Te falta la primera tabla; el amor a Dios. Y esa primera parte, con la venida al mundo del Verbo Divino, ha cambiado sustancialmente. Pues ya no se trata de amar al Dios a quien no ves, sino de entregarte, en cuerpo y alma, al Dios que se ha hecho visible.
No es espíritu de penitencia hacer unos días grandes mortificaciones, y abandonarlas otros. Espíritu de penitencia significa saberse vencer todos los días, ofreciendo cosas –grandes y pequeñas– por amor y sin espectáculo. (Forja, 784) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario