplativa y de escritora con la de predicación y fundación, ya que en 1165 fundó un segundo monasterio en Eibingen, que visitaba regularmente dos veces a la semana.

Predicación e intervención política[editar]


Ubicación de los lugares de establecimiento, monasterios y las cuatro rutas de predicación de Hildegarda.
La fama de santa y profetisa que llegó a tener la abadesa fue tal que, en 1150, el propio emperador Federico I Barbarroja la invitó a entrevistarse con él en su palacio en Ingelheim. El aprecio mutuo que generó esta entrevista manifestado en las subsecuentes cartas llegó a tal grado que, trece años más tarde, el soberano otorgó un edicto de protección imperial a perpetuidad al monasterio de Rupertsberg.34
La labor de escritora de Hildegarda se vio interrumpida muchas veces por los viajes de predicación. Si bien la clausura en sus tiempos no era tan rígida como lo sería a partir de Bonifacio VIII,nota 6​ no dejó de sorprender y admirar a sus contemporáneos que una abadesa abandonara su monasterio para predicar.
El contenido de su predicación giró en torno a la redención, la conversión y la reforma del clero, criticando duramente la corrupción eclesiástica, además de oponerse firmemente a los cátaros; al condenar las doctrinas de estos, proponiendo el combate de sus errores mediante la predicación y la edificación del clero.nota 735
En total fueron cuatro los viajes de predicación que realizó: el primero entre 1158 y 1159, en el que viajó a Maguncia y a Wurzburgo. En 1160 realizó el segundo a Tréveris y a Metz. En su tercera predicación, entre 1161 y 1163, viajó por el Rin hasta Colonia. En el último de sus viajes, comprendido entre 1170 y 1171, predicó en la región de Suabia.36
Además de estos viajes de predicación, Hildegarda usó las cartas para hacer sentir su opinión ante personajes notables. Con motivo del cisma provocado por la elección del antipapa Víctor IV con el apoyo del emperador Barbarroja, frente al papa romano Alejandro III, alargado a la muerte de Víctor IV con la elección de los también antipapas Pascual III y Calixto III, Hildegarda hizo graves amonestaciones proféticas al primero de estos, así como al emperador mismo.37
En el año 1173, poco antes de concluir el Liber divinorum operum, murió el monje Volmar, su más cercano colaborador y secretario, lo que la orilló a ayudarse de los monjes de la abadía de san Eucario de Tréveris para terminar dicha obra.38​ Durante algún tiempo el monje Godofredo de Disibodenberg le sirvió como amanuense, a la vez que comenzó la redacción de una biografía de la profetisa, pero también él murió poco tiempo después, en 1176. El último de sus secretarios lo encontró en Guiberto de Gembloux, un monje flamenco, con el que había sostenido conversación epistolar iniciada por el interés de éste sobre la manera en que Hildegarda tenía sus visiones.39

Última batalla[editar]

La última situación crítica a la que tuvo que enfrentarse Hildegarda aconteció en 1178, cuando su comunidad dio sepultura en el cementerio conventual a un noble supuestamente excomulgado. Por la imposición de esta pena eclesiástica, el derecho canónico prohibía su entierro en suelo sagrado. Se pidió a Hildegarda que exhumara el cadáver. Ella se negó e incluso hizo desaparecer cualquier rastro del enterramiento para que nadie pudiera buscarlo. Sostuvo que había sido reconciliado con la Iglesia antes de morir. Los prelados de Maguncia, en ausencia del arzobispo Christian, que estaba en Roma, pusieron en entredicho al monasterio. Por él se prohibió el uso de las campanas, los instrumentos y los cantos en la vida y liturgia de Rupertsberg. Hildegarda se defendió escribiendo una carta de rico contenido doctrinal,40​ donde recogía el significado teológico de la música. Cuando regresó el arzobispo en marzo de 1179, se presentaron testigos que apoyaban la versión de Hildegarda y fue levantado el entredicho.41

Muerte y veneración[editar]


Reliquias de Hildegarda de Bingen en la Iglesia de Eibingen.
A los pocos meses de ser levantado el entredicho, el 17 de septiembre de 1179, a los 81 años de edad murió Hildegarda. Las crónicas hagiográficas cuentan que a la hora de su muerte aparecieron dos arcos muy brillantes y de diferentes colores que formaban una cruz en el cielo.42
Entre 1180 y 1190 el monje Teoderico de Echternach escribió la Vita (Vida) de Hildegarda, recogiendo pasajes autobiográficos que la monja había dejado y contado. Gregorio IX abrió el proceso de canonización en 1227, aunque no se concluyó. Fue reabierto por Inocencio IV en 1244, sin que tampoco en esta ocasión se llegase a concluir. Sin embargo, debido a la difusión de su culto se la inscribió en el Martirologio romano,nota 8​ incluyéndose además su nombre en algunas letanías; se extrajeron reliquias de su sepulcro; se celebró su fiesta litúrgica; se le atribuyeron milagros y sus representaciones pictóricas y escultóricas comenzaron a ser objeto de veneración.43
Sus reliquias fueron conservadas en el convento de Rupertsberg hasta la destrucción de éste en 1632, durante la Guerra de los Treinta Años. Entonces fueron llevadas a Colonia y después a Ebingen donde se depositaron en la iglesia parroquial donde aún reposan.
En 1940 se aprobó oficialmente su celebración para las iglesias locales. Con motivo del 800 aniversario de su muerte, Juan Pablo II se refirió a ella como profetisa y santa.44​ De la misma manera, en 2006, el papa Benedicto XVI también se refirió a Hildegarda como santa y la encomió como una de las grandes mujeres de la cristiandad junto con Catalina de SienaTeresa de Ávila y la madre Teresa de Calcuta.45
En el año 2010 el papa Benedicto XVI dedicó a Hildegarda las Audiencias Generales del 1 y 8 de septiembre, dentro del marco de una serie de catequesis sobre escritores cristianos, siendo la primera mujer presentada en estas catequesis; recordó, entre otras cosas, que los contemporáneos de Hildegarda la consideraron con el título de "profetisa teutónica" y puntualizó el valor teológico de sus escritos y enseñanzas.4647
En diciembre de 2011, el papa Benedicto XVI anunció su decisión de otorgar a santa Hildegarda el título de "Doctora de la Iglesia".48​ El 10 de mayo de 2012 procedió a inscribirla en el catálogo de los santos y extender su culto litúrgico a la Iglesia universal, en una "canonización equivalente".4950​ El 27 de mayo de 2012 durante el rezo del Regina Caeli del día de Pentecostés, el papa determinó la fecha para la proclamación como Doctora.51​ El 7 de octubre de 2012, durante la misa de apertura del Sínodo de los obispos en la Basílica de San Pedro en Roma, se realizó la proclamación oficial por el cual se le concedió el título de Doctora para la Iglesia Universal junto con san Juan de Ávila por el papa Benedicto XVI.52
Hildegarda también es venerada por algunas de las Iglesias que conforman la Comunión anglicana, entre ellas la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia episcopal escocesa.53​ Tanto en la Iglesia católica como en la Comunión anglicana se la celebra el 17 de septiembre.
La iconografía religiosa de Hildegarda es escasa, probablemente porque su culto fue local por bastante tiempo. Se la retrata con los atributos propios de una abadesa de la orden de san Benito: báculo abacial y hábito benedictino con velo negro y blanco; sus representaciones más antiguas reproducen la manera en que aparece en las miniaturas de sus escritos: sentada con un estilo en la mano en actitud de escribir sobre un par de tablillas o dictando a un monje, con cinco flamas alrededor de la cabeza representando la visión divina. Más tarde se cambia el estilo por una pluma de ave, con algún pergamino o libro en la mano — comúnmente el Scivias — y algún instrumento musical.54

Obra[editar]


Escultura que representa a Santa Hildegarda, en la iglesia parroquial que lleva su nombre, en Eibingen (Alemania). De artista desconocido, la obra incorpora bellamente los símbolos con que se la identifica: cruz pectoralpluma, y libro.
Las obras de esta religiosa del siglo XII fueron escritas —como la mayor parte de los escritos de su tiempo—, en latín medieval, salvo por ciertas anotaciones y palabras que podemos encontrar en algunas de sus cartas y principalmente en sus obras relativas a la Lingua ignota, que se encuentran en alemán medieval propio de la región media de FranconiaRenania/Mosela.55​ En su obra, ella misma acusó en variadas ocasiones su poca preparación en latín, pero por sus propias confesiones y sus hagiógrafos se conoce que su método de escritura comenzaba al escribir sus visiones y luego pasarlas a un secretario que corregía los errores y pulía la escritura. Dos de ellos — Volmar y Gottfried — fueron monjes de Rupertsberg y el tercero, de origen flamenco — Guibert de Gembloux — era monje de la abadía de Gembloux,56​ de ahí que todos ellos estaban bien preparados en el latín eclesiástico.57
Empleó varios estilos de escritura: el tratado teológico, el epistolar, el hagiográfico y el tratado médico; pero destacan sus obras visionarias, en las que hace un uso constante y fecundo de la alegoría ética-religiosa, que aunque era bastante común en su tiempo, llegaba a usar símbolos poco frecuentes.
En lo referente a las influencias recibidas y a su manera de escribir, indudablemente se destacan las Sagradas Escrituras a través de la Vulgata, con especial atención hacia los profetas y el Nuevo Testamento, en este último se destacan la importancia que el Evangelio de san Juan y el Apocalipsis tuvieron en ella, ya que incluso en algunas narraciones autobiográficas consignadas en la Vita llegó a comparar sus dones espirituales con las inspiraciones del evangelista Juan sumado al tono apocalíptico de las partes finales del Scivias.nota 958
Igualmente se le atribuyen conocimientos de algunas obras de la patrística latina, entre las cuales se ha detectado la influencia de san Agustín y san Isidoro de Sevilla; se ha señalado especialmente la influencia y similitud con el Pastor de Hermas y Boecio como fuentes de la identificación alegórica como mujeres que Hildegarda hace de la Iglesia y de algunas virtudes en el Scivias.59​ Además, no obstante de que la abadesa se calificara a sí misma de «indocta», se ha detectado en sus obras un gran bagaje cultural clásico proveniente de CicerónLucano y Séneca; con Galeno coincide en algunas teorías médicas sobre los humores; en el Scivias y el Ordo virtutum representa la lucha constante de las virtudes contra los vicios a través de su personificación como mujeres ataviadas con los atributos correspondientes a la actitud moral que encarnan, combatiendo cada virtud contra el vicio opuesto a ella. Esta tradición alegórica es común a otros escritores del medioevo y puede rastrearse hasta la Psychomachia de Prudencio en el siglo IV.60

Fuentes[editar]

Sus obras fueron legadas a la posterioridad gracias al interés de los monjes que la admiraron y la ayudaron a escribirlas, encabezados por Guibert de Gembloux, quienes tras su muerte terminaron de transcribir las obras de la abadesa, las compilaron e ilustraron con miniaturas. Entre los manuscritos medievales más importantes que se han conservado, en donde se contienen las obras escritas y musicales de la profetisa teutónica, se encuentran:

Riesencodex[editar]


El Riesencodex conservado en la biblioteca de la Hochschule de Rhein-Main.
El códice de Wiesbaden, conocido en alemán como «Riesencodex» (Códice gigante) por su gran tamaño (46 x 30 cm) y peso (15 kg), es un manuscrito medieval de 481 folios, cuya datación oscila entre los últimos años de vida de Hildegarda y algunos posteriores a su muerte, siendo la fecha más tardía el año 1200. Originalmente, se custodiaba en Rupertsberg, pero su riqueza artística ha llevado a algunos investigadores a dudar de que haya sido creado ahí o en Eibingen.61
Cuando el convento de Rupertsberg fue destruido en el siglo XVII, el manuscrito fue trasladado al monasterio de Eibingen junto con las reliquias de la santa. En 1814, fue llevado a la biblioteca de Wiesbaden (actualmente Universidad y Biblioteca Estatal de RheinMain). Durante la Segunda Guerra Mundial el manuscrito original fue casi destruido, pero su contenido se conservó gracias a fotocopias y facsímiles extraídos durante las primeras décadas del siglo XX.62
Contiene una versión de sus tres principales obras místicas: SciviasLiber vite meritorum y Liber divinorum operum. También es la fuente de todas sus composiciones musicales, sus obras acerca de la Lengua ignota, trabajos hagiográficos (Vita sancti Ruperti), algunas cartas, homilías y la Vita escrita por el monje Theoderic, por lo que es la fuente más numerosa e importante del trabajo de la monja medieval. Contiene las ilustraciones de las visiones descritas por la abadesa, inspiradas en las que ilustraban los manuscritos originales.

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